Operación para derribar construcciones ilegales en el Polígono Sur
Un amplio dispositivo municipal demolerá ocho patios y trasteros irregulares hechos por los propios vecinos
El despliegue empezó con la eliminación de unos quioscos en los bajos de un bloque de Las Vegas
El incendio de un segundo transformador deja sin luz otra parte de las Tres Mil Viviendas
Miércoles 30 de marzo. Nueve de la mañana. Calle La Eneida. El poema de Virgilio da nombre a una de las calles más deprimidas de Sevilla. Como lo son todas las de este rincón del Polígono Sur que tiene por nombre oficial el de barriada Martínez Montañés y oficioso el de Las Vegas. Hace años, el Ayuntamiento decidió rotular estas calles, que nunca tuvieron nombre, con los títulos de grandes obras de la literatura universal. La perpendicular, por ejemplo, es Utopía. Y la de detrás El nombre de la rosa. Más allá están Edipo Rey y Novelas ejemplares, y la que da ya a la carretera de Su Eminencia es Cañas y Barro.
En este entorno en el que nada fomenta la lectura se desarrolla este miércoles una operación de limpieza y derribo de las construcciones ilegales, en la que participan varios servicios municipales y también la Policía Nacional. Está previsto que haya ocho derribos, de los que al menos cinco serán en la zona de Las Vegas y el resto en la barriada de Murillo.
La operación ha comenzado en un bloque de La Eneida, en cuyas zonas comunes se habían construido unos muros para hacer unos quioscos ilegales. Se habían tapiado unas rejas del bloque y hecho una pared con una ventanilla desde la que el quiosquero ofrecía refrescos, hamburguesas, chucherías... Los operarios municipales tiran a machotazos la pared y derriban los muros con una máquina. Aparecen estanterías en las que se guardaba el género y nevera. Están vacías, probablemente porque los quioscos habían dejado de funcionar en los últimos tiempos. O porque quizás se había notificado la orden de demolición y los infractores decidieron quitar del medio cualquier resto de su actividad.
No hace frío pero se agradece el abrigo. Todo el barrio está muy diáfano y hay grandes espacios abiertos por los que corre una brisa con algo de fresco. El viento trae un fuerte olor a marihuana, que se cultiva en muchos de los bloques de la zona. Ni la mascarilla atenúa el aroma a cannabis. Si uno mira al cielo descubre una maraña de cables que se cruzan de bloque a bloque. El lío de cables le puede resultar familiar a alguien que haya visitado alguna ciudad del Sureste asiático. Como Saigón, por ejemplo. Son enganches ilegales a la luz. En la esquina de la calle Utopía está el único transformador que funciona de los tres que dan servicio al barrio, pues los otros dos han sufrido incendios recientes, uno el 26 de febrero y el otro este mismo martes, 29 de marzo.
El primero, que sólo daba servicio a un cliente regularizado, sigue sin repararse. En el segundo trabajan este miércoles operarios de Endesa. Es el transformador que da servicio a un parque de Bomberos, una instalación esencial que no puede estar sin suministro. Lo que ocurrió fue que muchos de los que estaban enganchados al transformador que salió ardiendo el 26 de febrero hicieron lo propio con el otro, que se incendió al no poder soportar la carga. Los tres transformadores de la zona dan servicio sólo a 44 clientes, pero tienen una potencia para abastecer a más de 3.000 hogares.
Varios técnicos de Urbanismo dirigen la demolición de los muros. Lipasam retira los escombros. El barrio está muy sucio, y no es por falta de limpieza pues los operarios pasan con frecuencia. Pero es fácil ver contenedores quemados y algún atasco de aguas fecales, como en tiempos no demasiado antiguos en los que Las Vegas era un foco de insalubridad. Varios policías locales comprueban los domicilios en los que se están llevando a cabo los derribos, mientras que un equipo de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Policía Nacional presta apoyo para garantizar la seguridad.
No es la primera vez que se lleva a cabo una operación de este tipo. En los últimos años hubo varias, si bien es cierto es que se habían ralentizado después de la pandemia. Los derribos comenzaron en la zona de Murillo, donde es habitual ver patios ilegales ganados a las aceras. Estas construcciones funcionan como trasteros, almacenes, quioscos, criaderos de gallos de pelea...
Fuentes del Ayuntamiento de Sevilla apuntaron a este periódico que "la normalización de la legalidad urbanística mediante la eliminación de situaciones irregulares, como la ocupación de acerados, es una prioridad en el marco del Plan Integral del Polígono Sur". En los próximos días continuarán las demoliciones, un paso más para tratar de dotar de normalidad al barrio más pobre de España. Mientras, a la vuelta de la esquina se sigue escuchando el zumbido de los extractores de aire, que procede de algún piso lleno de plantas de marihuana.
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