Melado ya es como Elvis o los Seises

calle rioja

Clásico. El peluquero de Amor de Dios, que fue 'speaker' del Betis y compositor de populares sevillanas, tiene un busto que le esculpió el artista Jesús Méndez Lastrucci

Melado sonríe junto al busto de Méndez Lastrucci mientras su hijo Antonio le arregla el pelo a Rafael León.
Melado sonríe junto al busto de Méndez Lastrucci mientras su hijo Antonio le arregla el pelo a Rafael León. / José Ángel García
Francisco Correal

12 de junio 2018 - 02:35

Casi un año después, una vez que han terminado las obras en la calle Amor de Dios, el 13 y el 14 recuperan el trayecto original y vuelven a pasar por esta calle y por la Feria a la altura de Cruz Verde. Durante este tiempo, estos autobuses salían por Alfonso XII, como si se sumaran a los fastos del cuarto centenario del nacimiento del pintor Murillo. La senda del bus turístico hasta la calle Torneo por San Laureano. En este tiempo, Tussam ha cambiado el uniforme de los conductores; el cine Cervantes ha modificado el luminoso y la cartelera con los estrenos; el curso en el instituto San Isidoro, donde estudió Severo Ochoa y dio clases la actriz María Galiana, el más antiguo de Andalucía, está ya prácticamente en el tramo final del calendario lectivo.

Desde la cristalera del autobús se ve a la izquierda la peluquería de Melado, donde ahora lleva las riendas Antonio, uno de los tres hijos varones del mítico peluquero que sigue preparando libros. La peluquería tiene una novedad. Hace unos días el escultor Jesús Méndez Lastrucci, biógrafo de Antonio Susillo y sobrino-nieto de Castillo Lastrucci, le ha regalado al peluquero un busto de porte romano. Ya puede presumir Melado de figurar en la misma iconografía a la que pertenecen los Seises o Elvis Presley. Al cuerpo de baile de la Catedral que asombró al papa Juan Pablo II en su visita (hoy se cumplen 25 años de su llegada a Sevilla en su segunda visita) y al cantante que revolucionó la música y murió el 16 de agosto de 1977 les ha dedicado sendas series escultóricas este escultor de la calle Calatrava con taller cerca de la calle Goles.

La peluquería de Melado es una tertulia permanente. Antonio, su hijo, está casado con una galesa y eso le da un perfil internacional al negocio. Es permanente el goteo de clientes extranjeros, muchos de ellos afincados en Sevilla. El otro día estaba en la silla gestatoria de la barbería Lawrence Sand, el británico que tiene una exquisita tienda de planos y mapas junto a la plaza del Museo. Cliente y barbero hablaban de sus cosas en inglés, el idioma que Hellen, la nuera de Manolo Melado, enseña en el colegio San Francisco de Paula. La pareja se casó en Llandudno, la patria chica de Lewis Carroll, el autor de Alicia en el país de las maravillas. Antonio Melado es paisano consorte de ilustres galeses como Roal Dahl, Catherine Z Jones o Gareth Bale. Otro cliente que frecuenta la peluquería de Amor de Dios es Antonio Rivero Taravillo. Apasionado de la cultura irlandesa, entra en la semana de un nuevo Bloom's Day. El de 2010 reunió a expertos en el Ulises de Joyce el 16 de junio, el día que España empezó perdiendo contra Suiza el Mundial de Sudáfrica que le ganó a Holanda. Semana del Ulises y de un Mundial sin Irlanda.

Otro deporte entró por la puerta de la peluquería. Antonio Gómez del Moral es uno de los dos hermanos egabrenses que corrieron el Tour de Francia. José Gómez del Moral vive en Colombia, país donde fue el primer español que ganó la Vuelta Ciclista. Antonio es de noviembre de 1939, unos meses mayor que Melado. El año que viene cumple 80 años, pero sigue vinculado con el ciclismo. La tienda de bicicletas que tenía en Jesús del Gran Poder esquina con Santa Bárbara, muy cerca de la peluquería, ha pasado por diferentes negocios (ahora es una inmobiliaria). Hace 25 años, cuando el papa Juan Pablo II visitó Sevilla, Miguel Indurain era el rey del Tour de Francia. Antonio Gómez del Moral está en los preparativos de la Vuelta Ciclista a Andalucía, una de las pruebas más exigentes y hermosas para un ciclista, y de la Vuelta Ciclista a Sevilla. Una etapa que coincidirá con la Velá de Triana, una república independiente al otro lado del río con gran afición al ciclismo por el apostolado del gran Zeppelin.

La peluquería de Melado es el mejor observatorio de la calle Amor de Dios, el fémur que une la cintura de la Campana con el tobillo de la Alameda de Hércules. La vida seguía ayer lunes por la ciudad. José Chamizo, ex Defensor del Pueblo, entraba en la tienda de ropa Antonio Ortiz; Antonio Rodrigo Torrijos hablaba por el móvil en la calle Cuna; por Tetuán caminaba Jean-Paul Goujon, el francés de Burdeos que ganó el Goncourt con su biografía de Pierre Louÿs, el padre de la literatura erótica que por prescripción facultativa se alojó en el hotel Inglaterra.

La Onu de Sevilla se pasa por la peluquería de Melado. El peluquero jefe es un sevillano de 1940, la quinta de Alejandro Rojas-Marcos y Alfonso Guerra. Uno era alcalde de Sevilla en la segunda visita de Juan Pablo II y el otro renovaba el acta de diputado tras ganar el PSOE las elecciones del 6 de junio de 1993, aunque ya no tenía la vitola de vicepresidente del Gobierno que estrenaría cuando el Papa polaco realizó su primera visita a la ciudad en noviembre de 1982. En ambos casos, lo despidieron con las sevillanas del adiós que compuso Manuel Garrido, un chaval octogenario, hijo adoptivo de Morón de la Frontera y parroquiano de esta peluquería de Amor de Dios. Vecino de la Barzola, desde que el Ayuntamiento de Juan Espadas quitó los veladores de la Campana, ya no se le ve viendo pasar el tiempo en sus sevillanas de la vida. Un género en el que Manuel Melado se consagró como un clásico, uno de los muchos que cultiva, además de la novela erótica, el coleccionismo de soleás o la antología de chascarrillos.

Ya vuelven a pasar el 13 y el 14 por Amor de Dios. Ya se puede ir en Tussam a cortarse el pelo y hablar de sevillanas corraleras o de literatura gaélica con estas dos generaciones de la peluquería hispalense. La estatua de Melado es una de las que Méndez Lastrucci le irá dedicando a diferentes personajes de la ciudad. Una iconografía cotidiana, de gente con la que te puedes cruzar por la calle y darle los buenos días o preguntarle por el cambio climático. Amor de Dios ha quedado mejor alineada, sazonada con dos hileras de árboles y vetada para el aparcamiento de vehículos. 13 y 14, la generación del 27.

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