Memoria de Juanita Reina (I)

NOS dice Lola Reina: "Mañana, día 19, festividad de San José, se cumplirá el décimo aniversario del fallecimiento de la más grande interprete de la canción española. Se ha escrito y hablado mucho de ella, aunque nunca "dio que hablar", que es cosa bien distinta por eso puedo decir, con orgullo de mi tía, que a ella mejor que a nadie, se le puede llamar Doña Juana Reina".

El escritor Daniel Pineda Novo, autor de dos libros de síntesis sobre las artistas del arte folklórico del siglo XX (Las Folklóricas, 1983, y Las Folklóricas y el cine, 1991), recuerda que el escritor Antonio Burgos definió a Juanita Reina como "un monumento histórico-artístico de la canción andaluza, una sacerdotisa del culto por la copla… La Monserrat Caballé de Andalucía".

Juanita Reina nació el 25 de agosto de 1925 en la macarena calle Parra, y durante más de medio siglo llevó la canción en sus labios. "Con voz de registro sevillano único, voz potente, de contralto; amable y melodiosa", escribe Daniel Pineda Novo.

Lola Reina, su sobrina, escribe de su tía con entrañable admiración y cariño: "Admirada y querida hasta fuera de nuestras fronteras, estas líneas las escribo, por el profundo sentir que tengo hacia su figura, no sólo por ser su sobrina, sino por ser amante y representante de este género tan español como es la copla y ver en ella, el ideal de una gran mujer andaluza, sevillana y macarena por los cuatro costao. Con una belleza deslumbrante, una voz portentosa, llena de ricos matices, donde la zambra, se hace más zambra, donde el pasodoble, se hace más pasodoble, donde la marcha, se llena de majestuosidad, derramando sobre el escenario, un señorío sin igual".

"Mis abuelos, Miguel y Lola -sigue diciendo Lola Reina-, se casaron jóvenes y tuvieron quince hijos, aunque como era normal por aquella época, sobrevivieron nueve. Al morir los dos primeros, Carmen y Enrique, Juanita se convirtió en la mayor, siguiéndole Manuela, Pepe, Gertrudis, Enrique -mi padre-, Paco, Loli, Angelita y Teresa. Desde temprana edad sentía gran admiración por Pastora Imperio, Estrellita Castro, Imperio Argentina, pues de la mano de su abuelo Enrique iba a ver las películas de éstas a un cine que existía por la zona de la plaza del Pumarejo. Al regresar a su casa, se metía en su habitación e intentaba emular las escenas que sus vivarachos ojos negros acababan de contemplar".