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Pequeños robos, gran expolio

Los azulejos de Olavide están desapareciendo de las calles debido a las sustracciones para el mercado negro

Triana es uno de los barrios más castigados por el expolio. Un ejemplo: la esquina Fabié-Pureza.
Luis Sánchez-Moliní

08 de enero 2012 - 05:03

Un lento pero implacable expolio está acabando con los llamados azulejos de Olavide. Decenas de pequeños robos están privando lentamente a la ciudad del recuerdo más visible de su primera organización racional como espacio urbano a finales del siglo XVIII. Frente a este proceso, el arquitecto Juan Ramón Sánchez-Suárez lleva más de 30 años documentando estas piezas que, embutidas en los muros de las casas y edificios públicos, informaban a los sevillanos del punto exacto de la ciudad en el que se encontraban mediante un moderno sistema de división en cuarteles, barrios y manzanas, todo un avance frente al confunso sistema bajomedieval de las collaciones (parroquias).

Los datos no pueden ser más desoladores: de los "miles" de azulejos que se instalaron a finales del siglo XVIII, actualmente apenas quedan 101. En sólo 30 años se han documentado la desaparición de, al menos, 41 azulejos. En concreto, según los datos de Sánchez-Suárez, quedan 34 piezas de las que informaban del "cuartel-barrio-manzana", 31 con los nombres de calles o plazas, 6 en las que se especifica el nombre de un edificio en concreto y, finalmente, 30 con numeración de casas. "Estos datos, por supuesto, son revisables", aclara.

"Tengo un mapa con la ubicación de todos los azulejos de Olavide que aún permanecen en su lugar de origen, pero lo guardo como oro en paño, porque es una guía perfecta para futuros robos", señala Sánchez-Suárez, quien también ha formado un valioso archivo fotográfico de las piezas. Por su parte, los especialistas en cerámica antigua José Ramón Pizarro y Cristina García aseguran que existe un mercado negro en el que estos azulejos "alcanzan un elevado precio, por lo que se hace más que apetecible su sustracción". Por ejemplo, la famosa colección Carranza tiene uno de estos azulejos "que actualmente son muy imitados, como se puede observar nada más con darse un paseo por el centro. Incluso hay casos de azulejos de cuartel-barrio-manzana colocados en fachadas que son imitaciones actuales de los originales desparecidos", comenta el arquitecto.

Juan Ramón Sánchez-Suárez ha observado con impotencia como, desde la década de los 80 (fecha en la que comenzó su investigación cuando aún era estudiante), no paran de desaparecer azulejos y recita alguno de los lugares del expolio: la plaza del Pozo Santo, Santa Catalina... "Pero es en Triana, quizás, donde el saqueo ha sido mayor: esquinas de las calles Fabié y Pureza, Fortaleza con Troya, Rocío con Pureza, calle Alfarería, etcétera".

Los azulejos se realizaron para una función informativa y no artística. Sin embargo, tanto su curiosidad como su elaboración artesanal los convierten en piezas de gran valor. Todos están ejecutados bajo el mismo esquema y tipografía (aunque puede variar el cuerpo de ésta), con fondo blanco, un marco de azul cobalto y las letras negras realizadas con manganeso. Asimismo, todos están encabezados con una cruz (como se puede ver en las ilustraciones que se reproducen). Esta unidad tipológica es, precisamente, una señal de modernidad y, al mismo tiempo, refuerza la idea de que pueden ser protegidos como conjunto, algo que actualmente se echa de menos.

ANTES

Los dos azulejos que se

encontraban en la fachada

DESPUÉS

Actualmente, sólo queda uno

de los azulejos

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