Metro de Sevilla, una prioridad aplazable
El suburbano es una bandera agitada más o menos por todos los alcaldes, un proyecto eterno que prospera o no en función de decisiones políticas. Este mandato tampoco será determinante.
Mantiene Soledad Becerril, alcaldesa de Sevilla entre 1995 y 1999, que para que el Metro fuese una realidad en la ciudad tenía que llegar un alcalde socialista. Más bien, volver a tener un alcalde del PSOE, porque el proyecto ya se paralizó a principios de los 80 con Manuel del Valle en la Alcaldía y de acuerdo con dos gobiernos, en Madrid y Andalucía, en manos del mismo partido. Ella dio el relevo a Alfredo Sánchez Monteseirín y así fue. Efectivamente, el socialista cortó la cinta en el último de sus tres mandatos.
Realmente, su argumento alude a las múltiples trabas políticas con las que el proyecto se ha ido topando. El avance definitivo llegó cuando el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía volvieron a compartir el mismo color e intereses. Años después, en una entrevista realizada por este periódico, la última en la que accedió a hablar de temas municipales, la hoy Defensora del Pueblo todavía se lamentaba del muro que el PSOE levantó en San Telmo cuando ella tuvo mando en la Plaza Nueva.
Que los sevillanos hayan tardado más de 40 años en poder montarse en el ansiado Metro ¿es entonces sólo una cuestión de voluntad política? ¿Una historia de confrontación entre administraciones? ¿Cuánto de culpa tiene la crisis y la falta de financiación?
Con la línea 1 en funcionamiento el proyecto sigue estancado y el momento en el que la red se concluya es muy incierto. De momento, no habrá novedad hasta 2020 como mínimo, asegura el actual alcalde, Juan Espadas, para quien el Metro no es más que otro elemento a englobar en un modelo integral de transporte público. De hecho, en su programa electoral, el PSOE se comprometía a reactivar éste y otros proyectos, como el Cercanías, los carriles bici y las peatonalizaciones, al mismo nivel. Y su primera reivindicación ante la Junta de Andalucía acerca del Metro ha tardado un año en llegar. Espadas está por el diálogo, no por la confrontación que critica a su antecesor, Juan Ignacio Zoido, pero ese talante tampoco garantiza que el metropolitano se retome antes del próximo mandato. La hora del Metro de Sevilla sigue sin llegar.
El recorrido por su historia revela la tormentosa relación entre el Metro y el Ayuntamiento de Sevilla, cuyo origen se remonta a la etapa franquista, donde tuvo un primer gran avance. El primer anteproyecto se redactó en 1969, siendo alcalde Félix Moreno de la Cova y a propuesta del ingeniero Plácido Álvarez Fidalgo, fallecido hace ahora tres años y con una enorme visión de futuro, pues a finales de los 60 ya detectó las necesidades que hoy sigue teniendo la ciudad. Y en menos de cinco años desde la redacción del proyecto comenzaron las obras, en la Alameda de Hércules, en el que sería uno de los tres túneles profundos del centro.
Así que, cuando en 1975 se redactó la Ley del Metro, Sevilla ha había recorrido un pequeño camino para convertirse en la tercera ciudad española con suburbano, ajena a las vicisitudes que luego iría encontrando este transporte metropolitano. Un año después se licitó el concurso para ejecutar el primer tramo de la línea 1, entre La Plata y la Gran Plaza. Y en 1979 se habían licitado ya los otros dos tramos hasta completar la línea, Gran Plaza-Estrella y Estrella-Plaza Nueva. Con el andalucista Luis Uruñuela como alcalde se construyeron los tres pozos en el centro. Pero en 1981, cuando se había recorrido un corto camino aún, el proyecto se frenó, con el socialista Manuel del Valle en la Alcaldía.
¿Por cuestiones técnicas o políticas? Si se recurre a la hemeroteca aparecen titulares alarmantes. Grietas, peligro de derrumbe para la Catedral y las casas palacio del centro... un "túnel sin salida". Uruñuela recuerda que incluso llegó a decirse que los sevillanos no estaban acostumbrados a bajar a profundidades tan grandes. "Tan catetos no seríamos", apuntaba a este periódico hace unos años para revelar el verdadero motivo: fue Felipe González quien dijo que o Expo o Metro.
Del Valle así lo confirma. Fue en una reunión con el presidente del Gobierno y de la Junta donde se establecieron las prioridades. Ésta fue parar el Metro y preparar a la ciudad para la cita universal del 92. El ex alcalde todavía se esfuerza en explicar bien su decisión política. Primero, él no estimaba necesario un Metro sólo para la capital, sí para el área metropolitana; segundo, creía que antes de trazar líneas había que ordenar la ciudad. Y tercero, no estaba por la labor de dejar escapar la Expo. Levantar la ciudad al mismo tiempo era imposible y, además, inviable económicamente.
En 1984 las obras se suspendieron definitivamente y se tardó quince años en retomar el proyecto, con otro alcalde socialista al frente. Aunque quien jugó el papel determinante fue de nuevo el PA. Entre 1987 y 1999 el Metro se convirtió en una apuesta muy seria, una obsesión de los andalucistas, con Alejandro Rojas Marcos al frente. Después de un mandato como alcalde, con el PP como socio, el Metro fue la moneda de cambio para ceder el bastón al PSOE en un gobierno de coalición que acabó como el rosario de la aurora, pero en el que se logró el compromiso firme de la Junta de Andalucía para impulsar el proyecto. El andalucista recuerda que su partido decidió pactar con quien sacase el Metro adelante, puesto que el Ayuntamiento solo no podía hacerlo. Y el pacto se hizo con el PSOE, con Manuel Chaves directamente, se jacta de decir el andalucista.
A partir de entonces, el PSOE, con Monteseirín como alcalde, pasó a monopolizar políticamente el proyecto de Metro de Sevilla. Con el cambio de siglo se iniciaron las labores de redacción de los proyectos, diagnóstico y recuperación de los túneles construidos y las obras del nuevo trazado de la única línea hoy en funcionamiento comenzaron a primeros de 2004. Y ahí empieza un nuevo y larguísimo capítulo de incidencias y socavones, retrasos y sobrecostes de más del 40%, escándalo y reproches políticos. El proyecto de línea 1 se adjudicó con prisas electoralistas, se redactó a trozos, tal y como llegó a admitir la Junta de Andalucía en su día, y se ejecutó a ciegas, perforando incluso sin certeza de por dónde discurrían las canalizaciones, con desconocimiento del subsuelo, improvisaciones que también obligaron a construir un Metro con más tramos en superficie de los previstos. La línea 1 se inauguró finalmente en abril de 2009, cerrando un capítulo de esta larga historia donde aún quedan otros tres ramales por ejecutar.
El de Sevilla fue el primer metro puesto en funcionamiento de los siete suburbanos y tranvías proyectados en la comunidad por la Junta de Andalucía, que avala la urgencia de dotar a la capital andaluza de una red completa para atender el crecimiento de la población y evitar el colapso circulatorio. Pero el Gobierno andaluz ha optado en los últimos años por invertir en otras provincias, con ese complejo eterno de fondo de no favorecer a la capital, pero ninguna cuenta todavía con una infraestructura completa. Un argumento que explotó el popular Juan Ignacio Zoido para confrontar con la Junta de Andalucía y pedirle, con vehemencia, que mirase a Sevilla y no sólo a Málaga o Granada.
El argumento de la crisis económica y la falta de recursos públicos ha sido esgrimido por el Gobierno andaluz para justificar la paralización de los proyectos, pero el reparto de las inversiones demuestra que las decisiones políticas también tienen su peso. Y, al margen del Gobierno central, la Junta tampoco tiene previsto invertir nada en los próximos cuatro años. No es la hora del Metro de Sevilla, el actual alcalde, en armonía con la presidenta Susana Díaz, lo sabe y, sin renunciar al diálogo, ya maneja otras alternativas.
La anunciada ampliación del tranvía hasta Santa Justa deja sin sentido la construcción de la línea 2 del Metro, pues coincide con parte del trazado. Su licitación se prevé para dentro de unos días, según fuentes municipales, y Espadas espera que deje impronta en su mandato. La prioridad de Espadas es acometer la línea 3, que atravesará la ciudad de norte a sur, de Los Bermejales a Pino Montano. Este último barrio, al igual que Sevilla Este, requiere una solución en materia de transporte público. Por ello, consciente de que el Metro no va a paliar a medio plazo estas necesidades, Espadas apuesta por alternativas como los BTR (bus de tránsito rápido), lanzaderas bautizadas en la empresa municipal de transportes como Tussam express.
Espadas garantiza que el proyecto de Metro avanzará en este mandato. ¿Cómo? Por ahora, el alcalde ha conseguido que las líneas que quedan por construir hayan sido incluidas a última hora en el anexo del Plan de Infraestructuras para la Sostenibilidad del Transporte en Andalucía (Pista 2014-2020) por parte de la Junta. Y garantiza que se sentará a dialogar, en Sevilla y en Madrid. Pero la Junta ya ha admitido su incapacidad para nada más.
Sevilla vuelve a tener un alcalde socialista, ¿se cumplirá la teoría de Soledad Becerril y el Metro avanzará de nuevo? Ello está condicionado a que haya financiación, a estudios de viabilidad económica y a que el Estado ponga dinero. Los plazos ya apuntan a un nuevo mandato y el color de la Alcaldía en 2020 es impredecible.
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