La Policía detecta un incremento de los tirones por la subida del precio del oro
Los delincuentes buscan ahora más las joyas que los bolsos, puesto que pueden llegar a obtener más de 20 euros por cada gramo · Nervión, Bami y la Ronda del Tamarguillo son las zonas más afectadas
La crisis económica ha reactivado uno de los delitos más clásicos y que había quedado casi en desuso: el tirón. Propia de los años 80, esta modalidad delictiva ha resurgido con fuerza en Sevilla en los últimos meses de la mano del incremento desmesurado del precio del oro, que ha alcanzado los niveles más altos de la historia. Esto ha provocado que cada día se registren en Sevilla una media de entre 2 y 5 tirones en los que ya se buscan tanto bolsos como gargantillas, cadenas y otras joyas a las que se les pueda sacar luego un dinero fácil.
El modus operandi es el mismo de antaño. Dos jóvenes en un ciclomotor circulan por la acera, se acercan a un peatón y le arrancan el bolso o las joyas de valor para huir luego a toda velocidad. Las zonas en las que más se ha notado este repunte son principalmente Nervión, la ronda del Tamarguillo y el distrito Sur, sobre todo en las inmediaciones del Hospital Virgen del Rocío, en el barrio de Bami. En el centro, donde antiguamente se daban con más frecuencia que en otras zonas, ahora han descendido mucho gracias al trabajo del grupo Hércules, la unidad de motoristas de la Policía Nacional que patrulla el casco antiguo.
La novedad de los tironeros del siglo XXI es que buscan más las joyas que los bolsos o carteras. Tiene su explicación. El oro se ha convertido en uno de los metales más preciados. Tanto que el pasado 9 de noviembre se alcanzó el récord histórico de su valor, con 1.424,30 dólares la onza en la Bolsa de Nueva York. En la calle, esto se ha traducido en que pueda pagarse hasta 23 euros por gramo de oro cuando hace dos años se pagaban sólo 10.
Este auge del oro ha llevado a una proliferación de establecimientos dedicado a la compraventa de este metal. En el año 2008 había en Sevilla ocho tiendas dedicadas a ello. En diciembre de 2009 esa cifra se había multiplicado hasta las 46. Actualmente, hay más de 180 negocios. Muchos de ellos son joyerías que han solicitado el permiso necesario para poder comprar oro ante la caída de las ventas por la crisis económica.
La competencia entre estos negocios es feroz. Lo normal es que paguen entre 18 y 20 euros el gramo, pero se pueden llegar a obtener hasta 23 euros. "Y si un cliente viene diciendo que les han ofrecido en otra tienda 23,05 euros, yo le ofrezco 23,10. Cinco céntimos es una cantidad importante aquí. Lógicamente cuanto menos paguemos más beneficios tendremos, pero es cierto que el precio del oro se ha disparado y por eso existen tantas tiendas", explica un comerciante del centro de Sevilla que prefiere permanecer en el anonimato.
La explicación de la subida del oro está en la propia crisis económica. En momentos de recesión económica, el oro se considera un valor refugio, mucho más seguro que cualquier moneda. Invertir en oro es más seguro que hacerlo en otros negocios como la construcción y da una rentabilidad bastante alta a medio y largo plazo. Incluso hay quien habla ya de una posible burbuja en torno al precio de este metal similar a la que existía sobre el sector inmobiliario a mediados de la década.
En Sevilla, el perfil de la persona que vende es muy claro. "Es gente tiesa, que busca liquidez muy rápido, que antes no tenía problemas económicos pero ahora sí los tiene y no puede pagar una hipoteca si no vende un collar de la abuela o una joya antigua que tiene en casa". En los compradores también hay de todo. "Antes solían ser sólo las personas de etnia gitana las que invertían en oro, tanto españoles como rumanos. Ahora viene gente que puede pagar porque se trata de un negocio muy rentable". Las tiendas que más venden en Sevilla se concentran en las inmediaciones de la oficina de empeños de la calle Arroyo, donde ahora incluso se desempeñan las joyas para venderlas en estas tiendas.
Cada operación de compra y venta es inspeccionada por la Policía Nacional. Los establecimientos tienen un libro de registro que se envía semanalmente a la Policía para que supervise las operaciones. Se hace así para evitar que puedan venderse objetos robados. El comprador tiene que dejar su DNI. Si tiene antecedentes delictivos o si la joya que se vende ha sido denunciada por robo en los días previos, la operación se anula. La Policía tiene un plazo de 15 días para darle el visto bueno a cada compra o venta de oro. Si se demuestra que la joya es robada y el comprador lo sabe, en ese caso se le puede imputar un delito de receptación, castigado en el Código Penal con entre seis meses y dos años de cárcel. Se trata de un control similar al que existe sobre el cobre, otro de los metales que más ha incrementado su precio.
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