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Una narcolancha en Salteras

Narcotráfico Sevilla

La Guardia Civil asesta un nuevo golpe al tráfico internacional de hachís

Al menos diez personas son detenidas en la operación, en la que se ha incautado una embarcación

La embarcación intervenida en un polígono industrial de Salteras. / Juan Carlos Vázquez

A primera hora de la mañana sólo se escucha el canto de los gallos en la besana El Pino, la calle principal de la urbanización Las Ratas. Este es un pequeño diseminado situado entre Sevilla y La Rinconada, junto a la barriada del Gordillo. Una besana es una tierra de labor y a eso es lo que se dedican, a simple vista, los pocos habitantes de este pequeño conjunto de casas situadas en medio del campo.

Muchas de ellas son viviendas humildes, con cobertizos que guardan aperos agrícolas, pero otras parecen ser segundos domicilios o parcelas para el ocio. Un lugar donde pasar el verano alejado de la ciudad y con una piscina. Llama la atención un chalé situado a mitad de la calle principal, con un muro impecablemente limpio y con un cartel de una empresa de seguridad avisando al potencial intruso de que la casa está vigilada.

Desde las seis de la mañana de ayer, un amplio dispositivo de guardias civiles tomó esta parcela y detuvo a su propietario en el curso de una operación internacional contra el tráfico de hachís que se ha saldado con al menos diez detenidos. Desde fuera, con la cancela de la finca abierta, se aprecia una vivienda nada opulenta aunque en ella se observa que está hecha con materiales de primera calidad.

Guardias civiles utilizan un ariete para abrir la puerta de la nave. / Juan Carlos Vázquez

El chalé tiene una cristalera que nada recuerda a una casa de campo andaluza y parece más propia de otros países europeos. Siguen cantando los gallos. En la parte de atrás, fuera de la vista de los periodistas que esperan en la puerta del chalé, hay un criadero de gallos de pelea, varios centenares de aves de esta especie a los que no les falta ningún cuidado, y un reñidero en el que echarlos a pelear. De hecho, la Guardia Civil ha denominación precisamente con ese nombre, Reñidero.

También hay caballos. La zona de los gallos está protegida con unas concertinas y una serie de cámaras de videovigilancia para impedir el robo de los animales. Los combatientes españoles, que así se llama la especie, pueden costar varios miles de euros cada uno, lo que los convierte en objetos codiciados y que se roban con cierta frecuencia entre los aficionados al mundo de las riñas.

Dos de los detenidos, junto a la nave de la narcolancha. / Juan Carlos Vázquez

El registro de la parcela de Las Ratas es uno de los 16 que el instituto armado desarrolló a lo largo de la mañana de ayer en distintos puntos de Sevilla capital y de la provincia. En la ciudad hubo entradas en domicilios de Palmete, las Tres Mil Viviendas, Los Pajaritos y Torreblanca. En la provincia, en Paradas, Lebrija, Dos Hermanas, Marchena, Alcalá de Guadíra y Salteras.

En este último municipio, la Guardia Civil encontró una narcolancha en el interior de una nave del polígono industrial Los Llanos. La embarcación semirrígida estaba guardada tras unas lonas y tiene tres motores de 350 caballos y una eslora de 16 metros. Es una de las clásicas gomas empleadas por los narcotraficantes para traer hachís desde Marruecos hasta España. Un rasgo distintivo de estas embarcaciones es que tengan cuatro asientos. Suelen ser cuatro los tripulantes de cada viaje para importar costo.

El detenido en el chalé de la urbanización Las Ratas. / Juan Carlos Vázquez

Un puesto es para el piloto, que suele cobrar entre 40.000 y 50.000 euros por trayecto. En ese sueldo van los días que se tiene que pasar en alta mar esperando que se despeje la zona donde alijar. Otra silla es la del copiloto, también denominado gepero, por ser el encargado del GPS que guía la embarcación. El tercer asiento es para el garantía o notario. Suele ser un miembro de la organización de Marruecos que vende la droga a las mafias españolas, cuyo trabajo es dar fe de que se ha producido la transacción.

En el caso de que la goma sea descubierta por las autoridades, es quien debe dar la orden de tirar la droga al mar. Hasta que el garantía no lo ordene, los fardos permanecerán en la narcolancha. El cuarto y último asiento es el del marinero o chacota. Es quien se encarga de bajar la mercancía o deshacerse de ella cuando lo ordene el garantía, y también de gestiones propias de la navegación, como abarloar la lancha a algún otro barco o zona en la que se produce el alijo.

Agentes de la Guardia Civil y uno de los arrestados. / Juan Carlos Vázquez

Junto a la embarcación, en la nave se hallaron también dos todoterrenos robados. Este tipo de vehículos se emplean en los alijos para llegar hasta la playa o zonas de ribera a las que un turismo normal no puede hacerlo. Los porteadores se encargan de sacar los fardos de la lancha y llevarlos a los todoterrenos, que los trasladarán a toda velocidad a las guarderías o almacenes de la droga. Primero a una guardería caliente, de la que saldrán en cuestión de horas o días para llevarlos en cantidades más pequeñas a las guarderías frías, que suelen ser naves industriales de polígonos como este de Salteras en el que apareció la narcolancha.

Lo que sorprende de esta operación es que la embarcación esté en un municipio del Aljarafe que dista bastante del río Guadalquivir y de la zona tradicional donde se llevan a cabo los alijos, que es más cerca de la desembocadura y en las inmediaciones del Parque de Doñana. Isla Mayor es el pueblo más utilizado por los narcotraficantes para alijar, ya que reúne las condiciones idóneas para ello.

Entrada del Grupo de Acción Rápida (GAR) en la nave. / Juan Carlos Vázquez

Sin embargo, la presión policial en la zona del Estrecho y el Campo de Gibraltar, así como en municipios como Isla Mayor (donde hace unos años cayó medio cuartel de la Guardia Civil por su colaboración con una banda de narcotraficantes que traían hachís por el río) ha llevado a las mafias a buscar lugares más apartados para guardar las narcolanchas. La nave del polígono industrial Los Llanos, en el término de Salteras pero alejado varios kilómetros de este pueblo, reunía unas características ideales para ello. Estaba en un extremo del polígono, casi lindando ya con el campo, y muy cerca de la N-630 y la A-66, dos vías por las que poder desplazarse rápidamente con la barca.

La puerta de la nave fue reventada a mediodía por los agentes del Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil, ariete en mano y fuertemente armados. En la operación Reñidero participaron unos 250 guardias civiles de la Comandancia de Sevilla y de unidades como el Organismo de Coordinación contra el Narcotráfico (OCON) o el Grupo de Reserva y Seguridad (GRS), entre otros.

Narcotráfico y gallos de pelea, una vieja relación

La operación Reñidero ha puesto de manifiesto de nuevo la gran afición que hay en el mundo del narcotráfico por los gallos de pelea. Esta actividad está considera legal en Andalucía y Canarias, pero tiene una serie de reglas que no siempre se cumplen. No puede haber apuestas ni tampoco las riñas pueden ser hasta la muerte de uno de los dos participantes. En las peleas ilegales se mueve mucho dinero y no es raro que los narcotraficantes apuesten en estas riñas clandestinas, en las que a veces se les llega a pegar los espolones a los gallos con pegamento de contacto. En la zona de la desembocadura del río Guadalquivir hay una gran afición por las riñas, y grandes narcos de la provincia de Cádiz han caído en algunas ocasiones cuando se encontraban en reñideros. El Cagalera y su hijo, el Diarrea, el Tomate, el Partida o el Acuático son algunos de los narcos más famosos de esta zona a los que se les ha relacionado tradicionalmente con las peleas gallísticas.

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