La Policía desaloja la Corrala Utopía tras casi dos años de ocupación
Desalojo de la Corrala Utopía
La expulsión de los últimos 25 inquilinos transcurrió de manera pacífica y sólo hubo incidentes durante unas protestas posteriores, en las que fueron detenidas dos personas.
La Policía Nacional desalojó este domingo la Corrala Utopía, el edificio que se había convertido en un símbolo de la crisis inmobiliaria y de la lucha contra los desahucios en España. Decenas de agentes rodearon el inmueble a las ocho de la mañana y desalojaron a las personas que seguían viviendo dentro, un grupo mucho más reducido que el que tomó este complejo vacío de viviendas el 16 de mayo de 2012. Si en aquella ocasión se ocuparon los 36 pisos, este domingo sólo quedaban ya 9 viviendas ocupadas. Muchas familias optaron por irse voluntariamente antes de que se ejecutara la orden judicial de desalojo, que fue firmada el pasado 4 de febrero. Cuando entró la Policía, quedaban 25 personas, cinco de ellas menores de edad.
El desalojo fue pacífico, tanto que se prolongó en el tiempo más de lo previsto porque los policías permitieron a los ocupas que desayunaran dentro de las casas, que les dieran de comer a los niños y que prepararan sus enseres con cierta calma. Un anciano sufrió una insuficiencia respiratoria y fue atendido por los servicios de emergencias sanitarias del 061. Hubo momentos de tensión, de nervios y de lágrimas, obviamente, pero también agentes que cargaron con mantas, enseres y hasta bombonas de butano.
Sólo después, cuando comenzaron a llegar a las inmediaciones de la corrala un grupo de agitadores, hubo incidentes. Las personas que, desde las diez de la mañana en adelante, iban llegando a apoyar a los ocupas y a protestar por el desalojo intentaron cortar el tráfico de la ronda Norte. Se sentaron en mitad de la calzada y fueron retirados por la Policía. Hubo algún forcejeo, uno de los manifestantes propinó un mordisco en la mano al policía que lo retiraba de la calzada y poco más. Media hora después hubo otro intento de cortar el tráfico, más forcejeos, empujones y el mismo joven del bocado que terminó detenido por un delito de desobediencia tras propinar un empujón a uno de los agentes.
Mientras tanto, por la parte trasera del edificio, la que da a la avenida Sánchez Pizjuán, iban saliendo los desalojados. Cargaban sus escasos enseres y los iban amontonando junto a una pared. Fuera recibían abrazos de familiares y el apoyo de las personas que le han ayudado durante los casi dos años que ha durado la ocupación. Una de ellas era Patricia, una joven que estudia caracterización y que vivía en la corrala con su madre y su hermano. "Me llamó una vecina a las ocho de la mañana para decirme que estaba todo lleno de furgones de la Policía. Pensé que podía ser cualquier cosa menos el desalojo porque sabíamos que había una negociación abierta y creíamos que hasta el 30 de abril podríamos estar aquí. Luego ya oímos porrazos y vimos que subían los policías con machotas".
No hizo falta romper las puertas, salvo en uno de los bloques. En las entradas de los edificios y en las puertas de las azoteas se había instalado un curioso sistema para impedir el desalojo, con vigas ancladas al suelo mediante gavillas. En la mayoría de las puertas este sistema de cierre no estaba colocado en el momento en que llegó la Policía, por lo que no tuvieron que intervenir los agentes de operaciones especiales, que esperaban en la calle.
A las nueve familias desalojadas este domingo se les ofreció el realojo por parte de los servicios sociales, algo que muchas rechazaron. La alternativa era un albergue o un hostal, por lo que la mayoría decidió marcharse con sus familias o permanecer en la calle. Así lo apuntaba otra de las desalojadas, Toñi Rodríguez, que aseguraba que dejaría a su hijo de catorce años en casa de un familiar pero que ella seguiría la lucha "desde la calle". "No nos vamos a ir a un albergue. Estamos como hace dos años, en la calle, y desde la calle vamos a continuar con esta lucha".
Entre los desalojados había una cierta sorpresa. Aunque esperaran que se ejecutara la orden, no pensaban que el desalojo se produjera cuando aún sigue abierta la negociación entre el Ayuntamiento, la Junta e Ibercaja, propietaria del inmueble. Muchos de los afectados se sintieron abandonados por los políticos. Sólo uno de ellos, el portavoz de IU en el Ayuntamiento José Manuel García, se desplazó este domingo a la corrala. El concejal calificó de "increíble" y "nefasto" el desalojo y lamentó que llegue cuando las conversaciones iban "por buen camino". García pidió a Zoido el realojo inmediato de estas familias y recordó que el Ayuntamiento tiene 400 viviendas vacías.
Una vez consumado el desalojo, los manifestantes en apoyo de la corrala intentaron cortar el tráfico en la calle Torneo, pero un fuerte dispositivo policial lo impidió. A primera hora de la tarde un grupo de personas se dirigió a la Catedral. Cuatro de ellas intentaron iniciar un encierro pero fueron desalojadas por la Policía y el servicio de seguridad del templo metropolitano. Aquí fue detenida una segunda persona. Tanto este arrestado como el primero pasarán posiblemente hoy a disposición de la autoridad judicial. También se celebró una asamblea en la Plaza Nueva, donde decidieron quedarse a dormir, acampados ante el Ayuntamiento. Así terminó la jornada en que se puso fin al símbolo. Ahora arranca la pelea política.
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