La Policía detiene a un primer sospechoso por el tiroteo mortal de Palmete
Sucesos
El hombre arrestado, de nacionalidad española, estaba en el hospital porque sufría heridas leves y fue detenido cuando recibió el alta; un hermano de la víctima permanece ingresado en estado grave
La principal hipótesis es que se trató de un ajuste de cuentas por una deuda relacionada con el tráfico de drogas
La víctima del tiroteo en Palmete es un ciudadano marroquí y el móvil, un ajuste de cuentas
Un muerto y dos heridos graves en un tiroteo en Palmete
Algunos vecinos pensaron que se había tratado del choque de un coche. Otros, que estaban tirando unos petardos. Y algunos, que unos okupas volvían a forzar la puerta de algún inmueble vacío para vivir allí. Pero no fue nada de eso, fue un tiroteo que se saldó con la muerte de una persona en la calle Libertad, en el barrio de Palmete, y por el que ya hay un primer detenido, un hombre de nacionalidad española que también resultó herido en el ataque y que fue arrestado cuando se le dio el alta en el hospital. La víctima mortal es un ciudadano marroquí y el móvil, un ajuste de cuentas relacionado con el tráfico de drogas. Según los primeros indicios, existía una deuda que no se había pagado.
Todo ocurrió sobre las diez y media de la noche del sábado, la hora de la primera llamada a los servicios de emergencias. Quien abrió fuego lo hizo desde un coche. Al margen del fallecido, dos hombres resultaron heridos. Uno, el hermano del difunto, fue alcanzado en el pecho y se encuentra en estado grave en el hospital Virgen del Rocío, adonde fue trasladado en un vehículo particular que acto seguido se marchó. El otro, el sospechoso detenido, acabó con una pierna dañada y también pasó por el centro sanitario, según informaron fuentes del caso.
El rastro que han dejado las balas en la calle Libertad apunta a varias ráfagas de fuego. Decenas de pequeños agujeros todavía eran visibles en la mañana del domingo en la chapa de un inmueble, en el chasis de algunos coches... También era patente el trozo de acera donde habían caído abatidos los tiroteados. La prueba irrefutable era el reguero de sangre ya reseca que cruzaba la calle entre el 66 en el lado de las casas pares y el 51 en la de impares y unía dos charcos rojos, uno a cada lado de la vía.
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