Pedro González-Trevijano ingresa en la Real Academia de Medicina de Sevilla
El ex presidente del Tribunal Constitucional repasa en su discurso el derecho a la protección de la salud
"El derecho no puede vencer a la naturaleza", explica el jurista durante su ponencia
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El jurista Pedro González-Trevijano ingresó este domingo en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla. Lo hizo con un discurso titulado El derecho a la protección de la salud (a la luz de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional), en el que el ex presidente del Alto Tribunal desgranó durante más de cuarenta minutos la relación entre salud y derecho en la doctrina constitucional española.
González-Trevijano es ya académico de número de la institución y ocupa la plaza que dejó a su muerte Manuel Olivencia, para el que tuvo cariñosas palabras y del que recordó los tarjetones de felicitaciones que le mandaba de puño y letra. Trevijano es madrileño pero se siente ursaonense por parte de su familia paterna, y en el acto le acompañaba el presidente del Casino de Osuna, así como el magistrado del Tribunal Constitucional Santiago Martínez-Vares.
El nuevo miembro de la Academia de Medicina comenzó su discurso manifestando sus cuatro estados de ánimo "formalmente visibles" en la mañana de este domingo, que eran los de agradecimiento, responsabilidad, emulación y satisfacción. Y lo hizo con una demostración de erudición a base de referencias a Cicerón, a Joseph Conrad, a Gregorio Marañón y a Winston Churchill, entre otros.
Admitió el nuevo académico cierta "sensación de orfandad" por no pertenecer al ámbito de las ciencias de la salud, pero sí es cierto que que no es un mundo que le sea del "todo ajeno", pues su padre era doctor en farmacia con botica en Madrid y tiene varios tíos médicos y enfermeros. "Nada me gustaría más que me consideraran uno de los suyos", apuntó, citando al personaje de Lord Jim. Y luego tiró de Churchill para recordar que "la salud es un estado provisional que no augura nada bueno".
A partir de aquí, el ponente hizo un repaso histórico a cómo las diferentes constituciones españolas recogieron el derecho a la salud, del que ya había referencias en la de 1812 y también se consagraba en la de 1931 como una "competencia exclusiva del Estado para prestar asistencia a los enfermos".
La Constitución Española de 1978 recoge el derecho a la salud en el artículo 43, que incluye tres puntos. El primero es el propio reconomiento del derecho a la protección de la salud. El segundo otorgar a los poderes públicos la competencia para organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios. El tercero también apunta que los poderes públicos fomentarán la educación sanitaria, la educación física y el deporte, así como la adecuada utilización del ocio.
"Estamos ante una constitución en línea de la portuguesa de 1976 y la italiana de 1946", dijo González-Trevijano. La titularidad básica se asigna al Estado, si bien luego se abre la posibilidad de que sean las autonomías las que recojan esas competencias sanitarias, para lo que se ha aceptado un "amplio margen". "Hoy todas las comunidades autónomas han asumido competencias en materia de sanidad".
Recordó el orador que, a pesar de estar incluido en la Constitucion, "el derecho no puede vencer a la naturaleza, pues no corresponde al derecho garantizar lo que la naturaleza no permite", una frase que luego sería destacada por el presidente de la Academia, Carlos Infantes, durante su intervención final. Igualmente, apuntó que "gratuidad" no es sinónimo de "universalidad" en la asistencia sanitaria.
González-Trevijano concluyó su discurso repasando una serie de situaciones en los que el derecho a la protección de la salud entra en confrontamiento con otros derechos fundamentales, como el de la vida y a la integridad física. Citó por ejemplo el caso de la huelga de hambre de los presos del Grapo, y que el Constitucional permitió alimentar de manera forzosa a la administración penitenciaria.
O también los más recientes conflictos derivados de la pandemia del covid-19, con la vacunación y las restricciones de movilidad y confinamientos y la prórroga del estado de alarma, que fueron declarados inconstitucionales por el Alto Tribunal. Para que encajaran en la Constitución, el Gobierno tendría que haber decretado el estado de excepción y no el de alarma, recordó el jurista.
El derecho a la protección de la salud también confronta con el derecho a la autodeterminación de la propia muerte, es decir, a la ley de la eutanasia, que salió adelante con el visto bueno del Tribunal Constitucional pero con cuatro votos particulares en contra. González-Trevijano admitió que él también hubiera votado en contra.
Cerró el acto el presidente de la Academia, Carlos Infantes, que se cuestionó también sobre la importancia de la salud mental y se planteó si la sociedad actual está enferma, a lo que respondió de forma afirmativa. Apuntó los casos de suicidios entre adolescentes, la soledad y la frustración que supone para una sociedad democrática garantizar algo que no se puede cumplir, como es efectivamente la protección de la salud. Fue ahí donde recordó la frase de González-Trevijano acerca de que el derecho no puede vencer a la naturaleza.
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