Muere a los 53 años Manolo León, pionero de la alta cocina de autor
OBITUARIO
De una familia de siete hermanos, con Rogelio se vino de Almonte En 1996 abrió en la calle Guadalquivir un local ya clásico
La calle Guadalquivir une Santa Clara con Teodosio y San Vicente, puente urbano entre la Alameda y Torneo, entre la ciudad y el río que da nombre a esta calle. Allí decidió continuar su faceta de restaurador Manolo León (Almonte, 1961-Sevilla, 2015), que falleció anteanoche a los 53 años de edad y no podrá vivir los veinte años de apertura de un local pionero en su oferta gastronómica y su manera de concebirla.
Con su hermano Rogelio, que se vino en 1986 desde los territorios próximos a la aldea de El Rocío, heráldica de sus negocios, se vino a probar fortuna en la capital. En 1996, cuatro años después de la Expo 92, pasados los coletazos de la crisis que siguió al certamen, Manolo León se convirtió en un vecino más, en un reclamo sinónimo de calidad y buen gusto. Ayer todavía estremecía oír por teléfono a algunos de sus colaboradores diciendo "Manolo León, dígame" ante la demanda de algún cliente. No es puro formulismo. En el local había mucho de la personalidad de Manolo León, pendiente de los detalles, que son lo que hacen y deshacen negocios en ese diálogo entre desconocidos que pueden terminar siendo amigos.
Abrió en un momento de dudas, cuando nadie sabía cuál iba a ser la configuración definitiva de la Alameda de Hércules y su entorno, sometida a un sinfín de obras y proyectos donde cualquier apuesta empresarial rozaba la heroicidad. Manolo León tenía fondo y cimientos. Sabía fidelizar clientela, captar repetidores a base de novedades.
Muchas celebraciones han tenido este local como escenario. Tengo un recuerdo imborrable de la comunión de mi hija Andrea, de mi sobrino Pablo, un aniversario de boda, siempre con una profesionalidad sin aspavientos, agradables sin querer agradar, que puede llegar a resultar muy desagradable. Han mantenido una excelente relación con la comunidad de la Merced y el colegio de las Mercedarias.
De una familia de siete hermanos, empezaron en Sevilla en 1986, diversificando el restaurante en catering para eventos. Después se han abierto otros bares y restaurantes por la zona, pero Manolo León abrió la senda. Comidas de empresa, deportivas, cofrades, políticas, profesionales, sacramentales. La mezcla de los ambientes es una metáfora de la diversidad de su carta, con propuestas estacionales para la Navidad, la Cuaresma, el verano y las comidas de temporada. Con los postres como desembocadura de la caza, la pesca y la huerta.
Vino del campo a la ciudad, de Huelva a Sevilla y fiel a sus raíces en este momento postrero desandará este camino. A partir de hoy, sus restos mortales descansarán en su Almonte natal. El 30 de junio se celebrará un funeral en la parroquia de San Lorenzo. El barrio-matriz de este emprendedor sin complejos al que le dolía que alguien saliera disgustado o disconforme de su casa, ese local presidido por su nombre con una familiaridad que indicaba el trato cercano y la cocina de autor.
Manolo León, dígame. Hay en el buen profesional una parte de su vida que queda en su obra. A la que dedicó su vida entera.
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