La Perla ingresará en prisión por el tiroteo de las Tres Mil Viviendas

Junto a la matriarca del clan también han ingresado otros familiares para cumplir las condenas impuestas por la Audiencia

María del Carmen Barrera Hernández, 'la Perla', en una entrevista con este periódico en agosto de 2015.
María del Carmen Barrera Hernández, 'la Perla', en una entrevista con este periódico en agosto de 2015. / Victoria Hidalgo
Jorge Muñoz

17 de diciembre 2016 - 02:33

María del Carmen Barrera Hernández, la matriarca del clan de los Perla, ingresará la próxima semana en prisión para cumplir la pena de dos años que le fue impuesta, tras haber sido condenada por conspiración para cometer un delito de homicidio, en relación con un tiroteo que protagonizaron sus familiares el 21 de agosto de 2013 y en el que falleció la niña de 6 años Encarnación Silva Salguero.

La Sección Cuarta de la Audiencia de Sevilla, que dictó la sentencia de este caso tras el acuerdo alcanzado entre las partes, ha decidido ahora que la matriarca del clan debe ingresar en la cárcel, a pesar de que la pena impuesta es de sólo dos años. El tribunal ha tenido en cuenta los antecedentes que María del Carmen Barrera acumulaba por varios delitos contra la salud pública, según confirmaron fuentes del caso, que señalaron que la Audiencia ha fijado su ingreso voluntario en prisión para la próxima semana.

Otros acusados que fueron condenados tras la importante rebaja de las peticiones realizada por la Fiscalía también han ingresado en prisión o lo van a hacer en fechas próximas, mientras que la Audiencia sí que ha suspendido la pena impuesta al yerno de la Perla, Raúl J. B., que fue condenado a dos años también por un delito de conspiración para cometer un homicidio. En este caso, el joven no tenía antecedentes, por lo que se dan los requisitos para suspender su encarcelamiento, agregaron las mismas fuentes.

El tiroteo que acabó con la vida de la niña Encarnación Silva Salguero se cerró con una condena de 14 años de prisión, otra de 11 años, ocho más de dos años, y una fuerte indemnización de 400.000 euros. En el juicio, diez de los 14 acusados reconocieron su participación en los hechos y otros cuatro lo negaron, lo que llevó a la Fiscalía a rebajar de manera importante las peticiones de condena para los procesados que incluso alcanzaban los 80 años de prisión.

La Fiscalía rebajó a sólo 14 años de cárcel la pena solicitada para Antonio Girón Molina, el Coleta -que se enfrentaba a 80 años de prisión-; a 11 años de prisión para su hijo, José Antonio Girón -que se enfrentaba a una pena de 78 años-, y en principio la gran beneficiada era la matriarca, María del Carmen Barrera Hernández, la Perla, que vio cómo se reducía la petición de condena a sólo dos años de los 54 que se le reclamaban inicialmente. Pero a pesar de la importante rebaja, la Perla no eludirá la cárcel.

A estos tres acusados se les acusaba inicialmente de diez delitos -uno de homicidio, siete intentos de homicidio, salud pública y tenencia ilícita de armas-, si bien todos los implicados reconocieron finalmente que la matriarca no participó en el tiroteo, sino que se quedó en el domicilio.

A otros ocho miembros del clan, a los que también se pedían condenas de hasta 48 años, se redujo la petición de condena también a dos años de prisión. Y a cuatro más se solicitó la absolución.

Junto a la importante rebaja en las penas de prisión, el acuerdo incluía una fuerte indemnización de 400.000 euros para los padres de la menor fallecida, dinero que se ha sacado de los 510.439 euros que la Fiscalía consideraba que inicialmente procedían del tráfico de drogas y que ahora, en el nuevo escrito de conclusiones, la fiscal señaló que es propiedad de los acusados "sin que conste su procedencia ilícita".

El juicio se inició con un simulacro de interrogatorio, en el que la fiscal planteó varias preguntas a los 14 acusados, encaminadas al reconocimiento de los hechos y a que dijeran la procedencia del dinero, que todos aseguraron que proceden de los "ahorros" de la familia y añadieron que estaban dispuestos a destinarlo a la indemnización de la familia.

Antonio Girón, el Coleta, y su hijo José Antonio admitieron que la noche del 20 de agosto tuvieron una reunión en su casa en la que decidieron "vengarse" de Rafael G. J., apodado Faíto, quien según el Ministerio Público venía adquiriendo cocaína del clan de los Perla, a los que pagaba mensualmente hasta que "comenzó a retrasarse en los pagos, originándose una deuda a favor de los Perla".

Padre e hijo cogieron armas y se dirigieron al domicilio del hermano de Faíto, donde éste estaba refugiado con su familia, y abrieron fuego con intención de matarlo. Ambos añadieron que la matriarca del clan se había quedado en casa y no participó en el tiroteo, a pesar de que un testigo protegido que presenció el tiroteo ratificó en la fase de instrucción su declaración en la que situó a la matriarca del clan, María del Carmen Barrera, en el escenario del crimen e incluso le atribuyó sin duda alguna su participación en el mismo. El testigo protegido aseguró en su momento que cuando se produjo el tiroteo, vio a la Perla portando un arma pequeña, disparando al tiempo que gritaba: "Matad al Faíto, Chata sal, me cago en tus muertos. Yoni sal, maricona". Al testigo protegido le llamó especialmente la atención cómo disparaba la matriarca del clan, porque eran tantos los disparos que movía la mano de izquierda a derecha, alcanzando toda la fachada. En una de las ráfagas se le fue la mano hacia arriba, momento en el que, según este testimonio, se le acercó el hijo y le dijo: "Mamá ya está bien, que vas a matar a las personas de arriba".

Al inicio del juicio en la Sección Cuarta de la Audiencia de Sevilla no asistieron ninguno de los familiares de la menor que falleció en el tiroteo. Los padres de la niña y otros familiares prefirieron no acudir a la vista oral para evitar que se produjeran "altercados", dado que temían posibles "represalias" del clan de los Perla.

De hecho, muchos testigos que debían comparecer en el juicio no pudieron ser citados por el tribunal y algunas de estas personas dijeron que "tenían miedo", por lo que "preferían perder la amistad con la familia de la fallecida que perder su vida".

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