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El trágico final de una condenada por asesinato en Sevilla

Una mujer de 45 años fallece en el hospital tras ser encontrada en un aparcamiento junto al Parque de Bomberos

El verano de 2004 participó en el crimen del taxista Amador Guerrero, por el que fue condenada a 12 años de cárcel

R. S. A. se tapa la cara con una bufanda durante el juicio por el asesinato del taxista. / D. S.

Un ciudadano que se disponía a aparcar su coche en un descampado de la calle José María Moreno Galván, muy cerca del Parque de Bomberos de San Bernardo, se encontró la tarde del pasado viernes a una mujer tirada en el suelo. Trató de auxiliarla pero no reaccionaba. Cruzó la calle y se dirigió al parque de Bomberos para avisar de lo que ocurría. Los bomberos acudieron al solar utilizado como aparcamiento y tampoco pudieron reanimarla. Avisaron a los servicios de emergencias sanitarias y a la Policía Nacional.

La mujer estaba en situación de muerte cerebral, ese estado irreversible en el que al cerebro no le llega sangre ni oxígeno pero que los órganos siguen funcionando durante unas horas. Fue trasladada al Hospital Virgen del Rocío, donde finalmente falleció al día siguiente. El sábado 5 de junio se confirmó la defunción. Al tratarse de un cuerpo encontrado en la calle, el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional en Sevilla abrió una investigación para esclarecer las circunstancias de la muerte. No había aparentemente ningún indicio de muerte violenta, y la causa de la defunción tendrá que confirmarla la autopsia que se le practicó al cadáver.

Hasta ahí el protocolo habitual que se pone en marcha cuando se encuentra un cadáver en la vía pública. Pero a los más antiguos del Grupo de Homicidios les sonaba aquella mujer. Al identificarla y meter el nombre en las bases de datos policiales, las dudas se despejaron. Era R. S. A., de 45 años, una vecina del Polígono Norte que fue detenida por los agentes de esta misma unidad en 2004, después de que participara en el asesinato del taxista Amador Guerrero, cometido el 15 de agosto de aquel año.

Entierro del taxista Amador Guerrero, el 17 de agosto de 2004. / D. S.

El crimen fue obra de Juan M. F., que por entonces era el novio de R. S. A.. A ella se la consideró cómplice del asesinato y se le impuso una condena de 12 años de cárcel por su participación en el crimen y por el robo con violencia. Se le aplicó la atenuante de drogadicción. A su novio lo condenaron a 21 años de prisión. Ambos mantenían una relación sentimental desde un año y medio atrás, casi siempre marcada por el consumo de drogas. Durante el juicio, su defensa planteó que le tenía miedo a su novio porque había sufrido malos tratos.

Cuando fue detenida, la mujer tenía ya seis antecedentes y Juan 19. A ella la habían arrestado antes por sirlas (atracos a punta de navaja), robos con fuerza y alguna reclamación judicial. Se hacía pasar por su hermana para tratar de burlar a la Policía. La madrugada del 15 de agosto de 2004, paró junto con su novio un taxi en la avenida de la Barzola y le pidieron al taxista que los llevara a San José de la Rinconada. Era el día de la Virgen de los Reyes y el taxista, Amador Guerrero, de 61 años, había empezado la jornada muy temprano, como es habitual en el gremio un día como ese. En mitad del camino, le pidieron al taxista que variara su ruta y los dejara en la barriada del Gordillo, que ambos conocían porque habían estado en un centro de desintoxicación próximo.

Un vecino del Gordillo observa los restos de sangre del taxista, el 15 de agosto de 2004. / D. S.

Llevaron al taxista hasta la calle Caladio. Allí la mujer se bajó del taxi y se dirigió a la parte delantera, para apoderarse del dinero que llevaba el conductor, unos 275 euros. Mientras, su compañero pasaba el brazo alrededor del cuello al taxista y le colocaba un cuchillo en el mismo, con el que le pinchó varias veces. Vencida la resistencia del trabajador, lo introdujeron en el maletero, pero no consiguieron arrancar el coche. Así, tuvieron que sacarlo para que los ayudara. En ese momento, el taxista intentó huir y recibió una puñalada que le seccionó la aorta y le produjo la muerte en pocos minutos.

Durante el juicio, el autor material del crimen culpó a su compañera de ser la inductora del mismo, pues dijo que ella "soñaba con atracar, matar y quemar a un taxista dentro de su vehículo". El asesinato de Amador Guerrero supuso una auténtica conmoción para el gremio del taxi de Sevilla, que se manifestó reiteradamente pidiendo mayores medidas de seguridad. A raíz de aquel crimen, se hizo frecuente el uso de mamparas de seguridad en los taxis. La pena de 12 años impuesta a esta mujer indignó a las asociaciones del sector y también a la familia de la víctima, que la consideraba igual de asesina que al autor material.

Diecisiete años después de aquel brutal asesinato, una de las personas implicadas apareció muerta en un descampado del centro de Sevilla. La Policía investiga su muerte, aunque todo apunta a que ésta no se produjo de manera violenta.

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