Muere Ginés Aparicio, uno de los 'padres' de la Expo 92
Fue el responsable de que los pabellones e infraestructuras se construyeran a tiempo, enfrentándose a numerosos contratiempos
¿Qué hacías en el 92?
El ingeniero Ginés Aparicio ha muerto este lunes a los 84 años de edad, uno de los padres de la Expo 92. Aparicio fue director de la División de Proyectos y Construcción de la muestra universal, y autor del Plan Director de la misma. Era ingeniero de caminos, el mismo oficio que su jefe, Jacinto Pellón. Fue el número dos de Pellón y, como él puntualizaba "amigo de Olivencia, también".
Aparicio llegó a Sevilla en marzo de 1987, de la mano del tandem formado por Emilio Casinello y Manuel Olivencia. El que lo propuso fue Casinello, "a partir de una selección de tres candidatos que había y que alguien recomendó", según explicó Juan Teba en su libro Los padres de la Expo.
"Cuando yo empecé en marzo del 87 pues había muy poquito sobre el papel para que se pudieran hacer cosas. Nada. Nada", diría después. Lo primero que hizo fue organizar un Plan Director, "el famoso Plan Director de la Expo, que lo hicimos en cinco meses, se acabó el 30 de julio de 1987, y en ese mismo mes ya estábamos montando la primera obra de infraestructura". Se refería a las redes de abastecimiento, saneamiento… "definía cuántos pabellones preveíamos, cuántos países preveíamos… toda la distribución de avenidas, de espacios públicos, de pabellones temáticos".
Aparicio procedía de una ingeniería de Madrid, Ertisa, que ya estaba trabajando en el proyecto del AVE… Pellón se incorporó el 29 de mayo de 1987. Mientras, Olivencia y Cassinello, "con su experiencia diplomática, maletín en mano dando la vuelta al mundo para gestionar la participación… aquí vinieron 112 países cuando la exposición que más había tenido fue la de Osaka con 77 países". Decía que la Expo se quedó pequeña porque el Plan Director sólo incluía sesenta países.
Ginés Aparicio era el ingeniero de caminos, el hombre práctico. Olivencia y Casinello hablaban con embajadores, ministros y jefes de Estado. Ginés Aparicio hablaba con los terrenos, con la ficción que después sería la realidad de la Expo. Fue un auténtico Cristóbal Colón de las infraestructuras. El hombre al que todos los periodistas le preguntaban "¿esto se va a acabar?, ¿va a estar a tiempo?".
Hablaba de las azafatas que enseñaban terrenos baldíos sin construir. A la vez, tenían que ir construyendo los puentes de la Barqueta, de la Cartuja, del Alamillo, de Chapina, de las Delicias, del Centenario, el del Cachorro. Siete puentes en cinco años cuando Franco en cuarenta sólo inauguró uno.
Tenían el problema de la falta de soldadores suficientes. Y no había tiempo que perder. Mantuvo el ánimo y la gestión pese al incendio del pabellón de los Descubrimientos, la estrella de los pabellones temáticos, que salió ardiendo el 18 de febrero de 1992, una semana después de que lo visitara la Reina Sofía. Le informó una azafata cuando estaba en su despacho de una de las caracolas. "No quedaba tiempo para reconstruirlo, imposible".
Siempre pensó que Sevilla estaba en deuda con Pellón. Como quedará en deuda con este ingeniero de caminos, canales y puertos nacido en Cartagena en 1938, de donde llegó el submarino de Isaac Peral que fue la estrella del pabellón de Murcia. Recordaba con mucha gracia el impacto negativo que provocó en el empresariado sevillano una conferencia de Pellón en el Círculo de Labradores. "Aquello le marcó", le contaba Ginés Aparicio a Juan Teba. "Me decía, qué haces tú que contigo no se meten".
Hombre fundamental en los equipos de Olivencia y de Pellón, en las dos mitades sin las que la Expo nunca
habría llegado a buen puerto .
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