Calle rioja
Francisco Correal
El filósofo de Cerro Muriano
EL fracaso suele dejar mejor sabor que el éxito. "Para suerte nuestra, Cervantes fue un fracasado. Si hubiera triunfado como Lope de Vega, habría escrito otro libro, se habría ido a América". El paso de Arturo Pérez-Reverte por Sevilla para hablar del Cervantes soldado en Lepanto tuvo dos partes, como el Quijote. Una primera parte académica, con bibliografía, con metáforas tan hermosas como decir de Juan de Austria que fue "nuestro último Amadís". Una segunda, ya sin papeles, desaforado, como Cervantes en el esquife contra el turco antes de poner proa a Corfú. "Odio España cada mañana que me levanto y abro los periódicos. España es un país históricamente enfermo, de una vileza genética".
En su fuero interno, con el salón de Cajasol hasta las trancas, mucha gente de pie y un centenar de personas que se quedaron fuera, sabía que la gente estaba allí más por Pérez-Reverte que por Cervantes. "Ha sido una vergüenza el olvido del cuarto centenario de su muerte, con excepciones como este acto. El mejor monumento: comprobar que Cervantes tenía razón". Su diagnóstico, una España que declinó sus compromisos, país de "venteros, bachilleres y arrieros", y delegó el heroísmo en virtudes pancistas. "A América ya no van héroes, sólo curas y funcionarios. En el Concilio de Trento nos equivocamos de dios".
Refuta Pérez-Reverte la idílica imagen de Unamuno, Ortega y Maeztu, para quienes don Quijote es la encarnación del alma española. "Miente como un bellaco quien diga que Cervantes se burlaba de los libros de caballería.... Don Quijote no fue valiente. Quien fue valiente sin fisuras fue Cervantes". Cinco años y medio de cautiverio en Argel. Soldado con 24 años en Lepanto, "la más alta ocasión que vieron los siglos". Herido por tres acometidas de arcabuz, dos en el pecho y el que lo dejó sin mano izquierda.
¿Quién es más valiente, Alatriste o Pérez-Reverte? Cervantes tuvo un hermano, Rodrigo de nombre, que murió en Flandes, el territorio del protohéroe del novelista. "A la guerra me llevaron los libros", confiesa el escritor. "Cuando llego a Beirut estoy viendo Troya y en los Balcanes veo la Anábasis". No hay peor guerra que un mundo sin libros y sin Historia. "Escribí los libros de Alatriste cuando vi que a mi hija Carlota no le contaban el Siglo de Oro. Los maestros, bien pagados, son nuestra última esperanza. A los niños en la escuela los machacan para igualarlos con los mediocres. Un país sin élites es un país sin futuro. Dicen que su niño no está integrado, ¿pero sabe quién fue Almanzor?".
La jerga soldadesca de Lope de Vega, testigo de la Armada Invencible, era atlántica; la de Cervantes es del Mediterráneo. El mar que ven por primera vez Sancho y don Quijote. Lo presentó su amigo Jesús Vigorra; con Natalia Turrión, viuda de Rafael de Cózar, en primera fila. El anfitrión fue Antonio Pulido, de Cajasol, cordobés de Castro del Río, donde Cervantes estuvo preso como recaudador de impuestos.
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