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La Nave Singer se convertirá en la sede de una escuela de videojuegos

Patrimonio

Este espacio en desuso estaba a la espera de un proyecto que permita su puesta a punto, pues requiere de obras

La idea que impulsa el gobierno municipal parte de una empresa malagueña

Fachada principal de la Nave Singer, cerrada desde hace años. / M. G.
María José Guzmán

19 de abril 2020 - 05:00

El Ayuntamiento de Sevilla ha iniciado un procedimiento para convertir la Nave Singer, un edificio industrial de la calle Lumbreras que lleva una década sin uso, en la sede de una escuela de videojuegos. La iniciativa, impulsada desde las áreas de Juventud, Economía y Patrimonio, pretende relanzar la economía tras la crisis del coronavirus con la apuesta por un proyecto de innovación y formación vinculado a las nuevas tecnologías.

La junta de gobierno municipal ya ha tomado conocimiento del proyecto, una idea que la empresa Evad Formación, que ya opera con éxito en Málaga. El siguiente paso será sacar a licitación el proyecto, fijar un canon, pues el edificio es de titularidad municipal, y determinar las obras que deberá realizar el concesionario antes de proceder a la adjudicación.

La Nave Singer es un inmueble que fue adquirido por la Gerencia de Urbanismo en 1995 y que está a disposición del Ayuntamiento de Sevilla desde 1998. En esa época ya fue rehabilitada, con una inversión que rondó entonces los 65 millones de pesetas. Albergó una escuela taller y de oficios hasta 2006 y dos años después reabrió porque se hizo cargo de la restauración de las cerámicas de la Plaza de España. Posteriormente, unos años después, se convirtió en el Centro de Formación y Empleo del Ayuntamiento de Sevilla. Pero hace ya años que no hay actividad en el inmueble.

El proyecto presentadoahora se denomina La Fábrica del Videojuego y pretende ofrecer formación especializada de calidad en este ámbito, formar a futuros profesionales de dicha industria y crear un espacio único para emprendedores que funcione como incubadora de proyectos novedosos y facilite la inserción laboral en el sector. También la finalidad es dar visibilidad a los creadores locales, a quienes se asesorará desde este centro y se les facilitará el acceso a los mercados, fomentando la creación de un tejido empresarial en dicho ámbito.

Rótulo en cerámica con motivos modernistas que imita el original.

La Nave Singer forma parte del catálogo de bienes patrimoniales que el Ayuntamiento viene ofreciendo desde hace unos años a los inversores privados. Su reutilización requiere de una inversión cifrada en 250.000 euros para solventar patologías de humedades y los problemas de instalaciones que padece. En los presupuestos municipales para 2020 había consignada una partida 77.000 euros para distintos arreglos y actuaciones de mejora más urgenges para poner en uso la Nave Singer. No obstante, una vez que el gobierno municipal ha optado por impulsar esta iniciativa privada de la factoría del videojuego, dicho fondo que se había reservado para adecuar la nave de la calle Lumbreras se ha desviado a otras invdersiones en la Cartuja, otro espacio de innovación, y la necesaria rehabilitación del inmueble quedará recogida en el pliego de adjudicación del proyecto. Por tanto, será la empresa a quien se ceda el edificio quien se haga cargo de las obras.

El inmueble se pensó como parte del Museo de la Ciudad y Centro de Moda Flamenca

Hace dos años el Ayuntamiento informó de la existencia de un proyecto para crear en la Nave Singer un Centro de Moda Flamenca, con espacios de coworking y showroom. De hecho, se iniciaron los trámites para reutilizar este espacio con uns superfice construida de 690 metros cuadrados.

No han sido los únicos planes, en 2002 la Nave Singer se contempló como una de las sedes del Museo de la Ciudad, una idea que no vio la luz y que pretendía unir varios inmuebles que en su día formaron parte del primitivo Convento de Santa Clara a un conjunto museístico.

De hecho, este patrimonio industrial se sitúa en una manzana donde se empezó a invertir algo en rehabilitación a finales de los 90 y cuyo valor es unitario, no sólo de las distintas piezas. Este entorno está delimitado por las calles Lumbreras, Becas, Jesús del Gran Poder, Hombre de Piedra y Santa Clara y incluye además del antiguo convento de Santa Clara y la torre de Don Fadrique, el Colegio de las Becas, la Nave Singer, algunas intervenciones de Juan Talavera y Heredia en los alrededores de la torre, la vivienda colectiva de José Gómez Millán en la calle Hombre de Piedra o laresidencia sacerdotal Santa Clara.

Un edificio industrial en Lumbreras con rótulos modernistas

El edificio fue construido en 1913 por el arquitecto José Espiau y Muñoz, sobre un suelo segregado del contiguo convento de Santa Clara, y fue taller de montaje y reparación de máquinas de coser de la conocida marca Singer, lo que explica el nombre que mantiene. En un mosaico de azulejos colocado en la parte superior de la entrada principal se puede leer que el promotor de su construcción fue Nicanor Balbontín Balbás, propietario de una fundición de hierro ubicada en la calle Goles, que fabricaba las púas que posteriormente se instalaban en las máquinas de coser fabricadas en esta nave.

El edificio ocupa una parcela irregular en su parte trasera, con medianera a la Torre de Don Fabrique y su jardín circundante, pero en su parte delantera ocupa un rectángulo alargado que se resuelve con una nave con cerchas metálicas a dos aguas apoyadas en el muro de fachada de la calle Lumbreras y en machones de fábrica de ladrillo. A pesar de la rehabilitación la cubierta de hierro a dos aguas se mantiene.

Hasta hace unos 30 años, la fachada tenía también unos rótulos cerámicos de estilo modernista que acabaron desapareciendo. Estos carteles contenían el nombre de la marca, Singer, y también otras palabras, como almacenes, máquinas y para coser. A finales de los 90, cuando la nave fue restaurada, se recuperaron los rótulos, esto es, se sustituyeron por otros de similar diseño a los originales pero con otras inscripciones: “Centro de Formación, Promoción y Empleo” en referencia a las actividades para las que se habilitó este espacio, adquirido por el Ayuntamiento de Sevilla en 1995.

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