"Quiero volver a patrullar, para eso lucho día a día"

Policía nacional atropellado en Algeciras

El inspector Fran, natural de Coria del Río y atropellado en Algeciras hace casi catorce meses, relata cómo está siendo su recuperación y los recuerdos del momento más crítico de su vida

El inspector Francisco Javier G. S., en la playa algecireña de Getares.
El inspector Francisco Javier G. S., en la playa algecireña de Getares. / Antonio Pizarro

La mañana del 5 de septiembre de 2020, Francisco Javier G. S., inspector de la Policía Nacional nacido en Coria del Río y destinado en Algeciras, se levantó pronto. Su turno empezaba a las siete de la mañana, y siempre solía llegar a comisaría con antelación, por deferencia a los compañeros del turno saliente. A diferencia de otros días, salió de casa ya vestido con el uniforme.

Descripción del accidente.
Descripción del accidente. / Departamento de Infografía

Habitualmente lo hacía con el pantalón reglamentario pero con una camiseta negra. El resto del uniforme y el equipo guardado en un macuto, para terminar de cambiarse en comisaría. Pero aquella mañana se incorporaban los policías de prácticas y él, como jefe, creía que debía recibirlos con el unifome. "No sé, era su primer día y creí que iba a darles una mejor imagen", cuenta, casi catorce meses después.

A su novia, Teresa, le extrañó verlo vestido así cuando se despertó un momento para despedirlo. "Me dijo adiós, te quiero y me dio un beso". Teresa le daría mil vueltas después. Si hubiera ido sin el uniforme, tendría que haberse terminado de vestir en comisaría y hubiera tardado un par de minutos más en salir. Y probablemente no se habría encontrado con el vehículo que lo arrolló causándole unas lesiones muy graves y dejándolo al borde de la muerte.

El policía herido explica cómo fue el impacto.

"Y yo le he dado 200.000. Si salgo antes, si no voy, si me hubiera parado... Pero eso ya no me va a servir de nada. Nada va a cambiar la realidad. Es tiempo perdido. Ya está, pasó así y ojalá hubiera sido de otra forma. Lo cierto es que no hay día en el que, aunque sea unos minutos, la mente se me vaya allí". Allí es el principio de la carretera de los yanquis de Algeciras, donde aquella mañana, todavía de noche, fue atropellado brutalmente por un BMW X5 cargado de hachís, que venía huyendo de una persecución policial tras alijar en Punta Carnero.

El patrullero del inspector Fran se lo encontró de frente. "Un zeta nuestro iba detrás. Nosotros nos lo íbamos a encontrar de frente. Creo –y utiliza este verbo porque no recuerda nada del momento del impacto– que yo intentaría cruzarle el coche para cortarle la huida, pero siempre haciéndolo con seguridad para proteger a Santi. Pero me debí encontrar con tráfico por delante y no pude hacerlo. El BMW le dio primero a mi coche y éste me golpea a mí. Si me da de lleno el BMW, me mata".

El impacto fue brutal. "Dicen mis compañeros que iba a 170 kilómetros por hora". El patrullero acabó volcado en la cuneta a varios metros y el inspector Fran salió volando y quedó malherido en el suelo. "Mis compañeros me salvaron la vida. Tenía una arteria completamente seccionada. Había en el suelo una cantidad de sangre bestial. Me han contado varias personas que no era normal lo que sangraba. Luego la pierna fracturada por varios sitios, en una posición antinatural, metida debajo de mi cuerpo, y también tenía una herida en el tobillo bastante fea, pero lo grave era lo del brazo. Estuvieron haciendo presión, y yo les pedía que aflojaran. Me han contado que les pedía que no apretaran tanto, que me dolía. Y ellos apretaron a tope. Gracias a Dios la ambulancia no tardó mucho. Llegó y me hicieron una especie de torniquete". Hace unos días se encontró con el técnico de la ambulancia que lo atendió. "Me reconoció él a mí y me dijo que se alegraba mucho de verme".

Fran saluda a uno de sus compañeros.
Fran saluda a uno de sus compañeros. / Antonio Pizarro

El Santi al que hace referencia es el policía que iba con él en el patrullero. Es un joven de su pueblo, Coria del Río, que aquel día entraba de prácticas en la comisaría de Algeciras. Era su primer día en la Policía. Fran es para él una especie de referente. Son amigos desde antes de entrar en el cuerpo. Dos noches antes estuvieron cenando juntos en casa de Fran. El inspector recuerda hasta aproximadamente un minuto antes del atropello, o atentado si se prefiere utilizar el término legal.

"Yo recuerdo ir en el coche y que le decía a mi compañero: 'Santi, si paro el vehículo, te bajas rápido y te quitas de la carretera, que esta gente nos arrolla'. Yo lo tenía muy mentalizado, porque lo he visto en otras ocasiones, y sabía que podía pasar, que nos podían arrollar. Y se lo iba diciendo a él, yo tenía más miedo por él que por mí. Yo iba conduciendo porque él no había cogido nunca un coche de Policía. Nunca se había montado. El sabía lo que era la Policía de la Escuela. No sabía ni a lo que íbamos, no tenía el sonido hecho de la malla (la emisora). Yo se lo iba explicando. 'Vamos a por un coche que va cargado de droga y se ha dado a la fuga. Nos lo vamos a encontrar por esta zona, ten cuidado que nos lo vamos a encontrar de frente y si paro el coche, te bajas y corres al arcén'. Recuerdo que íbamos a gran velocidad por la carretera. Ya lo siguiente es despertarme en el hospital".

Santi recibió una cruz al mérito policial con distintivo rojo por su intervención, junto con otros compañeros, para salvar la vida de Fran. Debe ser el caso más temprano de una condecoración que no obtienen la mayoría de los policías a lo largo de toda su carrera. "Él la consiguió 15 minutos antes de que empezara su primer turno de prácticas. Juró el cargo con la cruz".

Fran y su novia, Teresa, con el peñón de Gibraltar al fondo.
Fran y su novia, Teresa, con el peñón de Gibraltar al fondo. / Antonio Pizarro

A pesar de que la memoria ha borrado el recuerdo, Fran estuvo consciente en todo momento. Preguntó por su novia y sus padres. Y fue eso lo que calmó un poco a Teresa al llegar al hospital. Allí se vivieron momentos de gran incertidumbre. "Me desperté y no podía hablar. Tenía la mandíbula rota y sellada. Nadie me sabía dar las explicaciones que yo requería. No me dejaban teléfonos. Tenía una desorientación muy grande". Una de las primeras noticias que leyó hablaba de un policía que había perdido el brazo. "Me miré y lo tenía, le pregunté a mi padre si me lo iban a cortar. Y él es siempre muy optimista y me dijo que no".

Pudo conservar la extremidad, aunque queda mucho trabajo por hacer todavía. No puede coger peso ni hacer fuerza y está molesto por las adherencias. Precisamente mientras estaba haciendo esta entrevista lo llamaron para una próxima intervención quirúrgica.

Lleva ocho operaciones y le quedan por lo menos otras tantas, sin contar las puramente estéticas. Está a la espera de otra intervención en la pierna, que la tiene arqueada y con una dismetría, por lo que ha de caminar con una muleta. "Estoy deseando soltar la muleta porque me hace sentir un poco inútil. Si con un brazo no puedo coger nada y en el otro llevo la muleta, no puedo ni poner la mesa".

El inspector herido recibe el cariño de sus compañeros.
El inspector herido recibe el cariño de sus compañeros. / Antonio Pizarro

Las cicatrices son visibles. Tiene una en la cabeza y una traqueotomía. La del cráneo fue para que le pudieran operar la cara, que la tenía completamente hundida, con varias fracturas. "Así que me cortaron aquí, me bajaron la cara como si fuera una funda, accedieron a la zona que había que operar y me la volvieron a subir", relata, sin ningún tipo de trauma. Tanto es así que accede encantado a acompañar a los periodistas al lugar del atentado, algo que no había hecho aún.

Admite que lo ha pasado muy mal, sobre todo porque se despertó sin ser consciente de la gravedad de sus lesiones. "Yo pensaba que me iba a ir a mi casa y en una semana o dos iba a estar trabajando". Después ya fue asumiendo la situación y hubo momentos de pena, de lágrimas y de emoción, pero también de alegría. Y ahora está centrado en la recuperación. Es posible que tenga que pasar a la jubilación, porque puede necesitar todavía mucho tiempo para recuperarse de las lesiones, pero esa situación puede ser reversible.

"Cuando yo termine mi rehabilitación y esté recuperado, me gustaría volver. Yo sería policía sin cobrar. Mi trabajo me llena plenamente. Y es lo que quiero hacer. Mi objetivo ahora es volver a trabajar de policía y, si puedo, volver a ser coordinador de servicios y trabajar en la calle. Quiero volver a patrullar y para eso lucho día a día. No sé si las lesiones me permitirán volver a ese puesto, pero si no, espero poder estar en algún grupo de judicial, o en algún puesto internaciona. Ya se verá".

La medalla de plata de la Policía Nacional

El inspector Fran recibió el pasado 24 de septiembre la medalla de plata de la Policía Nacional, la más alta distinción que se entrega en vida a un agente. Se la entregó el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en un acto en Valladolid. "Supone un reconocimiento institucional muy importante. Nunca imaginé que iba a ser beneficiario de esta condecoración. Para mí y para mi familia es un orgullo. Eso sí, mis compañeros tienen el mismo o más mérito que yo".

Es licenciado en Derecho y Ciencias Políticas, y accedió a la Policía Nacional como inspector en el turno libre. Estuvo de prácticas en Algeciras y acabó encantando. Decidió quedarse. "Tenía claro que en el momento histórico que está España, había dos lugares para ser policía: el Campo de Gibraltar y Cataluña. En Cataluña la Policía Nacional tiene pocas competencias, y el Campo de Gibraltar me atraía mucho y estaba cerca de mi casa. Así que no me lo pensé, cogí la plaza de Algeciras".

Antes estuvo haciendo una especie de prácticas que llaman aula abierta en Sevilla. Estuvo quince días en la comisaría de Centro y otros quince entre los Grupos de Atracos y Homicidios. En este último estuvo durante la investigación del crimen de una mujer que apareció desnuda y semiquemada en el Parque Amate.

A pesar de que lleva años fuera, se siente profundamente coriano. "No me pierdo una Semana Santa o una Feria de Coria por nada del mundo. Viví en Coria hasta los 28 años y tengo muchos amigos allí. Vuelvo cada vez que puedo". A partir de ahora, asegura que los 5 de septiembre tendrá algo que celebrar. Fue el día en el que estuvo a punto de morir, pero también en el que volvió a nacer.

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