Magallanes, Elcano y la primera circunnavegación a la Tierra
tribuna de opinión
El autor profundiza en los momentos más importantes de la expedición alrededor de la Tierra que iniciaron cinco naves desde Sevilla en 1519
El 10 de agosto de 1519 partió del río Guadalquivir, en Sevilla, una expedición de cinco naves tripuladas por 234 hombres al mando de Magallanes. La flota descendió hasta Sanlúcar de Barrameda, donde permaneció hasta el 20 de septiembre para su avituallamiento. El 8 de septiembre de 1522, sólo una de estas naves, la nao Victoria, bajo el mando de Juan Sebastián Elcano, volvió a Sevilla donde fue descargada, completando así la primera circunnavegación de la Tierra.
Ante la inminencia de la llegada del quinto aniversario de este periplo, en lugar de poner el énfasis en la importancia de esta gesta, se están produciendo interesadas contraposiciones: Magallanes-Elcano, Sevilla-Sanlúcar de Barrameda-Ciudades Magallánicas.
Para puntualizar estas cuestiones conviene recordar la historia. Fernando de Magallanes, con un plan muy similar al de Cristóbal Colón, creía en la posibilidad de llegar a las islas de las especias navegando hacia el oeste, sin necesidad de hacerlo hacia el este bordeando toda la costa occidental de África. Magallanes, nacido en Oporto, conocía bien las Indias tras ocho años como soldado de la armada portuguesa en el océano Índico. Como Colón, no consiguió convencer al rey de Portugal, que ya conocía una vía para navegar hacia Asia.
Ante este fracaso, Magallanes decidió ir a España para exponer al entonces joven Carlos I (rey de España desde 1516) su audaz proyecto, que fue aceptado, firmándose las capitulaciones el 22 de marzo de 1519.
En realidad, la senda occidental de Magallanes era más larga que la oriental bordeando África, pero el Tratado de Tordesillas de 1494, había dividido el mundo en dos zonas de influencia. España tenía el control de la zona oeste, lo que abarcaba buena parte del continente americano, además de las islas Canarias. Portugal, en cambio, controlaba toda la zona este, con territorios que abarcaban desde África hasta el océano Índico y el actual Brasil. Por todo ello, España estaba muy interesada en una vía marítima a Asia que no implicase invadir la zona de influencia de Portugal. El viaje era extremadamente peliagudo, ya que los mapas de 1519 no habían cartografiado el recorrido que Magallanes pensaba seguir.
A Magallanes corresponde, pues, la gestación de la empresa. Juan Sebastián Elcano era sólo maestre en la nao Concepción, cuyo capitán era Gaspar de Quesada.
La expedición hizo escala en Tenerife y tocando América en la bahía de Guanabara el 13 de diciembre, siguió costeando hacia el sur. El 31 de marzo de 1520, a sólo unos días de la Antártida, buscaron refugio en una bahía para invernar. Las provisiones se agotaban, los días se hacían más cortos y los hombres tenían frío. Magallanes decidió entonces reducir las raciones de comida.
Varios oficiales se amotinaron contra el almirante por desacuerdo con él, pretendiendo regresar a España por considerar que la expedición había fracasado, al no haber encontrado hasta entonces el paso al Pacífico. Al parecer, entre los amotinados estaba Juan Sebastián Elcano. Esta insurrección fue reprimida con la muerte de los capitanes de las naos Victoria y Concepción y el abandono de Juan de Cartagena, segundo de la expedición, en aquellas tierras. Perdonó a más de cuarenta hombres por ser necesarios para la expedición.
Tras la invernada pasaron el estrecho que une los océanos Atlántico y Pacífico (después llamado estrecho de Magallanes) y el 21 de noviembre de 1520 surcaron los Mares del Sur sólo tres naves, pues la nao Santiago se había estrellado contra las rocas y la San Antonio se había sublevado y regresado a España. Al ser ésta la nave más grande y mejor aprovisionada de la flota, provocó grandes perjuicios a las restantes.
El 6 de marzo de 1521 llegaron a las Islas Marianas, diezmados por el hambre y el escorbuto, y el 16 de marzo a las Filipinas, donde Magallanes murió en una batalla absurda contra un cacique local.
Tras quemar la nao Concepción, por no disponer de hombres para tripularla, al frente de la nave Victoria se puso como capitán a Juan Sebastián Elcano. En las islas Molucas (islas de las especies) llenaron las dos naves de clavo. La Trinidad se quedó en un puerto para ser reparada y volver por el Pacífico hasta Panamá, mientras que la nao Victoria emprendió su viaje a España.
El recientemente nombrado jefe de la expedición, Gonzalo de Espinosa, completó la reparación de la Trinidad el 6 de abril de 1522 y se hizo a la mar, pero una fuerte tormenta dañó gravemente la nave. Un capitán portugués hizo prisioneros a los diecisiete hombres que quedaban en la embarcación.
Elcano, al mando de la Victoria, atravesó el océano Índico y dobló el cabo de Buena Esperanza. Evitando cuidadosamente los puertos africanos, controlados por los portugueses, completó, con maestría, la primera circunnavegación de la Tierra. Regresó a la costa española y recaló en Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522. El mismo día de la llegada tomó a su servicio un barco para remolcar la Victoria por el Guadalquivir hasta Sevilla, por el mal estado en que se encontraba la nave. El 8 de septiembre atracaba en Sevilla. En el muelle esperaban las autoridades, los miembros de la Casa de la Contratación en pleno y numeroso público que contemplaba la llegada de la desvencijada nave. Los navegantes desembarcaron a la mañana siguiente, en camisa y descalzos. Con cirios en las manos y en procesión se dirigieron a la capilla de la Virgen de la Antigua de la Catedral de Sevilla, a la que se habían encomendado al iniciar el viaje. La nao Victoria fue descargada. La carga de especias que trajo esta nave cubrió con creces los gastos de toda la expedición. Sólo volvieron con Elcano 18 hombres, procedentes de diversas regiones de la corona de Castilla y de varios países europeos, y sobrevivieron en total 35.
Francisco López de Gomara escribió en 1552, en su Historia General de las Indias que "la nao Victoria debiera guardarse en las atarazanas de Sevilla por memoria".
Este periplo, que no tiene parangón con los viajes realizados hasta entonces, no se podría haber realizado sin un gran dominio de la técnica naval. El control cristiano del estrecho de Gibraltar, tras la batalla del Salado (1340) convirtió a la Península Ibérica en un punto clave de las rutas marítimas entre el Mediterráneo y el Atlántico. Las necesidades de la navegación estimularon dos importantes líneas de mejora tecnológica.
En primer lugar, la construcción naval. Las Coronas de Aragón, Castilla y Portugal habían conseguido desarrollar en sus astilleros una tecnología naval puntera, adaptada a las necesidades de navegación por el Atlántico.
En segundo lugar, la cartografía. La Casa de Contratación, creada en 1503 en las Atarazanas, fue ubicada en Sevilla. Alrededor de ella se formaron numerosos cartógrafos que destacaron por sus contribuciones a la ciencia de la navegación. Sus libros fueron editados en Sevilla. Entre estos cartógrafos estaba Juan de la Cosa (1455-1510), conocido por haber participado en siete de los primeros viajes a América y por haber dibujado el mapa más antiguo conservado en el que aparece el continente americano.
La circunnavegación demostró definitivamente, desde un punto de vista práctico, la esfericidad de la Tierra. El concepto de Tierra esférica data de la filosofía griega, alrededor del siglo VI a. C. Sin embargo, esta creencia no estaba generalizada, así por ejemplo, en el mundo musulmán, el erudito as-Suyuti (1505), afirmaba que la Tierra era plana. Nicolás Copérnico formuló su teoría heliocéntrica hacia 1536.
La polémica Magallanes-Elcano no tiene sentido. Magallanes gestó la operación, pero él no circunnavegó la Tierra. La expresión Magallanes-Elcano es la que mejor refleja lo que realmente ocurrió. Es interesante incorporar las ciudades magallánicas, que son las que figuran en el recorrido de la circunnavegación, a este evento, máxime cuando su presidencia ha vuelto a Sevilla en enero de 2018. Portugal lo único que hizo fue dificultar el periplo, que no le interesaba.
Por eso el bienio 1519-1522 es una gran ocasión de celebración para el mundo en general, para Sevilla y también Sanlúcar de Barrameda. La Comisión Nacional que se ha creado debe estar presidida por su Majestad el Rey, como se hizo con el V Centenario del Descubrimiento de América, pues el periplo fue una gesta auspiciada por la Corona española, sin perjuicio del apoyo de otras comisiones, como la creada por la Junta de Andalucía. También se debe dar entrada a la sociedad civil, academias, universidades, colegios profesionales y otros, en particular de los sitios más cercanos.
En cuanto a las celebraciones, entre otras cosas, siguiendo a López de Gomara, se debe colocar una réplica de la nao Victoria en las Reales Atarazanas de Sevilla y organizar allí una gran exposición de la ciencia española anterior y de la época, que tanto posibilitó el periplo.
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