"Si mi hijo no sabe ni poner la cadena de la bicicleta, ¿cómo va a fabricar una bomba?"
Padre del detenido por yihadismo
Abderrahim Bouhdidi, imán de Su Eminencia y padre del presunto yihadista detenido, cree que es "imposible" que su hijo preparara un atentado en Sevilla
Teme también que en Marruecos le hayan obligado a confesar "bajo tortura algo que él no ha hecho"
Abderrahim Bouhdidi es el imán de la mezquita de Su Eminencia y el padre de Zouhair El Bouhdidi, el joven de 23 años detenido en Marruecos por su presunta relación con el terrorismo yihadista. Después de dos días esquivando a la prensa, que se ha congregado a las puertas de su casa durante horas, Abderrahim Bouhdidi acepta una entrevista. Dice que tiene la necesidad de expresarse y de contar al menos su versión y la de su familia. Cree imposible que su hijo pueda estar relacionado con el terrorismo y teme que lo hayan obligado en Maruecos a confesar bajo tortura algo que no ha hecho.
El imán cita a este periódico en la puerta de la mezquita Albaraka, de la que es el responsable. Está ubicada en un local de la calle Ortega y Gasset, muy cerca de las cocheras del Metro. Es la misma calle en la que los Bouhdidi tienen su domicilio, una casa situada en el número 88 que la Policía Nacional registró durante varias horas la tarde del Miércoles Santo. Hasta entonces, los Bouhdidi no sabían el motivo de la detención de su hijo, aunque sí conocían que había sido arrestado en Casablanca el 9 de abril. Fue la Policía española la que les informó de que a Zouhair se le acusa de preparar un atentado en Sevilla.
La entrevista se desarrolla la noche del Jueves Santo, aunque en Su Eminencia no hay ninguna señal de la que muchos sevillanos llaman la madrugada más hermosa del año. Nadie lleva traje ni mucho menos mantilla, no pasa ningún nazareno ni músico y ni siquiera llega el eco perdido de alguna retransmisión radiofónica de cofradías desde alguna ventana o desde algún coche que pase.
Hace frío. La intensa granizada que ha caído durante la tarde ha dejado las calles del barrio, como las de toda la ciudad, llenas de charcos. Abderramán Bouhdidi sale de la mezquita y saluda. Viste una chilaba de cuadros de colores claros y el gorro tradicional africano que los árabes conocen con el nombre de kufi. No habla bien español. Aunque entiende algo el idioma, prefiere expresarse en árabe. Uno de los fieles de la mezquita ejerce de intérprete.
"Mi hijo viajó a Marruecos con un viaje organizado por el Ministerio de Inmigración de Marruecos. El viaje se hizo desde Málaga y tuvimos contacto con él hasta que estuvo en Málaga. Eso fue el 9 de abril. Después ya no hablamos con él y sólo nos informaron que había sido detenido en Casablanca. Quisimos conocer la causa de este arresto, pero fue imposible. Ni siquiera permitieron que un abogado contactara con él", explica el imán.
No podían hacerlo porque a su hijo le han aplicado la ley antiterrorista marroquí, que permite a la Policía mantener a un sospechoso detenido durante doce días sin asistencia letrada. "Nos hemos enterado de qué va esto gracias a la Policía española, que el miércoles vino a registrar nuestra casa. Traían una orden del juez y nos trataron con mucha educación. Le pregunté por qué estaba mi hijo arrestado y fue entonces cuando me dijeron que era en relación con el terrorismo. Esa noticia fue una gran sorpresa para nosotros. No esperábamos algo así".
Poco después vio en las noticias que a su hijo se le acusaba de preparar un atentado en Sevilla. "Oímos que había ido a Marruecos a despedirse de su familia para cometer un atentado aquí. Eso es imposible. Mi hijo es muy cercano a mí y nunca haría una cosa así. Es musulmán y lleva bien el islam, pero no es un radical. Tiene amigos españoles, y también no españoles, con los que juega el fútbol. Todo el barrio lo conoce. Es un chico muy bueno".
Cuenta el imán que Zouhair El Bouhdidi "apenas tiene tiempo libre, porque siempre está estudiando". Incluso asegura que ha hecho muchos cursos de la Junta de Andalucía. Con la Universidad de Sevilla, donde estudia Filología Árabe desde 2016, se apuntó a un voluntariado para acompañar a personas mayores en riesgo de exclusión social. "Se pasa todo el tiempo estudiando. También había empezado a pensar en preparar unas oposiciones. Y nunca ha dormido fuera de casa", precisa Abderrahim, que explica que en la vivienda familiar de Ortega y Gasset 88 reside el matrimonio y sus cuatro hijos.
Cuando se le pregunta si ha podido su hijo radicalizarse a través de internet y las redes sociales, el imán no se muestra tan rotundo. Admite que no conoce "el mundo virtual". "Yo conozco a mi hijo y creo saber cómo es en realidad, pero no miro sus chats ni sus conversaciones privadas. Es imposible que planee un atentado y no me hace falta mirar más. También tengo una hija de 14 años y no le miro el móvil, porque entiendo que es algo privado suyo".
Sobre si ha podido contactar con otras personas que lo hayan radicalizado, asegura que "no tiene amigos radicales". "No hay nadie radical en este barrio. Yo soy el responsable de la mezquita. Nadie puede venir al templo a difundir una ideología radical, porque el responsable soy yo y no lo permito".
A su favor juega el hecho de que en el registro de su casa no se haya encontrado ninguna sustancia química ni productos para preparar un explosivo. "Prefiero que sea la Policía quien informe de si ha encontrado algo o no. Pero ya le digo yo le que mi hijo no sabe hacer nada. No es capaz ni de colocar la cadena de la bicicleta. Si se le sale, se la tengo que poner yo. Si se le estropean los frenos, soy yo quien los arregla. No sabe hacer ni eso, ¿cómo va a fabricar una bomba?"
El padre del presunto yihadista teme que a su hijo le hayan sacado una confesión bajo tortura. "El miedo que tengo es que en Marruecos no dejen entrar a un abogado que contacte con él, y que le obliguen a decir cosas que él no ha hecho. En Marruecos hay castigos cuando interrogan a alguien, es un país en el que no siempre se garantizan los derechos humanos. La tortura existe allí. No quiero que le pase eso, sino que se aclare todo".
A Bouhdidi le gustaría que su hijo fuera extraditado a España, pero sabe que es díficil. "Claro que quiero que venga a España, pero, ¿de qué forma? Ya se lo pregunté a la Policía, pero me dijeron que no pueden traerlo porque no tiene la nacionalidad española. Creo que también hay alguna cuestión política en este asunto".
La familia se ha sentido muy presionada por los medios de comunicación, especialmente por las cadenas de televisión, que han montado guardia en la puerta de su casa. En una de las ocasiones que salió para dirigirse a la mezquita, unos periodistas preguntaron al imán si condenaba el yihadismo y el imán, quizás para esquivar a la prensa, dijo que no les entendía. "La respuesta es obvia. Claro que condenamos el terrorismo. Es un principio básico para nosotros. El yihad ya no existe en el islam. Antiguamente sí, cuando salían a combatir, pero incluso entonces los que dirigían el rezo pedían a los guerreros que no mataran a ancianos, mujeres o niños, que no hicieran daño a los inocentes".
El imán lamenta que "los medios de comunicación estén hablando sobre mi hijo sin conocerlo y sin saber nada de él". Le pide a quienes informan del caso que "vengan al barrio y pregunten a la gente, a los amigos con los que juega al fútbol o a sus profesores de la Universidad". "Pueden preguntar uno por uno, a españoles y marroquíes. Hasta hoy era un niño ejemplar, de 23 años y universitario. Un chico modélico".
Abderrahim Bouhdidi sostiene que su familia está ahora mismo hundida. "Mi mujer está llorando en casa desde que se enteró de la noticia. No ha comido desde entonces. Yo al principio lo llevé con paciencia, pero al final exploté y lloré mucho. Ha sido un golpe muy duro e inesperado. Tampoco ayuda que nosotros estemos aquí en España y nuestro hijo en Marruecos".
Al menos se siente arropado por la comunidad que reza en su mezquita, e incluso por los españoles del barrio. No teme que haya un brote islamófobo en Su Eminencia porque nunca ha habido ningún problema en el barrio. "Yo aquí soy uno más. Me respetan e incluso hay vecinos que se han acercado a decirme que lo sienten mucho y a darme ánimos".
El imán agradece a la Policía Nacional española el trato que le brindó a él y a su familia durante el registro de su domicilio, y reitera su disposición a colaborar con las autoridades. "No tengo nada que ocultar. Quiero colaborar con la Policía para que todo esto se aclare cuanto antes".
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