La Policía investiga otro brote del conflicto del taxi en Santa Justa

En los últimos días han vuelto las amenazas a los taxistas que iban a recoger clientes concertados.

Un taxi recoge a unos clientes en el espacio habilitado para servicios concertados en la estación de Santa Justa.
Un taxi recoge a unos clientes en el espacio habilitado para servicios concertados en la estación de Santa Justa.
Fernando Pérez Ávila

25 de julio 2013 - 05:03

La Policía Nacional está investigado un nuevo brote del conflicto del taxi en la estación de Santa Justa. Al igual que ocurriera hace un año, varios profesionales del sector que pretendían recoger en la estación a clientes concertados previamente han sufrido el acoso de algunos de sus compañeros. En las últimas semanas se han registrado varios altercados en las inmediaciones de la parada de taxis de la terminal ferroviaria. Uno de los afectados ha presentado una denuncia por insultos y amenazas ante la comisaría de la Policía Nacional en el distrito Nervión, que está ya investigando los hechos.

En septiembre del año pasado, la Policía ya abrió una investigación similar después de que ocho taxistas denunciaran amenazas y agresiones tanto verbales como físicas. Estas pesquisas se tradujeron en la imputación de cinco personas por su presunta participación en los hechos. La denuncia presentada el lunes por la tarde se incorporará previsiblemente a la causa que mantiene abierta por este asunto un juzgado de Sevilla, si bien la nueva investigación de la Policía está aún en la fase preliminar.

La legislación permite a los taxistas que tienen un servicio contratado previamente poder aparcar sus vehículos durante el tiempo necesario para poder recoger al cliente en un espacio reservado en la puerta de la estación, muy cerca de la parada de taxis. Este espacio está señalizado con dos placas de prohibido aparcar bajo las que se ha colocado la leyenda "Excepto taxis concertados".

Sin embargo, un grupo de conductores pretende desde hace tiempo boicotear a sus compañeros y obligarlos a que supriman los servicios concertados previamente, de manera que cada viajero tenga que subirse obligatoriamente al taxi que le toca en la cola de la parada. Esto se traduciría en la implantación de un monopolio por parte de una de las asociaciones del sector, Solidaridad del Taxi, que, según las denuncias ante la Policía, está intentando imponer en la estación de Santa Justa los mismos métodos que presuntamente ha aplicado durante años en el aeropuerto de San Pablo.

Pinchazos de ruedas, lanzamientos de huevos, piedras y otros objetos, amenazas, insultos e incluso agresiones físicas se han sucedido con cierta frecuencia tanto en el aeródromo como en Santa Justa. El verano de 2012 fue especialmente tenso en las inmediaciones de la estación de tren. Después de varios roces durante los meses de julio y agosto, la situación estalló el 6 de septiembre. Aquel día varios conductores fueron increpados y amenazados cuando recogían a sus clientes, algunos vehículos fueron zarandeados y otros recibieron impactos de huevos y otros objetos.

Tras diez meses relativamente tranquilos, ahora han vuelto las escenas de tensión a Santa Justa. Por el momento sólo un taxista ha decidido presentar una denuncia ante la Policía, pero en las últimas semanas se han registrado más episodios desagradables. Fuentes del sector explicaron a este periódico que varios de los conductores insultados y amenazados han optado por no denunciar los hechos al tratarse en su mayoría de personas mayores que están cerca de jubilarse y prefieren no tener problemas con otros taxistas.

La situación se ha agravado después de que se conociera que nueve miembros de Solidaridad del Taxi -entre ellos su presidente, Enrique Filgueras- están citados a declarar como imputados el próximo 22 de octubre ante el juzgado de Instrucción 3 de Sevilla, por presuntos ataques y amenazas similares a éstas registradas en el aeropuerto de San Pablo. Filgueras siempre ha negado que exista ningún grupo organizado para controlar la actividad de los taxis en el aeropuerto y se ha desmarcado de estas prácticas violentas.

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