Pistola en mano por San Lorenzo

La detención de un hombre armado en pleno centro de Sevilla, con persecución incluida, permitió a la Policía esclarecer un robo entre narcos

Los efectos intervenidos a los detenidos.
Los efectos intervenidos a los detenidos.
Fernando Pérez Ávila

03 de febrero 2013 - 05:03

Una espectacular persecución, con dos policías locales corriendo detrás de un hombre armado con una pistola en pleno centro de Sevilla, dio origen a una operación policial que permitió esclarecer el robo de una partida de hachís por parte de una pareja de narcotraficantes que pretendía marcharse a Tailandia. La aparatosa fuga frustrada ocurrió la tarde del día de Navidad, pero no ha sido hasta ahora cuando la Policía Nacional ha cerrado la investigación.

Sobre las ocho y media de la tarde del 25 de diciembre, dos policías locales que patrullaban por Torneo vieron una furgoneta que circulaba por la Barqueta sin luces, a gran velocidad y saltándose varios semáforos en rojo en dirección a Plaza de Armas. Los policías comenzaron a seguir el vehículo y éste, una Mercedes Vito de color blanco, hizo un giro indebido en plena avenida para tomar la calle Guadalquivir en dirección prohibida. La furgoneta siguió la huida por San Vicente, Narciso Bonaplata y Capitán Pérez, donde el conductor dejó el vehículo y continuó la fuga a pie.

Mientras un policía se quedaba en la furgoneta, el otro se marchó tras el sospechoso, continuando la persecución a la carrera por Curtiduría, Marqués de la Mina, Alcoy y Santa Clara. Varios testigos vieron al individuo portando una pistola en la mano y así se lo comunicaron al agente. Éste, al llegar a la Plaza de San Lorenzo, volvió a darle el alto al sospechoso, que hizo caso omiso y siguió corriendo hacia la calle Cantabria. Fue allí donde el hombre se vio acorralado y fue detenido por el policía que le perseguía, que tuvo que encañonarle y tumbarle en el suelo para colocarle las esposas. La pistola fue encontrada en la misma calle.

El detenido, un ciudadano danés de 38 años con domicilio en Utrera e identificado como J. V., portaba una mochila en la que llevaba 146.000 euros en metálico, más otros 1.200 que tenía en una cartera, cuatro teléfonos móviles de la marca Samsung, un reloj de lujo Richard Mille y un pasaporte danés a nombre de otra persona. En el coche, que había sido alquilado en Madrid, se encontraron otros cuatro móviles Samsung, dos Nokia, un Sony Ericsson, dos llaves de coches Volkswagen, un reloj Celtium, cinco pastillas de hachís, seis bolsas de metadona y dos lágrimas de heroína.

La pistola era una Walter P-88, que el detenido dijo haber comprado en las Tres Mil Viviendas por 2.500 euros. El arma tenía el número de serie borrado. Tras ser detenido, el sospechoso confesó a los agentes que guardaba otros 100.000 euros en el hotel Colón, donde iba a reunirse con su novia, una mujer identificada como M. I. G. E., nacida en Barcelona y conocida por ejercer la prostitución en la carretera de Su Eminencia.

A partir de aquí, el caso pasó a la Policía Nacional, cuya Unidad de Drogas y Crimen Organizado inició una investigación que concluyó con otra detención más y el esclarecimiento del asunto. El ciudadano danés estaba inmerso en una operación de venta de 500 kilos de hachís. El dinero que llevaba encima provenía de una partida de droga que la pareja había guardado en su domicilio de Utrera y que pertenecía a un narcotraficante afincado en la Costa del Sol.

Cuando entregaron la mercancía a unos compradores ya concertados, decidieron fugarse con todo el dinero y emprender viaje a Tailandia. Sus planes se frustraron al carecer ella de pasaporte. Eso hizo que se retrasaran sus planes, por lo que dejaron su casa de Utrera para ocultarse en el hotel Colón. El danés estaba cada vez más nervioso y asustado, ya que recibía continuas amenazas por parte de la organización a la que había engañado. Pensando que podrían localizarlo en cualquier momento, obligó a su pareja a montar guardia en el hotel para custodiar el dinero, sin salir de la habitación durante varios días y agrediéndola físicamente incluso. Por ello pagó 2.500 euros por el arma, que se encontraba en perfecto estado y que llevaba un cartucho en la recámara, lista para disparar.

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