Monseñor Asenjo: "La ciudad está triste"
Entrevista
El prelado repasa la actualidad local y nacional a dos meses de renunciar al cargo de acuerdo con la normativa canónica. Clama por el retorno del turismo a la ciudad, prefiere que el aeropuerto siga llamándose San Pablo y considera que la Monarquía no corre peligro
Sevilla/Usa una mascarilla con la heráldica del Cabildo Catedral: la Giralda y las dos azucenas. Reina la paz de agosto en el Palacio Arzobispal, donde se adivina una curia a medio gas. Monseñor Asenjo ha acudido a diario a la novena de la Patrona. Ha estado de vacaciones en su tierra de Sigüenza. Se recupera lentamente de sus problemas de vista. Su tono de voz es como siempre:reposado. Y no disimula cierta alegría interior, causada quién sabe si por efecto del descanso, por la evolución favorable de su patología, o porque pronto se verá liberado de sus obligaciones como prelado.
–¿Cómo pasa este tiempo de restricciones para todos?
–Con paz y serenidad. Trabajando, rezando y llamando a las personas vulnerables; escribiendo cartas a los sacerdotes para mantenerles el ánimo y la ilusión pastoral. He escrito tres cartas a los sacerdotes, he escrito a las religiosas contemplativas, he escrito a los cofrades, haciéndome solidario con su pequeña o gran desgracia que les ha marcado al no poder realizar las estaciones de penitencia. He estado muy cerca de los pobres y de los que sufren. He usado mucho el teléfono, he rezado mucho y he trabajado, escrito, leído... Todo cambió el 4 de junio, cuando en el funeral por las víctimas, después de leer sin problemas la monición de entrada, se cantó el kirie de la misa de Mozart, y de pronto descubro que no veo. Y digo: “¡No veo!”. Y se entera toda la Catedral y toda Andalucía porque la misa la estaba televisando la cadena autonómica. Esta temporada de verano es peculiar, pero no baldía ni infecunda. He aprovechado mucho para salir al campo en mi pueblo, rezar la oración de intercesión. Mi oración en esta temporada ha estado llena de nombres, los de las personas que el Señor me ha encomendado, de las personas a las que quiero, de los necesitados de mi ayuda. Ha sido una oración de alabanza. El campo evoca a Francisco de Asís, que alababa a Dios por la hermana Luna, el hermano Sol y hasta por el hermano Lobo. He alabado al Señor por todo lo que me ha regalado en mi vida de sacerdote y de obispo, en la que estoy a punto de cumplir una etapa. Y también he alabado al Señor por algo que me ha acompañado muchísimo en esta etapa: la música. Siempre he estado muy cercado al canal clásico de RNE. Pero ahora sobre todo. Tienen programas muy hermosos y didácticos. He gozado mucho escuchando los conciertos de los festivales de Granada cada tarde. He alabado a Dios por esta realidad cultural inmaterial que es la música: la hermana música. La música evoca la infinita hermosura del rostro de Cristo resucitado. Ayuda a conservar la paz y la alegría.
–Ha hecho alusión al final de su pontificado. ¿Tiene ganas de que acabe o usted seguiría?
–No puedo seguir muchos años más, y menos con estas limitaciones. Si de aquí al 15 de octubre mi vista no mejora, yo en la carta que firmaré y que enviaré al Papa diré cuál es mi situación. De todas formas yo estoy a lo que diga el Santo Padre. Me he acordado muchas veces estos días del Papa Juan Pablo II y del Papa Benedicto. Ratzinger, siendo cardenal, dijo en los compases finales de la vida de Juan Pablo II: “La Iglesia no se gobierna con las piernas”. ¡Pues tampoco se gobierna con los ojos, aunque sean tan importantes! Una misión fundamental de un obispo es la oración de intercesión, que probablemente es más fecunda o tan fecunda al menos como la actividad pastoral. Rezar por mis fieles y por la diócesis es una forma también de servir. Yo estoy dispuesto a hacer lo que la Santa Sede me pida.
–¿Ha pasado miedo en algún momento en estos meses atrás?
–A lo mejor he pasado miedo por mi familia, por mis sacerdotes, por las personas que tengo encomendadas. Y he pasado mucha pena por los que han ido muriendo, conocidos y desconocidos. Bien es verdad que en Sevilla las muertes no han sido tan numerosas como en otras latitudes. Tenemos una diócesis de dos millones de habitantes. Mi provincia natal, Guadalajara, tiene 250.000. Pues ha habido el mismo número de muertes. En torno a 280 o 290 defunciones. Me alegro de que en Andalucía no hayamos sufrido tanto. Yo he padecido por los muertos y por el dolor de sus familias. Muchos han muerto sin la mano querida, sin el abrazo del hijo, del esposo o de la esposa. Esto añade un dolor especial.
–¿Cómo ve la situación política actual? Parece crispada a diario.
–Con mucha frecuencia, en las misas que presido invito a pedir por España. Les dije a los fieles que es un deber religioso que deriva del cuarto mandamiento de la Ley de Dios. Nos manda honrar, querer a nuestros padres y rezar por ellos, lo que incluye el amor a la patria. Invito muchas veces a los fieles a encomendar a España. Hay que pedir a la Virgen y al Señor que nos ayuden a superar estas tristísimas circunstancias que estamos viviendo, esta pandemia que rebrota, el invierno que será muy duro para los pobres. Y pido también para que nuestros dirigentes, deponiendo todo interés personal o partidista, busquen el diálogo y el consenso. La situación es muy grave, dramática. Todos tienen que poner de su parte lo mejor de sí mismos para llegar a acuerdos que garanticen la paz, la concordia, la libertad, la seguridad y el bien común de todos los españoles.
-Usted ofreció 300.000 euros a la Junta de Andalucía para luchar contra el virus.
–No sé si los han usado. Nosotros entregamos el dinero y recibimos la correspondiente gratitud. Pusimos también a su disposición el edificio del Seminario, pero no nos lo han pedido de momento.
-¿Reciben ahora más peticiones de ayuda en Cáritas?
–Han crecido las necesidades exponencialmente, pero están creciendo también las ayudas de la gente. Es el sensus fidelium. El sentido de la fe del pueblo cristiano, que detecta las verdaderas necesidades. La gente está ayudando. Desde esta tribuna que es el Diario de Sevilla, invito a los fieles a seguir colaborando con Cáritas, a ser verdaderos samaritanos de nuestros hermanos, a bajarnos de la cabalgadura de nuestro bienestar como el buen samaritano. Aquel hombre al ver al pobre malherido en la cuneta, molido a palos según el evangelista, sacó de su zurrón vino y aceite. Con el vino sanó las heridas y con el aceite las suavizó antes de vendarlas. Después lo llevó a la posada. Lo mismo tenemos que hacer nosotros en esta coyuntura tan desgraciada.
–¿La Diócesis aguantará mucho tiempo sin los ingresos de la Catedral por el turismo?
–Estamos aguantando. En el pasado no hemos tenido esa fuente de ingresos y la diócesis ha seguido adelante. Es verdad que a lo mejor podemos hacer menos cosas. El cuidado del patrimonio va a ser más problemático. Quiero acudir a las instituciones, al Ayuntamiento y a la Junta. Sería deseable que desde la Junta se pusiera en marcha la comisión mixta que lleva sin reunirse desde el año 2011 y que se arbitraran ayudas para que la Iglesia pudiera restaurar su patrimonio. Acudo también a la generosidad de los fieles, que es muy grande. Hacemos obras gracias a su colaboración y a la de algunos ayuntamientos a los que quiero agradecer su generosidad.
-¿Qué opina de que se pueda cambiar el nombre del aeropuerto? Dejaría de denominarse San Pablo para ser el aeropuerto Diego Velázquez.
–¿Y qué ha hecho el pobre San Pablo para merecer esto? Pues no sé. Me parece que es un mal signo. Este camino de secularización a todos nos afecta y nos envuelve. Creo que se puede honrar a Velázquez de otra manera y no quitar a San Pablo, que ha sido un buen acompañante de los viajeros a lo largo de un siglo.
-¿La Monarquía corre peligro?
-Creo que estamos en un momento delicado, pero no tengo miedo de que la institución esté en peligro. Quiero reconocer los méritos del Rey emérito. Han sido muy grandes en la llegada de la democracia y su consolidación. Y tengo que reconocer la prudencia y la ejemplaridad del Rey Felipe VI. Es una garantía de pervivencia. A todos nos ha llamado la atención e impresionado esa garantía y esa ejemplaridad.
–¿Por qué hay católicos que se muestran críticos con el Papa Francisco?
–Creo que son una minoría. Muestran cierto disenso eclesial, lo cual es causa de dolor para los pastores y para muchos fieles. Yo he sido profesor de Eclesiología. Sé lo que representa el sucesor de Pedro en la Iglesia. Es un mal camino el disenso y el apartarse del sucesor de Pedro porque algunas cosas no encajen con la sensibilidad de uno. El Papa no se ha apartado en absoluto de la regula fidei, de la profesión de fe. Bien es verdad que probablemente está insistiendo mucho, porque a lo mejor es necesario, en la dimensión social del Evangelio: la cercanía a los inmigrantes, a los que sufren... Todo eso es cristiano. Quien critique al Papa por este motivo se está autocalificando.
–¿Cómo percibe el ambiente de la ciudad en estos momentos? Usted ha viajado a su tierra, ha ido y vuelto varias veces.
–No percibo alegría en ningún sitio. En Sigüenza da pena salir a la calle. Apenas pasa nadie. Y por Sevilla también estoy saliendo estos días, bien a la Catedral, bien a comer a un convento de monjas. La verdad es que da pena lo apagada y triste que está la ciudad. Es deseable que vuelvan los turistas, no sólo por la Catedral y los ingresos que ellos nos proporcionan, sino por la propia ciudad que tiene que recuperar su esencia, su ADN, sus características propias.
–En febrero se estaba hablando de los efectos de la turismofobia en Venecia, Barcelona o Sevilla. El cambio ha sido radical.
–Pues sí. A lo mejor ni tanto ni tan calvo. Ni tanto agobio con tantos visitantes, ni esta ausencia total de turistas. ¡Que vengan turistas no es malo! Es fuente de vida para la ciudad, fuente de ingresos, fuente de trabajo. Yo no creo que el turismo sea malo. Y en todo caso sería un mal necesario.
–El 15 de octubre debe presentar su renuncia al Santo Padre. ¿Qué le queda por hacer?
–Me gustaría que el 15 de octubre estuviesen empezadas las obras en Santa Clara. Ahora están en fase de adjudicación.
–Siempre le pregunto por el número de vocaciones.
–Estoy muy contento y agradecido al Señor. Vamos a tener doce seminaristas nuevos en el Seminario Mayor y seis en el Menor. El Seminario Menor es una de las instituciones que puse en marcha, de la que me encuentro muy orgulloso, al igual que de la Facultad de Teología. Hemos logrado esta facultad en un período excepcionalmente corto. ¡En solo en ocho meses! Reuníamos todas las condiciones. Teníamos el edificio, que es magnífico y ha sido reconocido con el premio nacional de Arquitectura. Tenemos una biblioteca de 80.00 ejemplares y un buen claustro de profesores. Vamos a ser la segunda facultad de España en número de alumnos. Tenemos suficiencia económica. Podemos afrontar el futuro de la facultad sin agobios. Todo esto fue valorado favorablemente por la Santa Sede. Yo he liberado ahora a varios profesores de otras obligaciones. Han dejado parroquias y otros compromisos para dedicarse exclusivamente a la Facultad, al estudio, a la investigación, a la docencia y a las publicaciones. Estoy muy contento de haber logrado esta Facultad, que queda ya para Sevilla. Sevilla se la merecía.
–¿Se ha estrenado ya la Oficina contra los abusos sexuales que el Papa ordenó abrir?
–No, por fortuna.
–¿Le parece bien que el Consejo devuelva los importes por las sillas y palcos de la carrera oficial de 2020?
–Creo que la solución que se dio es acertada. Todos los que han querido, han podido recuperar ya su dinero. Aunque yo tengo miedo por el futuro económico del Consejo y de las hermandades. Dios quiera que en 2021 pueda celebrarse la Semana Santa. ¡La esperanza es lo último que se pierde! Tengo confianza, ilusión y deseos de que se celebre. Yo rezo para que las cosas vuelvan a su cauce y sean como siempre.
La sucesión está próxima
–¿Quién va a ser el próximo arzobispo de Sevilla?
–Eso lo sabrá el Espíritu Santo, porque no creo que el Papa se lo haya planteado todavía. Tengo nombres en la cabeza. Y daré mi terna cuando me la soliciten. Pero eso no depende de mi.
–En su terna habrá dos nombres de Sevilla y uno del Norte de España...
–Veremos a ver... Lo que Dios quiera.
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