La Orden Tercera Franciscana resurge y recupera sus tesoros
En la céntrica calle Cervantes se encuentran la capilla y la iglesia del antiguo convento de San Pedro de Alcántara
Ha sobrevivido a la Desamortización, al paso del tiempo y a la piqueta que tanto daño hizo a Sevilla, pero muchos sevillanos, la inmensa mayoría, desconocen el tesoro que se esconde entre San Andrés y San Martín, en la céntrica calle Cervantes. Allí permanece desde hace más de tres siglos la capilla de San Pedro de Alcántara de la Orden Tercera Franciscana, una orden y un templo que en los últimos años está recobrando el esplendor gracias a muchas personas que, por su compromiso con la ciudad y su patrimonio, han puesto todo su empeño para rehabilitar los importantes tesoros de la capilla y para difundir su historia y legado.
La principal artífice de que la Orden Tercera Francisca de Sevilla, y su capilla, hayan sobrevivido al tiempo es la incansable Soledad Rojas. Ingresó en la orden con 14 años. Tiene 90. Gracias a ella, se pudo realizar una restauración importante a principios de siglo que salvó las cubiertas y, con ellas, el conjunto del templo. También se ha sabido rodear de personas, como Joaquín Egea o Joaquín Valenzuela, que han sumado sus esfuerzos para desarrollar un importante programa de restauraciones y poner en marcha actividades culturales con las que obtener los ingresos necesarios para continuar. "Yo quiero mucho a la orden desde que entré en ella hace 75 años. Por eso me he movido tanto para que no desapareciera", relata con satisfacción.
El convento de San Pedro de Alcántara fue fundado en el siglo XVII. La Orden Tercera fue fundada por el mismo San Francisco de Asís para los seglares, aunque también podían pertenecer a ella los religiosos. San Pedro de Alcántara fue el gran reformador de la Orden Franciscana. Antes de la fundación en Sevilla del convento de la calle Cervantes, se edifica en 1580 el convento de San Diego en el espacio que actualmente ocupa el Teatro Lope de Vega. Las dependencias de la calle Cervantes surgen como hospital o enfermería para los frailes enfermos. Tras una serie de cambios de sede y otras vicisitudes, los dieguinos se trasladaron a la iglesia de San Antonio Abad, en la calle Alfonso XII, de donde serían expulsados definitivamente por la Desamortización de Mendizábal.
Por su parte, el convento de San Pedro de Alcántara florece en la actual calle Cervantes. "A finales del siglo XVII la Orden Tercera compra unos terrenos a los frailes y levanta en el compás de entrada su pequeña capilla y estancia", explica Egea. En 1794 se amplían las dependencias con una pequeña casa con fachada a la calle Cervantes. Con la Desamortización, los frailes son expulsados y el convento de San Pedro de Alcántara se convierte en el instituto San Isidoro, el primero de enseñanza media de Sevilla. La capilla de la Orden Tercera sobrevivió a la Desamortización al pertenecer a seglares. En los años 60 del pasado siglo se destruyen las dependencias del antiguo convento para construir el edificio del actual instituto. A finales del XIX se van a producir otros dos hechos relevantes. La fastuosa iglesia del convento, conservada gracias al padre Facundo, es entregada a las Esclavas del Corazón de Jesús, bajo cuya responsabilidad permanece hoy en día. A esta congregación pertenece el Colegio Mayor La Luz que existe en la misma calle. El otro hito destacado se produce en 1878 cuando se unen a los bienes de la Orden Tercera de San Pedro de Alcántara a los de su homónima de San Diego, al abandonar esta última su residencia en la iglesia de San Antonio Abad.
"A finales del XIX, unidos a la gran renovación que lleva a cabo León XIII, que en Sevilla coincide además con la pujanza de los Montpensier, se renueven todas las órdenes de seglares. Una parte importante de los apellidos burgueses y nobles de la ciudad se vinculan con la Orden Tercera". El beato Marcelo Spínola fue uno de sus hermanos destacados del siglo XX. Parece que Santa Ángela de la Cruz también lo fue, aunque no hay constancia documental. Tras esta recuperación, el número de miembros de la orden va decayendo, hasta el extremo de estar a punto de desaparecer en torno a 1970. Además, empiezan a aparecer importantes fallos estructurales en el edificio. El empeño y el impulso de Soledad Rojas fue vital para que la orden saliera adelante: "Me moví muchísimo. En 1995 nos dicen que el edificio está en ruinas y que había que cerrarlo. No teníamos dinero. Incluso le llegamos a plantear al entonces arzobispo, monseñor Amigo, si vendíamos la capilla". Finalmente, no fue necesario y, además, Soledad Rojas llegó a un acuerdo con la Gerencia de Urbanismo para rehabilitar las dependencias, no sin algún contratiempo.
Hoy día, la orden cuenta con 14 miembros y está restaurando su patrimonio. Soledad Rojas asegura que la figura de Joaquín Egea ha sido clave. Él mismo explica cuál es la filosofía que se está llevando a cabo: "No tenemos prisa por restaurar. Lo vamos haciendo poco a poco en función de nuestras posibilidades. A la vez, abrimos al culto la iglesia por el compromiso adquirido con la Gerencia de Urbanismo. La capilla abre todos los sábados de 10:00 a 13:00 (a las 12:30 hay misa), los jueves por la tarde y cuando hay conciertos. También estamos realizando una labor de investigación sobre el convento de San Diego y la Orden".
Son muchas las instituciones y personas que colaboran con la orden. "Hay un movimiento ciudadano importante". Por ejemplo, los alumnos del colegio Buen Pastor, del que Egea es director, han elaborado una guía artística de la capilla y acuden a las instalaciones cuando permanecen abiertas. El catedrático Enrique Valdivieso, Gabriel Ferreras, Ignacio Cano, Pablo Ferrand, o el propio Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) han colaborado para catalogar y restaurar las obras de arte de la capilla.
"La capilla es típicamente dieciochesca y tiene obras de arte de mérito. Muchas de ellas pensamos que traídas desde otros lugares. Los santos que se veneran son los que tenían más devoción en aquella época". La última pintura que ha restaurado Inmaculada Espinosa ha sido la Flagelación, de finales del XVII o principios del XVIII y de autor anónimo. Una de las piezas de más valor es La curación del paralítico por Cristo en la piscina probática, atribuida a Peter van Lint. También hay esculturas de valor, como la Virgen de la Aurora que preside el retablo mayor, o un magnífico crucificado de pasta y telas encoladas de Enrique de Orce.
Una de las actividades culturales que han puesto en marcha para recaudar fondos son los festivales de música organizados por los Colegios Buen Pastor y St. Mary School. Se está celebrado ya su segunda edición en la antigua iglesia de San Pedro de Alcántara. Otro lugar digno de conocerse. El próximo recital será el jueves 20 de febrero ,a las 20:00, a cargo de Ottava Rima (música antigua).
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