Los retos del barrio más pobre de España
Polígono Sur Sevilla
Más de quince años de comisionado no han servido para transformar el Polígono Sur, que apenas ha resuelto sus graves problemas sociales y cívicos
Desempleo, pobreza, marginalidad, tráfico de drogas, extorsiones, ocupación y ventas ilegales de viviendas... Lo que se encontrará el nuevo comisionado para el Polígono Sur cuando asuma el cargo no será muy distinto de lo que había hace ya más de quince años, cuando las administraciones apostaron por una figura de este tipo para tratar de regenerar un barrio que llevaba décadas hundido en la miseria. Ni Jesús Maeztu, primero, ni María del Mar González, después, han conseguido el objetivo de transformar el Polígono Sur. Tampoco el futuro parece demasiado esperanzador. Ha vuelto a ser el barrio más pobre de España, después de tres años consecutivos en los que Los Pajaritos le arrebató este triste puesto.
La Junta de Andalucía tiene previsto en las próximas semanas colocar a Jaime Bretón al frente de la oficina del Comisionado. Los vecinos, hartos de promesas incumplidas, acogen el nombramiento con cierto escepticismo, desilusión y desesperanza. Hay quien no ve mal un cambio, pero también quien considera que es el momento idóneo para eliminar una oficina que no ha supuesto nada interesante en sus vidas. El problema, quizás, es que a los vecinos se les prometió algo que no era: se les vendió que llegaría una autoridad única, una persona con competencias en distintas materias que funcionaría como una especie de alcalde del barrio. Eso, obviamente, era imposible porque iba contra el orden establecido y ninguna administración podría cederle sus competencias a una persona, por muy responsable que ésta fuera.
Se anunció que llegaría una persona con una gran experiencia, que había obtenido grandes resultados en el barrio del Cerro del Moro, en Cádiz. Y llegó Jesús Maeztu, que fue recibido como una especie de salvador por los vecinos del barrio. Pero pronto se vio que aquella figura mandaba poco. El gobierno local, presidido entonces por Alfredo Sánchez Monteseirín, creó la primera crisis cuando levantó a golpe de talonario el asentamiento chabolista de Los Bermejales. Pagó 42.000 euros a cada familia a cambio de que levantaran sus chabolas. Les hicieron firmar un documento comprometiéndose a no comprar pisos en el Polígono Sur. Casi todas las familias incumplieron aquel contrato por una sencilla razón: ¿dónde se compra uno un piso en Sevilla por menos de 42.000 euros?
Así que Maeztu, recién llegado, se puso al lado de los vecinos y amenazó con dimitir si no les sacaban a los Caracoleños (así se llama el clan de los chabolistas) del barrio. Quince años después de aquella crisis, ninguna de aquellas familias ha dejado de vivir en el Polígono Sur. Casi todas se instalaron en los bloques conocidos como Los Verdes, donde han protagonizado numerosos problemas de convivencia. Maeztu, a pesar de sus amenazas, no dimitió y siguió en el cargo varios años. Aquello le hizo perder la confianza de los vecinos, pero con los años obtuvo la medalla de Andalucía y sólo dejó su puesto cuando fue nombrado Defensor del Pueblo Andaluz, en mayo de 2013. Antes de su salida se quejaría de que la crisis económica había recortado muchas de las iniciativas previstas en el plan integral del Polígono Sur.
La marcha de Maeztu reveló lo poco que a las administraciones les importaba la regeneración del Polígono Sur. Mientras presentaban públicamente al nuevo Defensor del Pueblo como el hombre que había transformado el barrio (y ciertamente lo había modificado urbanísticamente, pero con escasa trascendencia en lo social), dejaron pasar varios meses sin sustituirle en el Comisionado. Sólo el tiroteo en el que murió una niña de siete años haría reaccionar al Ayuntamiento, la Junta y el Estado, que terminarían nombrando a María del Mar González como nueva Comisionada en otoño de 2013.
Los vecinos agradecieron rápidamente el talante de González, que recibe y atiende a quien se lo pide y lo hace con una amabilidad que su antecesor no siempre tenía. Y ha puesto en marcha numerosos proyectos en el barrio, entre ellos el de la Factoría Cultural, un edificio llamado a vertebra el Polígono Sur con una programación de eventos culturales con las que ir cambiando poco a poco la mentalidad del barrio. Pero eso no le ha dado para acabar con la pobreza ni para impedir que el barrio vuelva de nuevo a presidir la lista de zonas más pobres de España.
Tampoco ha podido luchar con éxito contra las drogas y el cultivo de marihuana se ha convertido en un verdadero problema. Son muchos los pisos de las Tres Mil Viviendas que albergan plantaciones de cannabis. Esto se ha convertido en un medio de vida para muchos de los habitantes del barrio, pero está generando graves conflictos. En el Polígono Sur siguen funcionando los prestamistas o diteros, que entregan dinero a familias a las que los bancos no les dan crédito. Cuando éstas no pueden pagar, responden entregando sus viviendas, que terminan siendo utilizadas para instalar en ellas plantaciones de marihuana. No existe una estadística de esto porque no se suelen denunciar este tipo de extorsiones. Los abogados del Comité René Cassin informaron recientemente de que tienen constancia de al menos seis casos de este tipo. Hay muchos más.
Las plantaciones indoor (como se llama en el argot policial a los cultivos de interior) precisan de un elevado consumo eléctrico, lo que ha llevado a quienes las instalan a sutraer la luz con enganches ilegales. El cultivo de marihuana ha traído también enfrentamientos entre clanes y hasta el homicidio de un joven al que una familia de narcotraficantes del barrio acusó de robar una partida de esta droga.
El diagnóstico del barrio
El Ayuntamiento hizo un diagnóstico del barrio en el informe sobre el plan local de intervención en zonas desfavorecidas. En este documento, detalla que la zona se encuentra mal conectada con el centro urbano y que presenta una fuerte segregación funcional y social. Una parte de la población procede de diferentes barrios de la ciudad, otra tiene un origen rural y aproximadamente el 45% es de etnia gitana. Hay una natalidad muy elevada y se forman parejas a edades tempranas. La población tiene una alta movilidad y se muda de bloque en el momento que puede. Hay una comunidad de nigerianos y marroquíes. Los primeros mantienen las distancias con los gitanos.
"No hay actividad económica regularizada, concentrándose en pisos y furgonetas algunas tiendas de desavió y/o bares que dan servicio al vecindario. La economía sumergida, la recogida y venta de chatarra, la venta ambulante y las prestaciones sociales son los medios de vida habituales de una parte importante de la población que reside en la zona", constata el informe elaborado por el Ayuntamiento. En educación, las demandas de los residentes se centran en la necesidad de una mayor inversión en formación no reglada. Hay una baja cualificación profesional y altos niveles de absentismo que derivan en fracaso escolar y abandono. El Polígono Sur tiene el mayor índice de la ciudad de abandono temprano de los estudios sin titulación básica. Al mismo tiempo, los residentes tienen una escasa formación profesional.
Con respecto a la vivienda, el principal problema es la regularización de las viviendas ocupadas de forma legal y la intermediación vecinal, así como los enganches de luz y agua. El diagnóstico añade que “la inseguridad ciudadana derivada de los conflictos que se producen constituye uno de los principales problemas del Polígono Sur, que tiene en el proyecto de la nueva comisaría de Policía en el interior del barrio la solución esperada y deseada por los vecinos y las entidades ciudadanas, pero que aún no se hace realidad”.
Este asunto al que hace referencia el Ayuntamiento es precisamente uno de los que más hartazgo ha causado entre los vecinos, que llevan más de cuarenta años pidiendo que se construya una sede policial en el barrio y han visto cómo una vez más los gobiernos de distinto signo político se han olvidado de ellos. Ni siquiera las protestas de la comisionada han servido para darle la vuelta a un proyecto que se ha llevado años enquistado y que finalmente ha terminado fuera del Polígono Sur.
El estudio también destaca como otras de las dificultades que presenta la zona están asociaciadas al género. La escasa formación, la segregación cultural, la dependencia y el aislamiento de las mujeres y una escasa concilación de la vida personal y laboral para las mismas son algunas de estas trabas diarias que padecen las vecinas del Polígono Sur, donde las cargas familiares recaen mayoritariamente sobre mujeres y niñas, a las que se corta cualquier opción para insertarse en la vida laboral o continuar su formación.
La salud es otro eje del diagnóstico. Los hábitos de vida de los menores y adolescentes son poco saludables. Hay una escasa planificación familiar y una elevada tasa de embarazos tempranos, lo que favorece la exclusión social por asumir responsabilidades de la etapa adulta en edades todavía muy tempradas. Además, hay un alto nivel de adicciones, consumo de alcohol y otras drogas. A todo esto se le añaden los menores que no acuden a los dispositivos de salud mental y que precisarían una derivación a Atención Temprana. Un conjunto de problemas y un diagnóstico preocupante pese a que el comisionado lleva implantado en el barrio más de 15 años, sin que haya podido revertir esta situación.
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