Matilda, un proyecto de alfabetización lejos de la lectoescritura tradicional
Investigadores de Ciencias de la Educación de Sevilla promueven una alfabetización en Infantil basada en la comunicación a través del cuerpo, de imágenes y de sonidos
El proyecto se lleva a cabo en dos colegios de barrios desfavorecidos: el CEIP San José Obrero (Polígono Norte) y el CEIP Almotamid (Polígono Sur)
Un equipo de doce investigadores de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla está llevando a cabo la alfabetización de niños y niñas de Infantil con una metodología muy diferente a la lectoescritura estándar o tradicional en dos centros educativos del Polígono Sur y Polígono Norte, dos de los barrios desfavorecidos de Sevilla. Se trata del San José Obrero (Polígono Norte) y el Almotamid (Polígono Sur). El proyecto se dirige al alumnado a partir de los 4 años de edad.
Matilda es el nombre del proyecto (Mejora de la Alfabetización Multimodal en la Infancia (3-8 Años): Desarrollo de un Modelo Integrador en Zonas con Necesidades de Transformación Social (PID2019-104557GB-I00). Promueve una alfabetizaciónmultimodal: los menores comunican a través de su cuerpo, de imágenes y de sonidos (vocalización), una metodología especialmente importante en la infancia que no está generalizada en el aula porque el sistema educativo no le da la importancia que merece, señalan los expertos. El proyecto está conectado con universidades internacionales de Norteamérica, Gran Bretaña, Finlandia y Ciudad del Cabo.
Se inspira en el personaje de literatura infantil creado por el famoso escritor inglés Roald Dahl, que considera a los niños como seres plenos, inteligentes, con una capacidad extraordinaria y contra los adultos estúpidos que creen que por ser adultos son más que los niños, una visión que comparten los investigadores del proyecto Matilda. El espíritu de Pippi Calzaslargas les inspira también.
Los investigadores principales son Fernando Guzmán Simón (Sevilla, 1974), profesor titular del área de Didáctica de Lengua y Literatura en la Facultad de Ciencias de la Educación de Sevilla y temporalmente también en la Pompeu Fabra (Barcelona); y Eduardo García Jiménez (Huelva, 1959), catedrático de Metodología de la Evaluación. Entre las doce personas de todo el equipo investigador hablamos también con Elena Guichot Muñoz (Sevilla, 1984), profesora del Departamento de Didáctica de Lengua y Literatura.
"Salvando todas las distancias con la Matilda de Roald Dahl, en este proyecto entendemos la infancia como una edad plena, que aporta experiencias y donde el niño o niña va construyendo formas de mirar el mundo totalmente distintas a las de los adultos", explican Fernando y Eduardo.
La comunicación a través de imágenes, del cuerpo y de sonidos es más importante aún en los alumnos de centros situados en entornos sociales desfavorecidos. "En la escuela normalmente se lee y se escribe a partir de textos que están en papel o libros, pero si se hace con sonidos, imágenes, objetos y con el cuerpo se le facilita la comunicación al alumnado. Hay niños a los que el lenguaje oral o escrito les cuesta, pero no les cuesta nada construir con las manos un objeto. En este proyecto potenciamos todos esos otros canales de comunicación: hacen performance, desarrollan objetos que ellos mismos elaboran, pintan, se disfrazan, pueden cantar....todo lo que sirva para comunicarse", detalla Eduardo.
En la escuela tradicional, "los adultos impregnamos a niños y niñas de una manera de ver el mundo que es la de los adultos", lamenta Fernando. Esa es la sensibilidad que mueve y está en la base del proyecto Matilda. Los niños hacen fotografías y vídeos, y realizan construcciones.... "Les damos a los niños y niñas cámaras de vídeo, con carcasa de plástico, con las que pueden grabar una hora y realizar edición de imagen. Las manejan sin ningún problema. Ellos sienten que la tecnología forma parte de ellos de una manera natural", explica Eduardo. El proyecto se inició en plena pandemia y ganó intensidad en el curso pasado 2021/2022, si bien hay iniciativas anteriores en Sevilla y provincia en 2014 y 2017.
"Nos centramos en la acción con los niños, no en la intervención porque la intervención implica metas que no son las de los niños y no queremos mostrarles el camino hacia algo. Queremos que los niños vayan encontrando situaciones y experiencias que les permitan construir su forma de ver el mundo", señalan Fernando y Eduardo. "Las metas de los niños están en el presente, en el día a día, en lo que está sucediendo en este momento", añade Elena.
El aprendizaje de los niños
Los investigadores del proyecto Matilda recalcan que los niños tienen una forma de aprender y una lógica que no coincide con la del adulto: de una manera no lineal, sino a través de rutas que no son rectas, explica Fernando. "Si usamos el símil de la pintura, los adultos pensamos que los niños pintan como Velázquez, pero en realidad se parecen más a Picasso o a cualquier impresionista, a Kandinsky...destrozan la realidad y la montan a su manera", aclara Eduardo.
"Los niños tienen experiencias con materiales que les llaman la atención y con ellos construyen significados distintos. Es su manera de entender el mundo", señala Fernando. "Los niños construyen a través de su imaginación sus mundos posibles, ajenos a la escuela. Se les conoce mejor a través de este tipo de juegos que con una clase más guiada", cuenta Elena. A diferencia de la lectura lineal de los adultos, pueden pasar las páginas de un libro que no les dicen nada, pararse en detalles que les llaman la atención, o empezar el libro por detrás.
Libros silenciosos
Dada esa lógica infantil, los libros silenciosos suponen una herramienta interesante para edades más tempranas donde la lectoescritura es más costosa desde el punto de vista cognitivo. Permiten una experiencia lectora basada en lo inesperado y emergente, donde el niño se convierte en el
protagonista de la interpretación. "Lo verbal siempre cuenta una historia, pero estos libros silenciosos permiten al niño crear múltiples historias a partir de la sugerencia", explica Fernando. Son libros que suelen venir sin narraciones y con ilustraciones que sugieren cosas, a diferencia de "un libro habitual, donde el texto te guía en la historia y lo demás parece que pierde importancia", precisa Eduardo.
"Si los niños sienten la fascinación de pasar página de manera libre, la lectura se convierte en lo que realmente es, algo que te genere nuevas ideas", afirma Fernando. "Los libros silentes en edad infantil te plantean la posibilidad de leer con total libertad abriéndote un mundo y una imaginación", añade.
"Los niños ven estos libros como un encuentro con cada uno de ellos. Por ejemplo, en uno de ellos se encuentran con un cocodrilo que se come a una vaca, que no había aparecido nunca en las páginas anteriores. No les dan importancia a esta ausencia: lo ven como un juego e incluso algunos explican que no aparezca la vaca con la afirmación de que los libros a veces mienten, como si los libros tuvieran vida", explica Elena.
El efecto de la pandemia en los menores
La pandemia ha afectado a los alumnos de forma que los investigadores no habían previsto. Este es el segundo año que los investigadores trabajan con los niños con este proyecto de investigación. El primer año de escolarización, que coincidió con la pandemia, construyeron instrumentos y este año tocaba que participaran representando situaciones. Pero han descubierto algo que la pandemia ha ejercido sobre ellos y no esperaban: tienen carencias para el juego simbólico, esto es, disfrazarse, ser un personaje... una capacidad que es innata en los niños. "En pandemia, primer año de escolarización de estos niños, no han podido tocar a otros niños, ni intercambiar objetos o materiales con otros niños.... Ha sido una tragedia no usar el cuerpo desde el punto de vista del aprendizaje", relatan Eduardo y Fernando.
La explicación de lo que les sucede a estos niños que se escolarizaron en la pandemia la han dado sus maestras a los investigadores, dado que los niños no podían moverse de su sitio. Para superar esta limitación, los investigadores han usado otra forma de comunicación.
Fernando señala la importancia de diseñar en la escuela un modelo educativo más inclusivo donde el aprendizaje no se subordine al uso de la comunicación verbal, sino que incorpore otros elementos de comunicación como el cuerpo,sobre todo en alumnado de barriadas en zonas desfavorecidas, o de alumnos de otras nacionalidades. Se trata de dar otras herramientas de aprendizaje a niños con problemas de comunicación verbal, para evitar que esto afecte a su autoestima o desconecten de la clase, precisa Elena.
"Teóricamente el curriculum educativo es flexible y se puede adaptar en función del alumnado. Lo que nosotros estamos planteando es un grado de flexibilización aún mayor, que sea más completo e inclusivo con niños que no son capaces de utilizar la palabra", indica Fernando.
Los integrantes de este proyecto lamentan que, a raíz del Decreto 95/2022, el curriculum de la Educación Infantil incorpore la competencia comunicativa lingüística desde este curso. "Eso pesa muchísimo porque se convierte la etapa Infantil en una Primaria adelantada", lamentan los investigadores, quienes aclaran que la visión del proyecto Matilda es contraria a esta perspectiva y que el problema no está ni en los docentes ni en el alumnado, sino en el curriculum educativo.
Materiales didácticos
El proyecto Matilda incorpora en sus actividades en los centros escolares un modelo inclusivo de alfabetización basado en nuevas maneras de leer y escribir en el siglo XXI. Tiene vocación de transferir la experiencia en estos dos colegios del Polígono Sur y Polígono Norte a todo tipo de centros educativos de Sevilla. Este método de enseñanza se inspira en la pedagogía Reggio Emilia, aunque va más allá.
El equipo de profesionales va a diseñar materiales didácticos con vistas a sensibilizar al profesorado hacia otra manera de enfocar la enseñanza en Infantil. Este material se publicará con la editorial Graó.
Los investigadores señalan que la bajada de la ratio a una media de 15 alumnos por aula es crucial para que el profesor pueda atender adecuadamente al alumnado, frente a la ratio actual de 25.
El proyecto está financiado por la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación y nace al amparo del acuerdo entre la Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional y la
Universidad de Sevilla para la cooperación en proyectos de innovación e investigación en las
escuelas andaluzas.
El equipo de investigación está formado por un grupo interdisciplinar de investigadores de la Universidad de Sevilla compuesto por especialistas en las áreas de la Didáctica de la Lengua y la Literatura (Ana María de la Calle, Elena Guichot Muñoz, Rosario Leal Bonmati, Inés Lucas Oliva, Concepción Torres Begines, Giovanna Caetano da Silva y Fernando Guzmán Simón), Didáctica de la Expresión Plástica (Carlos Escaño, Elke Castro León, Javier Domínguez Muñino, Julia Mañero Contreras) Didáctica de la Expresión Musical (Alejandra Pacheco Costa y José Juan Roa Trejo), Didáctica General (Mª Jesús Balbás Ortega e Isabel López Cobo) y Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación (Celia Moreno Morilla y Eduardo García Jiménez).
Más datos del proyecto en la web https://literacies.cica.es/equipo-de-investigacion/
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