La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Patrimonio
La Nave Singer pierde la partida para albergar una escuela de videojuegos. La empresa que presentó a principios del año pasado una iniciativa para alojarse en el céntrico edificio industrial ha comunicado al Ayuntamiento su renuncia a continuar con el proyecto debido al coronavirus. El servicio de Patrimonio se encuentra ahora estudiando otras posibilidades aunque todavía no se ha tomado una decisión definitiva. Entre las propuestas que están sobre la mesa del gobierno socialista, la que más seduce es un equipamiento de economía social.
El procedimiento para convertir el edificio industrial de la calle Lumbreras, que lleva más de una década sin uso, en la sede de una escuela de videojuegos arrancó impulsado desde las áreas de Juventud, Economía y Patrimonio con la apuesta por un proyecto de innovación y formación vinculado a las nuevas tecnologías. La idea era de la empresa Evad Formación, que ya opera con éxito en Málaga. Los siguientes pasos iban a consistir en sacar a licitación el proyecto, fijar un canon (el edificio es de titularidad municipal) y determinar las obras que debería realizar el concesionario antes de proceder a la adjudicación. Todo ha quedado en nada.
El proyecto que fue presentado se denomina La Fábrica del Videojuego y pretendía ofrecer formación especializada de calidad en este ámbito, formar a futuros profesionales de dicha industria y crear un espacio único para emprendedores que funcione como incubadora de proyectos novedosos y facilite la inserción laboral en el sector. También la finalidad era dar visibilidad a los creadores locales, a quienes se asesoraría desde este centro y se les facilitaría el acceso a los mercados, fomentando la creación de un tejido empresarial en dicho ámbito.
La empresa nació a principios de 2017 con una oferta que incluía una programación docente para cubrir las necesidades formativas de distintos tipos de público, edades y niveles: desde los jóvenes que buscan iniciarse en el mundo de los videojuegos hasta estudiantes y profesionales de distintos sectores que desean especializarse y acceder a la mayor industria del entretenimiento de la mano de expertos del sector en activo. Los alumnos de la escuela tienen acceso a una oferta formativa que incluye las materias necesarias para desarrollar videojuegos a nivel profesional y demandadas por las empresas del sector. Másters, cursos de experto, talleres, formación en realidad virtual y aumentada, y clases de iniciación componen las distintas líneas formativas de la escuela. Arrancó con dos másters: uno dedicado a Diseño y Desarrollo de Videojuegos y otro a Arte para Videojuegos. El proyecto ya está en el cajón.
La Nave Singer es un inmueble que fue adquirido por la Gerencia de Urbanismo en 1995 y que está a disposición del Ayuntamiento desde 1998. En esa época ya fue rehabilitada, con una inversión que rondó entonces los 65 millones de pesetas. Albergó una escuela taller y de oficios hasta 2006 y dos años después reabrió porque se hizo cargo de la restauración de las cerámicas de la Plaza de España. Posteriormente, unos años después, se convirtió en el Centro de Formación y Empleo del Consistorio. Pero hace ya años que no hay actividad en el inmueble.
El histórico edificio forma parte del catálogo de bienes patrimoniales que el Ayuntamiento viene ofreciendo desde hace unos años a los inversores privados. Su reutilización requiere de una inversión cifrada en 250.000 euros para solventar patologías de humedades y los problemas de instalaciones que padece. En los presupuestos municipales para 2020 había consignado una partida 77.000 euros para distintos arreglos y actuaciones de mejora más urgentes para poner en uso la Nave Singer. No obstante, una vez que el gobierno municipal optó por impulsar la iniciativa privada de la factoría del videojuego, dicho fondo que se había reservado para adecuar la nave de la calle Lumbreras fue desviado a otras inversiones en la Isla de la Cartuja, otro espacio de innovación, y la necesaria rehabilitación del inmueble quedará recogida en el pliego de adjudicación del proyecto. Por tanto, será la empresa a quien se ceda el edificio quien se haga cargo de las obras.
Hace poco más de tres años el Ayuntamiento informó de la existencia de un proyecto para crear en la Nave Singer un Centro de Moda Flamenca, con espacios de coworking y showroom. De hecho, se iniciaron los trámites para reutilizar este espacio con una superficie construida de 690 metros cuadrados. No han sido los únicos planes, en 2002 la Nave Singer se contempló como una de las sedes del Museo de la Ciudad, una idea que no vio la luz y que pretendía unir varios inmuebles que en su día formaron parte del primitivo Convento de Santa Clara a un conjunto museístico.
La Nave Singer es un espacio patrimonial de estilo modernista de principios del siglo XX formado por un edificio singular de tipología industrial cuya fachada, estructura y tipo de cubierta se encuentran protegidos. El Almacén Singer de M. Balbontín en la calle Lumbreras 25 terminó de construirse hacia 1913 y se debe al arquitecto José Espiau y Muñoz. El conjunto estaba formado por una nave de reparación y montaje de máquinas de coser. Se encuentra en un espacio urbano sujeto a numerosas transformaciones debido a la reordenación de antiguos terrenos religiosos. Este almacén se surtía de los productos salidos de la fundición de hierro que su dueño poseía en el número 23 de la cercana calle Goles, donde se fundían los pies de las máquinas de coser Singer. La parcela es de forma irregular, pero en la zona que linda con Lumbreras consigue un espacio rectangular que fue aprovechado para la instalación de la nave principal de montaje. La cubierta tiene una techumbre a dos aguas y teja curva sostenida sobre cerchas metálicas con tirantes articulados con pendolones oblicuos. Esta cubierta descansa sobre el muro de cierre de la fachada y seis pilares de ladrillo de sección cruciforme revestido de cemento. El espacio interior de esta nave aparecía dividido por una cancela de celosía de hierro fundido, salida de los hornos. La fachada es el elemento más interesante por la composición racionalista conseguida por Espiau, a base de vanos rectangulares en altura a modo de lucernario interrumpido y ventanas a la altura de las puertas de entrada. Posee unos hermosos rótulos cerámicos de grafía modernista, cuyos originales han desaparecido.
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