La Policía investiga tres atracos a mano armada a taxistas en ocho días
Seguridad ciudadana | los delincuentes huyeron por el paso subterráneo bajo la A-92
Los atracadores llevaron a los conductores hasta la barriada de Las Lumbreras, frente a Torreblanca
Un robo se produjo el día 12 con una navaja y dos el 19 con una pistola
La Policía Nacional está investigando tres atracos a mano armada sufridos por otros tantos taxistas en los últimos días en Sevilla. Dos de los asaltos ocurrieron el pasado domingo 19 de febrero y el tercero fue el domingo anterior, el día 12. Todo apunta a que los tres delitos están relacionados, ya que en los tres casos los autores llevaron a los taxistas hasta una zona de la barriada de Las Lumbreras, frente a Torreblanca, al otro lado de la A-92.
No se descarta, por tanto, que los autores sean las mismas personas, aunque en los robos del pasado domingo participaron dos hombres y en el de la semana pasada sólo uno. El día 19 emplearon una pistola y una navaja para intimidar a los taxistas, mientras que el atracador del día 12 sólo llevaba un arma blanca.
Uno de los sucesos ocurrió a la una de la tarde del día 19, un día de gran actividad para los taxistas puesto que se celebraba el Maratón, prueba en la que participaron 14.000 personas. Sobre esa hora, dos individuos se subieron a un taxi en la parada del hotel Vértice, en la avenida de la Aeronáutica, en Sevilla Este, y solicitaron al taxista que los llevara a la calle Escapulario, en la barriada de Las Lumbreras. Uno se sentó en el asiento trasero y otro en el del copiloto.
Una vez que llegaron al destino, el hombre que iba en la parte de atrás del coche le colocó al taxista una pistola en la nuca, mientras que el que viajaba en el asiento delantero le puso una navaja a la altura del costado derecho, al tiempo que le pedían el dinero que llevaba. El taxista les entregó 165 euros y los dos atracadores se bajaron del vehículo. Antes de hacerlo, sin embargo, uno de los ladrones le sustrajo el teléfono móvil, que tenía cargando en el salpicadero. Después huyeron hacia el paso subterráneo que cruza la autovía A-92 hacia la calle Torrelaguna.
El taxista, que no llegó a sufrir ningún daño físico, se encontró poco después a una patrulla de la Policía Nacional, que establecieron un dispositivo para tratar de encontrar a los autores, sin éxito. El otro atraco ocurrido el domingo transcurrió de manera muy similar a éste. En esta ocasión, los autores cogieron un taxi en el centro comercial Los Arcos, y también dirigieron al taxista a la barriada de Las Lumbreras.
Una semana antes, el día 12, los sospechosos se subieron a un taxi en la estación de Santa Justa y también pidieron al conductor que los llevara hasta la calle Escapulario. Una vez allí, el ladrón le colocó una navaja en el cuello al taxista y le llegó a hacer varios arañazos. El taxista le indicó que era "padre de un niño pequeño" y que "se llevara lo que quisiera", según explicó el propio conductor la semana pasada a La Gaceta del Taxi. Después, el delincuente le robó 200 euros y el teléfono móvil.
Los taxistas atracados no sospecharon de los autores de los hechos, que no tenían mal aspecto. Los delincuentes del día 19 fueron descritos de la siguiente manera: el que llevaba la pistola era un varón de piel morena, barba poblada y arreglada de color negro, vestido con un chándal y un gorro de lana de color negro, mientras que el que portaba la navaja era de piel más clara, tenía los ojos verdes y el pelo corto y rizado. También vestía un chándal.
En cuanto a las armas, las víctimas de los atracos han podido describir la pistola como de color plata y con el cañón ovalado y el arma blanca como una navaja con una hoja tipo estilete. La Policía Nacional mantiene abierta una investigación sobre los hechos y por el momento no ha sido detenida ninguna persona. No hace mucho que fue arrestado un ladrón que desvalijó decenas de taxis, si bien este delincuente actuaba por la noche y robaba en los vehículos aparcados en la calle. Hace años sí había en Sevilla un atracador de taxistas, que utilizaba el cuello de una botella rota para amenazar a los conductores, a los que siempre pedía que lo llevaran al Polígono Sur.
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