Miguel Carcaño es "egocéntrico y mentiroso, pero no un psicópata"

El juicio del Caso Marta del Castillo

Los forenses creen que su intento de suicidio fue un "gesto de autoprotección" ante un cambio de módulo y que no tenía ni intención ni motivación para quitarse la vida.

Detalle del rostro de Miguel carcaño, asesino confeso de Marta del Castillo. Foto: Jaime Martinez/EFE
Jorge Muñoz/Cristina Valdivieso, Sevilla

22 de noviembre 2011 - 11:34

Miguel Carcaño no tiene ningún trastorno mental que pudiera haberle llevado a cometer el asesinato de Marta del Castillo o hubiera influido en su conducta. Los forenses del Instituto de Medicina Legal Julio Guija y Jesús Parejo y la psicóloga Rosario Antequera concluyeron ayer que el asesino confeso no padece ni ha padecido ningún trastorno psicopatológico, aunque el acusado es una persona "egocéntrica, mentirosa y manipuladora" y con un nivel de inteligencia que se encuentra dentro de la normalidad, en un parámetro de "normal-bajo", lo que supone que tiene un nivel suficiente para comprender el alcance y las consecuencias de sus actos.

Carcaño es además un joven egoísta, que primero piensa en lo que puede beneficiarle a él y después en las otras personas, con dificultades para establecer fuertes y estables vínculos afectivos, y sus actuaciones se dirigen a la consecución de beneficios y recompensas inmediatas. Tampoco presenta un elevado rasgo de agresividad, salvo los propios de la adolescencia.

Los peritos explicaron que en las tres entrevistas que le hicieron en julio de 2009, pocos meses después de su detención, el acusado fue cambiando la información que les proporcionaba en casa momento, incluso en el transcurso de una misma sesión, y explicaron que recurrió a la continua manipulación, "según le conviene por la pena que le puede caer y porque está amenazado", en palabras del propio Miguel Carcaño.

A diferencia de la psicóloga de la prisión de Morón de la Frontera, que consideró "real" el intento de suicidio que protagonizó el acusado, los forenses sostienen que se trató de un "gesto de autoprotección", que carece realmente de intencionalidad y motivación, y que representa más bien una llamada de atención ante un inminente cambio de módulo dentro de la cárcel, lo que hizo pensar a Carcaño que estaba en una situación de riesgo por la reacción de los presos comunes. De hecho, indicaron que el acusado "contaba con la posibilidad de que fuera salvado", ya que se hallaba incluido en el Protocolo de Prevención de Suicidios (PPS), por lo que estaba sometido a una estrecha vigilancia por otros internos de confianza.

Los psicólogos también señalaron que Miguel Carcaño es un joven con unos "recursos relativamente limitados", al que le cuesta decidir o seguir adelante en situaciones complicadas, y añadieron con respecto a su hermano, Javier Delgado, que hacía más de padre que de hermano, llegando Miguel a afirmar que le hubiera gustado que hiciese más de hermano que de padre.

El fiscal preguntó a los peritos si por esa relación que tenía con su hermano Miguel Carcaño no habría desarrollado una tendencia a protegerle, pero el tribunal no admitió la pregunta porque, en su opinión, excedía el objeto de la pericia.

Los mismos forenses que examinaron a Miguel Carcaño también son responsables del estudio de las repercusiones psicológicas que el asesinato de Marta y, sobre todo, la negativa de los acusados a entregar el cuerpo, está teniendo sobre los padres de Marta, Antonio del Castillo y Eva Casanueva. Los expertos, a los que se unió el psicólogo clínico Felipe Vallejo, que ha tratado a la madre, coincidieron en que la ausencia del cuerpo de Marta está prolongando el duelo de los padres y los continuos cambios de versión del procesado han "acrecentado el dolor psíquico", porque generaban una esperanza de poder encontrar el cuerpo que se ha ido frustrando con cada fracaso de las labores de búsqueda, aumentando el malestar de la familia e imposibilitando cerrar el duelo.

Los forenses advirtieron de que, en caso de que no aparezca el cadáver, existe el riesgo de que el dolor de los padres se convierta en un "duelo patológico" y añadieron que no se puede aventurar que las secuelas psicológicas puedan desaparecer incluso si aparece el cuerpo.

El psicólogo clínico destacó la situación de shock inicial de Eva Casanueva, que le impedía incluso levantarse de la cama, la incertidumbre sobre el paradero de su hija, lo que da rienda suelta a una "fantasía muy dañina" sobre dónde está el cuerpo. Por todo ello, los expertos concluyen que se ha causado a los padres un "daño irreparable", lo que ha llevado a la Fiscalía y a la acusación particular a imputar a los cuatro acusados un delito contra la integridad moral.

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