Monumento a Bécquer: En busca de un nuevo esplendor
Patrimonio histórico
Los restauradores ya han comenzado a desmontar la obra de Lorenzo Collaut Valera que recuperará su disposición original
Una intervención integral. El monumento al poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, uno de los más apreciados del parque de María Luisa, comenzó a desmontarse ayer para una restauración que durará cuatro meses y que solucionará los problemas derivados del crecimiento del tronco del Taxodium (conocido como ciprés de los pantanos) alrededor del cual se dispone. Además, recuperará todo su esplendor tras la limpieza a la que será sometido y se le repondrán algunas piezas que han ido desapareciendo con los años. El desmontaje, que se debe hacer con mucho cuidado por las peculiares características del monumento, comenzó bajo la atenta supervisión de Adolfo Fernández Palomares, director general de Medio Ambiente, Parques y Jardines del Ayuntamiento.
La empresa Alféizar Restauraciones Andaluzas, adjudicataria de la intervención, afronta una tarea que es muy compleja por la propia concepción de la obra de Lorenzo Collaut Valera, como explicó a este periódico Cristina García, directora de los trabajos: "Es muy complicado enfrentarse a un monumento vivo, como es este. El árbol forma parte del mismo, por eso cualquier paso hay que darlo con mucho cuidado. El desmontaje es muy lento y laborioso". El objetivo principal de la intervención es adaptar el monumento a las actuales medidas del árbol. Para ello se tendrán que hacer unas piezas nuevas que permitirán situarlo todo en su ubicación original. "Por ejemplo, el grupo escultórico estaba debajo del ángel. Queremos volver a darle esa unidad que ha perdido. Hay que replantearlo todo", señaló Inmaculada de Oya, encargada de la investigación histórica.
Además de devolver la armonía al monumento, se restituirán diversas partes que se han perdido, como algunos dedos. A las mujeres que representan los estados del amor también le faltan trozos de la nariz. Se harán diferentes pruebas para ver cómo se pueden reconstruir. "Los dedos que faltan eran de una reposición posterior. Intentaremos realizar las nuevas piezas en mármol. Todo hay que hacerlo con mucho cuidado. Conforme se avance irán surgiendo nuevos problemas que tendremos que resolver".
Durante el proceso, que se hará en la misma glorieta, se efectuarán diversas pruebas de limpieza sobre las esculturas para devolverle el color natural. "Tienen mucha suciedad y, además, al ser de distintos materiales no envejece igual. La limpieza es lo que más va a llamar la atención, puesto que el mármol es muy blanco". El bronce también será sometido al mismo proceso y a todo el monumento se le aplicará una protección final. En cuanto a la salud del árbol, Fernández Palomares aseguró que aparentemente está en buen estado, aunque se revisará: "Cuando se separe, vendrán los técnicos para hacer una evaluación. Creemos que no está apoyado en el monumento". En cualquier caso, está contemplado dejar cierta holgura con el tronco para que pueda seguir creciendo, pero conservando el abrazo simbólico que planteó Collaut Valera.
Contemplando las tareas de desmontaje se encontraba Marta Palenque, profesora de Literatura de la Universidad de Sevilla, autora del libro La construcción del mito Bécquer. El poeta en su ciudad (Sevilla, 1871-1936), editado por el Ayuntamiento en 2011 para conmemorar la construcción de esta escultura que ha sido y es lugar de peregrinación para los amantes de la literatura desde que fue inaugurado el 9 de diciembre de 1911: "Collaut Valera quería que el monumento creciera como el árbol. Como Bécquer y la poesía es eterna, esta obra también tenía que serlo. Está pensada también la forma de verlo. Es circular, para que se recorra, para que se viva. Así nos integramos. Forma parte de la idea de eternidad".
Tras la muerte de Bécquer hubo varios intentos para hacerle un monumento, pero nunca llegaron a cuajar. Incluso se llegó a poner la primera piedra de uno realizado por el gran Susillo en la Barqueta, aunque no se continuó al iniciarse las obras del tren. Fueron los Álvarez Quintero quienes en 1910, durante unos juegos florales en el Ateneo, anunciaron por sorpresa que lo impulsarían. "Ellos eran unos profundos admiradores de Bécquer. Tenían incluso manuscritos". Junto a Collaut Valera eligieron esta rotonda en la que crecía el Taxodium y escribieron la obra La vida eterna para recaudar fondos. "La representaron por toda España y América. Se abrió una suscripción pública en los periódicos y todo el mundo contribuyó. Al final hasta sobró dinero y todo".
El sueño de los Álvarez Quintero fue realidad en apenas un año. Dentro de cuatro meses, este mágico lugar del parque volverá a mostrar su mejor cara en homenaje a uno de sus más grandes poetas.
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