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Lujo sobre raíles

l Para más información contactar con Feve en el 902555902 o a través de la web: 'www.transcantabrico.feve.es'

30 de julio 2009 - 05:03

DESTINO DE VACACIONES

Como si el tiempo se hubiera detenido en una estación. En el siglo XXI aún existe la posibilidad de viajar como en el XIX, cuando el tren no era sólo un simple medio de transporte, sino que representaba toda una oferta de ocio. El trayecto se disfrutaba tanto o más que el propio destino, una filosofía que la empresa ferroviaria Feve aún mantiene en el norte de España con el Transcantábrico, un tren de lujo que celebró el año pasado el 25 aniversario de su puesta en funcionamiento.

Un viaje de leyenda ha de tener un comienzo también literario, y el origen del nombre de este ferrocarril hunde sus raíces en la obra del escritor leonés Juan Pedro Aparicio, quien en 1981 publicó la novela El Transcantábrico. Dos años después se pondría en marcha la primera línea de este tren en un recorrido que por aquel entonces se ceñía a la provincia de León. Más de un cuarto de siglo ha transcurrido desde entonces y el itinerario se ha ampliado a toda la costa cantábrica, en una oferta que conjuga las actividades culturales, gastronómicas y lúdicas que se celebran en el propio tren. Todos los ingredientes para disfrutar de una diversión más que garantizada.

Los sevillanos que sientan predilección por el norte de España tienen la oportunidad de conocer esta zona verde desde una óptica distinta a la que ofrecen los circuitos tradicionales. El viaje de siete días se puede recorrer de dos formas: comenzar en Galicia y terminar en León, o a la inversa. En Galicia el itinerario empieza en Santiago de Compostela, meta de los peregrinos, donde un autobús recoge a los viajeros hasta llevarlos a la estación de El Ferrol, a partir de aquí se inicia el recorrido en tren por la cordillera cantábrica.

Durante la noche el lujoso ferrocarril permanece parado en las estaciones de las distintas localidades en las que se pernocta. Las suites, construidas en los talleres de Feve en Pravia a partir de coches BB 5300, están revestidas de maderas nobles y en su interior albergan los aseos individuales (con ducha hidromasaje incluida). El diseño interior del tren conjuga el estilo romántico de los ferrocarriles decimonónicos (como el Transiberiano o el Orient Express) sin renunciar a las comodidades actuales, algo que se percibe en los tres coches (denominación que reciben los vagones en trenes que no son de mercancía) de convivencia social: la sala de lectura, el comedor y el salón de fiestas, donde cada noche se organiza una celebración distinta, que incluye actuaciones musicales, baile y barra libre.

Durante la semana que dura el viaje el arte se combina con la gastronomía a la perfección, una cualidad que convierte este circuito en una magnífica oportunidad para conocer la cultura culinaria de las distintas regiones que se atraviesan. A las comidas servidas en el tren se suman las ofrecidas en los paradores y restaurantes más reputados de las ciudades del norte. En este apartado requiere mención especial el almuerzo en el Parador Gil Blas de Santillana del Mar, el pueblo de las tres mentiras, donde se puede degustar una exquisita carne de Tudanca (ternera montañesa), o en Cangas de Onís, en la que las fabes asturianas son una tentación difícil de rechazar. A las comidas también se unen ofertas de ocio que incluye el viaje, como la visita nocturna al Casino de Santander, uno de los locales más sofisticados del norte de España.

Tampoco se puede dejar atrás las actividades culturales que ofrece el circuito, con entrada a los edificios más destacados (como el centro de interpretación de las Cuevas de Altamira, el Museo Guggenheim de Bilbao y el de la Siderurgia de León) y la visita panorámica en autobús de lujo por las distintas localidades y ciudades norteñas. Todo ello rematado con las vistas que desde El Transcantábrico se contemplan, una perspectiva distinta a la habitual, especialmente en el descenso del Sella (donde la vía férrea discurre paralela al río) o en el Valle del Ebro, uno de los enclaves más desconocidos del país.

Otra de las ventajas con las que cuenta este circuito es el desasosiego del que pueden disfrutar sus viajeros, ya que frente a otras rutas, donde apenas quedan horas libres, El Transcantábrico ofrece la oportunidad de gozar del tiempo necesario para recorrer las distintas localidades que se visitan, ya sea de forma individual, en pareja, o con otros compañeros de viaje, con los que, por las características del tren, no se tardará mucho en afianzar una buena amistad.

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