Obama, el gran 'cicerone' invisible
La anulación de la parte lúdica de su visita le regaló a miles de turistas una mañana de sol y monumentos. El Alcázar, la Catedral y el Archivo de Indias recuperaron su normalidad.
A las once estaba previsto que saliera del Alcázar hacia la Catedral. Barack Obama hizo de cicerone invisible y con su ausencia le regaló a los visitantes una espléndida mañana de sol y monumentos. Cambió por completo la fisonomía del entorno. Del mucha-mucha policía de la canción de Sabina se pasó al mucho-mucho turista de un spot de Fraga Irigarne. Spain is different y Sevilla no iba a ser indifferent. Los lugares que iban a permanecer vetados para el público recuperaron sus normalidad.
"Nos enteramos de que no venía y aprovechamos para ver el Alcázar", dice Antonio, sevillano, que se vino con su esposa, Puerto, y su hija Ana. La cola iba de la puerta del León a la del Patio Banderas. "Se han juntado los que vinieron ayer y los de hoy", comenta Adrián, que trabaja en una cerrajería de Madrid, el pueblo donde ayer estaba Obama, y venía por primera vez a Sevilla con su novia, Celia, los dos de Leganés.
Tres francesas aguardan la cola con paciencia, a la hora de la final de la Eurocopa ya habrían visto los encantos del palacio real más antiguo de Europa, como repiten los guías. Repartían folletos del tablao Los Gallos y del segway. "Es un invento americano", decía Lola de este vehículo ideal para turistas. Se llama Diego Velázquez, pero no era un actor de Producciones La Imperdible, sino el nombre del periodista de Televisión Española que informaba de la zona que debía haber visitado el presidente de los Estados Unidos. Sevilla mejoró a Berlanga y Obama hizo un remake de Cowboy de medianoche.
A los cocheros de caballos el presidente norteamericano les regaló un jornal. "Nos dijeron que teníamos que ponernos de la Feria para allá", dice Valentín, 25 años, de Castilblanco de los Arroyos. Con el presidente en Sevilla no podría estar tan tranquilo cepillando las crines de la yegua Esperanza junto al Archivo de Indias. Con lo que les gustan las películas del Oeste a los americanos, ya podrían haberle puesto Archivo de Indios.
La antigua Lonja era el punto de partida y de credenciales para la prensa que iba a cubrir la visita de Obama a Sevilla. "Los periodistas eran los únicos que iban a venir, pero al anularse la visita, hemos abierto para todo el mundo", dice un guía. Abre todos los domingos de diez de la mañana a dos menos cuarto. Una ocasión magnífica para ver la exposición del Quijote en el cuarto centenario de la muerte de Cervantes, el escritor que nunca pudo ir a América.
Manuel Jesús Roldán, escritor, profesor de instituto y maniguetero de los Javieres, pasa haciendo footing por Matacanónigos. Otro regalo de Mr. Obama,q ue le obsequió al arzobispo de la diócesis, Juan José Asenjo, adelantar sus vacaciones y poder disfrutar de días de asueto a su Sigüenza natal.
Los turistas se mueven por doquier. Es posible que hace años alguien intuyera la visita de un presidente de los Estados Unidos a Sevilla y por eso convirtieron La Punta del Diamante en un Starbucks. La Catedral era otro de los puntos estratégicos que iba a visitar Obama en este tríptico multicultural por la Sevilla árabe, cristiana y americana, compendio inefable. Por la puerta de los Palos sale Lidia con sus padres y sus abuelos. Una familia de cinco procedente de Barcelona. "Esperaba más policía", dice Carlos, el padre.
"Toma la suerte, lotería de Navidad", pregona en la puerta de la Catedral un lotero con una camiseta de cerveza Estrella del Sur. Cuando los niños de San Ildefonso canten el Gordo ya habrá nuevo presidente en Estados Unidos. En España todavía está por ver. La Catedral también iba a estar cerrada a cal y canto. "El domingo pasado", comenta uno de los guardas, "el canónigo en su plática dijo que las misas para este domingo se anulaban y se trasladaban todas a la iglesia del Sagrario". Con la anulación de la visita, con guiño incluido a Lolita Sevilla, la de Berlanga no la de Nabokov, volvía la normalidad al templo catedral.
Una placa recuerda que el 5 de noviembre de 1982 un jefe de Estado sí visitó Sevilla. Juan Pablo II vino a la beatificación de Sor Ángela de la Cruz. Carlos Amigo Vallejo llevaba cuatro meses al frente de la diócesis y Bueno Monreal era cardenal "dimisionario". Como ahora, el presidente del Gobierno también estaba en funciones. Era Leopoldo Calvo-Sotelo, que le pasaba los trastos a Felipe González, quien quince días antes había conseguido la mayoría absoluta.
Los que acudieron ayer a la misa de una y cuarto en el altar mayor se llevaron una primicia excepcional. Fue celebrada por Pedro Ybarra, entre las naves caminaba Enrique Valdivieso y el órgano sonaba con las manos de José Enrique Ayarra, organista titular desde el 19 de mayo de 1961. La música que sonaba al final era Gran Coral Dialogada, una pieza del francés Eugène Gigout. "La compuso expresamente para Sevilla cuando visitó la Catedral en 1920 y el organista titular era Norberto Almandoz", cuenta Ayarra.
La pieza de Gigout era la que el organista de Jaca iba a tocar después de que Barack Obama se acercara a saludarlo. "Sonaría cuando el presidente fuera del Coro al Tesoro. Me habían prohibido expresamente tocar el himno de Estados Unidos. Venían con mucha prisa y los norteamericanos, igual que los ingleses, cuando suena su himno se tienen que parar". Es impresionante la vinculación de este organista con los Estados Unidos. En 1961 tocó el órgano para dos hermanos de John Fitzgerald Kennedy, que era presidente de los Estados Unidos. "Venían con sus mujeres y Rufino Villalobos, canónigo que hablaba inglés, les enseñó la Catedral". En su última visita al país de Obama, Ayarra dio sendos conciertos de órgano en las catedrales de Nueva Orleans, "en medio de un tornado" y Chicago. "Yo he tocado el piano de la Casa Blanca. Toqué la Jota Navarra de la Regla para ser exactos".
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