La Policía blinda las Tres Mil para derribar diez patios ilegales
Habían sido construidos por los vecinos ocupando parte de la acera.
En uno de los patios ilegales de las Tres Mil Viviendas derribado este miércoles podía leerse un cartel con el nombre de Villa Loli. Como si de un chalé se tratase, quienes lo construyeron quisieron honrar así a alguna de las vecinas que disfrutara de él a diario. Los patios ilegales son unas construcciones típicas en el Polígono Sur y contra ellas ha habido durante años una cierta relajación por parte de la Administración. El anterior comisionado, Jesús Maeztu, ya inició una campaña para eliminarlos, pero la falta de control hizo que volvieran a surgir a puñados por todo el barrio, sobre todo en la zona de Murillo.
Estos patios no son ni más ni menos que una parte de la acera en la que alguien ha plantado un muro de ladrillo o una cerca metálica y ha decidido hacer vida en ella. Luego hay quien ha tomado la luz y el agua de la red pública de abastecimiento, lo ha llenado de macetas y se ha fabricado su jardín casero en mitad de la calle, ha sacado una mesa y unas sillas para sentarse al fresco o ha diseñado un lugar para guardar mascotas.
Contra estas construcciones ilegales emprendieron este miércoles las administraciones públicas una operación en la que participaron 65 policías, operarios de Lipasam, trabajadores de los servicios sociales, empleados de las compañías de abastecimiento de electricidad y agua y miembros del equipo del Comisionado para el Polígono Sur, entre otros departamentos. La operación se centró en la calle José Sebastián Bandarán, a la espalda del centro cívico El Esqueleto.
La Policía blindó la calle para garantizar la seguridad de los trabajadores que iban a derribar los patios. La Policía Nacional aportó 40 agentes a caballo, en moto y en varios furgones, mientras que la Policía Local desplazó otros 25 funcionarios. Ante tanto despliegue, a los vecinos sólo les quedó la opción de protestar. Los servicios de emergencia social estuvieron presentes por si detectaban a algún menor sin escolarizar. También acudieron trabajadores del servicio zoosanitario, que retiraron varios perros y tres patos, que eran guardados en uno de los patios.
La operación comenzó sobre las nueve y media de la mañana y marchó de manera rápida. Villa Loli fue de los últimos en caer, junto con un patio cercado por una alambrada por la que subía una enredadera. Nada se resistió a las mazas, martillos y radiales de los obreros.
Al término de la jornada habían sido destruidos diez patios. Seis de ellos no superaban los 25 metros cuadrados, pero los otros cuatro sí tenían más de 150 metros. Los bloques en los que estaban son los que van del 155 al 158, en la zona conocida como Los Marrones por el color de las fachadas. Hoy continuarán los trabajos y en los próximos días el Ayuntamiento procederá a la reurbanización de la calle.
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