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Casa de los Pinelo: La evolución de una joya del Renacimiento en Sevilla
Patrimonio
Los doctores Pedro Barrero y Antonio Gámiz, arquitectos y profesores de la US, han realizado nuevas investigaciones que arrojan luz sobre aspectos desconocidos de la casa que acogió a canónicos, fue una pensión y que fue regalada por El Corte Inglés a la ciudad
Luz sobre la Casa de los Pinelo. Este palacio situado en la calle Abades es una de las grandes joyas de Sevilla, y a la vez muy desconocido para la mayoría. Construido en torno al año 1500 por el comerciante genovés Francisco Pinelo, forma parte de ese conjunto de casas-palacio imprescindibles de la ciudad, como la de Pilatos o las Dueñas. La avatares históricos y arquitectónicos de este lugar son tremendamente atractivos, aunque hasta ahora no estaban lo suficientemente estudiados y documentados. La reciente tesis doctoral de Pedro Barrero Ortega, arquitecto y profesor de la Universidad de Sevilla, ha dado lugar a una serie de publicaciones de las que es coautor Antonio Gámiz Gordo, también arquitecto y profesor de la Hispalense, que arrojan nueva luz sobre diversas cuestiones: un texto del siglo XVI, la pensión que fue durante cerca de 80 años, y sus techumbres, especialmente del bello artesonado de lacería en su entreplanta.
El trabajo de los doctores Pedro Barrero y Antonio Gámiz aporta importantes cuestiones inéditas y una valiosa documentación gráfica. Uno de los más interesantes documentos que han sido analizados –con resultados publicados como capítulo de libro– es un "apeo y deslinde" o texto del año 1542, que permite conocer y datar importantes elementos arquitectónicos, después de la venta del edificio al Cabildo Catedralicio, en 1523. "Lo encontró Teodoro Falcón en la biblioteca Colombina. Fue redactado por un alarife para la Catedral de Sevilla y aporta mucha información. Nosotros lo hemos estudiado para conocer transformaciones poco conocidas del edificio y para confirmar qué elementos son originales, cuales se han modificado o cuales han desaparecido", explica Barrero.
Este documento de 1542 ofrece una detallada descripción del patio de honor y permite desmontar algunas teorías, según explican los investigadores: "Se detallan las galerías bajas con sus columnas de mármol y los encuentros con la crujía sur. La descripción de los arcos de yesería y sus medallones con figuras corrobora que éstas no pudieron inspirarse en la posterior obra titulada Los Siete Libros de la Diana, de Jorge de Montemayor, que se publicó en Valencia en 1559”.
El apeo de 1542 también describe la galería alta de este patio, indicando que no había decoración en dicha planta, en contraposición a la baja. Aunque se ha llegado a decir que en el siglo XVI no había galería alta, el texto ratifica su existencia en aquel tiempo. Además, "un dibujo atribuido a Harriet Ford de 1833 corrobora que los arcos de planta alta no estaban decorados. La ornamentación de dichos arcos se completó en la restauración realizada por Rafael Manzano", sostiene Pedro Barrero.
Gracias al apeo de 1542 también se sabe que la antigua huerta, actual jardín, era de crucero, estaba abastecida por una noria, y tenía una pila de mármol y una escultura de una mujer que echaba agua por los pechos. En dicho documento se ha comprobado la existencia de una qubba o pabellón de recibimiento en el patio del apeadero: "Se ha identificado claramente en una fotografía tomada desde la Giralda hacia 1920. Fue desmontado por Jesús Gómez-Millán durante las intervenciones que acometió en sus cubiertas. Por entonces también se sobreelevó la cubierta de la escalera principal", apuntan los investigadores. Además, el texto confirma que la entrada original del XVI existía en su actual ubicación.
El estudio de los techos
Los autores han revisado en un artículo publicado en la revista Ge-Conservación las poco conocidas intervenciones o restauraciones de techumbres dirigidas por los arquitectos Jesús Gómez-Millán y Rafael Manzano Martos entre 1967 y 1981. Se ha constatado que la mayor parte de los techos originales conservados se encuentran en la planta baja, hoy ocupada por la Real Academia de Buenas Letras. Los de planta alta, al estar más expuestos a las inclemencias del tiempo han sufrido un mayor deterioro y muchos de ellos tuvieron que ser sustituidos en el siglo XX. "Para nuestra investigación se ha realizado un exhaustivo levantamiento gráfico de todos los techos. A partir de ahí, considerando lo recogido en el apeo de 1542, hemos distinguido lo original de lo que no lo es, lo que ha cambiado de sitio o tiene otra procedencia. No existe un patrón fijo", explican los profesores de la US.
El mejor de los artesonados conservados del siglo XVI es el del actual Salón de Plenos de la Real Academia de Bellas Artes, situado en la entreplanta con acceso desde la escalera principal. "Es uno de los más mudéjares del palacio. Cuenta con blasones de los Pinelo, representados por piñas; y tres medias lunas alusivas al apellido de María de la Torre, mujer de Francisco Pinelo", explica Pedro Barrero.
Sobre esta techumbre tan singular ambos profesores han publicado un artículo científico en ISPRS International Journal of Geo-Information, del que también es coautor el doctor Juan Francisco Reinoso Gordo, profesor de la Universidad de Granada. Se han usado técnicas digitales –escáner 3D y fotogrametría– para analizar sus deformaciones geométricas y obtener una fidedigna recreación virtual que facilitará su conservación y difusión patrimonial. "El techo tiene importantes deformaciones. En algunos puntos se aprecia una flecha de más de 20 centímetros. Fue atirantado interiormente por el arquitecto Jesús Gómez-Millán hacia 1967 y por eso hoy presenta esas irregulares deformaciones que por primera vez hemos cuantificado con precisión digital".
La capilla doméstica también conserva su artesonado, aunque el techo de la antecapilla -también original- fue trasladado desde otra zona de la propia casa. El bello techo de casetones del siglo XVI conservado sobre el estrado del salón de actos de Bellas Artes sirvió como modelo para el diseño del techo del salón de actos de Buenas Letras, en la planta baja, restaurado por Rafael Manzano. También son originales los techos de la galería baja del patio de honor. Sin embargo, el artesonado de la escalera principal fue reconstruido por Manzano a partir de restos procedentes de anticuario.
La transformación en pensión
Entre 1885 y 1964 la Casa de los Pinelo acogió la Pensión Don Marcos, nombre que hacía referencia al sacerdote Marcos de la Rosa Jurado, nacido en Calañas (Huelva), que había alquilado el inmueble a José de la Portilla. Durante este tiempo, el edificio sufrió importantes transformaciones, muchas de ellas reversibles, para aprovechar todo el espacio disponible. "Se reajustó toda la distribución para poder albergar hasta 75 habitaciones. Por ello, se cerró la entrada principal y se modificó el acceso hacia el patio de honor. Se tabicó la galería alta, el salón de actos de Buenas Letras era el comedor, la capilla un cuarto de baño...", indica el profesor Antonio Gámiz. Entonces el edificio llegó a tener cerca de 400 metros cuadrados adicionales.
La pensión Don Marcos fue un pionero establecimiento turístico al aparecer entre las primeras tarjetas postales a color sobre Sevilla, que fueron impresas por Purger & Co en Múnich hacia 1902. Tuvo una etapa inicial con numerosos seminaristas acogidos –ofrecía para ello 20 becas–, y una etapa final más decadente, con importantes problemas de conservación que desembocaron en la expropiación. Entre sus populares huéspedes destacan Luciano Rivas Santiago, deán de la Catedral que vivió allí más de 40 años; el catedrático de Lengua y Literatura Luis Morales Oliver, el académico José Luis Comellas o el propio arquitecto y académico Rafael Manzano, que se alojó en la antecapilla, donde según la tradición nació San Juan de Ribera. Una carta inédita revela cómo la pensión acogió durante la Guerra Civil a muchas personas que venían huyendo del bando republicano.
Tras iniciarse el expediente de expropiación, Ramón Areces, en representación de El Corte Inglés, entregó al alcalde de Sevilla un cheque cuyo importe era el equivalente al valor de dicha expropiación, tratando de compensar la destrucción del palacio de los Sánchez-Dalp, en la plaza del Duque, para levantar allí su primer centro comercial en Sevilla. La casa pasó entonces a ser propiedad del Ayuntamiento de Sevilla, siendo alcalde Félix Moreno de la Cova.
Según detallan Barrero y Gámiz en el artículo publicado en Quiroga, Revista de Patrimonio Iberoamericano, entre 1967 y 1971 Jesús Gómez-Millán sustituyó las deterioradas cubiertas, eliminó las particiones de la pensión y recuperó la arquería alta del patio principal. Entre 1969 y 1981, fue Rafael Manzano el que completó la restauración de la Casa de los Pinelo para acoger las Reales Academias de Bellas Artes y Buenas Letras. También proyectó y construyó un nuevo edificio colindante para la nueva sede la Real Academia de Medicina vinculado funcionalmente a través del jardín.
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