Luces de Navidad en mitad de la bulla

Decenas de miles de personas colapsan el centro para asistir al encendido del alumbrado navideño

El evento debe servir para enterrar de una vez el mito de que los sevillanos saben moverse en la bulla

La programación "sin precedentes" anunciada por el Ayuntamiento de Sevilla

Restricciones de tráfico y cortes de calles por Navidad

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Encendido de la iluminación de Navidad en Sevilla

Si el encendido de las luces de Navidad ha de juzgarse por la cantidad de personas que acudieron a verlo a las calles del centro de Sevilla, sólo puede decirse que el acto organizado por el Ayuntamiento fue un éxito rotundo. Las luces son más o menos bonitas (este cronista no tiene tanta capacidad estética como para compararlas con las de años anteriores), en algunas zonas como en el Salvador pueden calificarse incluso de espectaculares, y en el evento todo salió bien. Nadie se equivocó de botón y el alcalde, José Luis Sanz, estuvo sonriente rodeado de once niños, uno de cada distrito, todos de colegios públicos y algunos con necesidades especiales, en el momento de activar las luces.

Todo estuvo acompañado de una animación previa y posterior a cargo de un DJ, de una cantante que homenajeó a Mecano (entre el público mucho nostálgico cuarentón, hoy padre obligado a llevar a sus hijos a ver las luces) y de un par de conciertos de bandas de música (la semanasantización de la Navidad es una tendencia creciente desde hace años). Dónde quedaron los coros de campanilleros y esas cosas típicas navideñas es otra cuestión. DJ El Pulpo, también conocido como el DJ del PP porque suele amenizar los actos del partido, entusiasmó a la masa que se agolpaba en la avenida de la Constitución con un buen número de temas. Algunos de ellos, como el Madre Tierra de Chayanne (ese cuya letra dice "Oye, abre tus ojos, mira hacia arriba, disfruta las cosas buenas que tiene la vida") o el Nochentera lo mismo sirven para una clase de Aquagym en un hotel de los de pulserita con todo incluido en pleno agosto que para darle la bienvenida a la Navidad.

Lo cierto es que la fiesta es cada vez más laica y cuesta ya encontrar motivos religiosos (sí los hubo en los conciertos previos al encendido de la Banda Municipal y de la coral de la Hermandad de la Macarena) en "la programación sin precedentes" que el Ayuntamiento dice haber puesto en marcha este año en su afán por hacer de la Navidad una de las grandes épocas de la ciudad. O de competir con Vigo como referente navideño. Pero Sevilla ni es Vigo ni se le parece. Eso sí, a la llamada respondieron decenas de miles (incluso cientos de miles, podría decirse) de personas, que colapsaron las calles del centro de la capital andaluza desde un rato antes de las siete de la tarde, la hora prevista para el encendido. Muchas de ellas, cómo no, móvil en mano para inmortalizar el momento y colgarlo antes que nadie en Instagram, Tik Tok, X, Pinterest o la red social que cada uno elija. La Sevilla del postureo no podía faltar en esta tarde algo fresca pero agradable de diciembre.

Tan multitudinario evento debe servir para confirmar, si no lo estaba ya, la caída de uno de los mitos de la ciudad, ese topicazo manido que dice que los sevillanos saben moverse en la bulla. Porque lo que se formó después del alumbrado fue una bulla de las gordas, de las que ya no hay ni en Semana Santa, con gente moviéndose en todas las direcciones, con el personal perdiendo los nervios ("tranquílicese, señor"), con madres avisando de que había un carrito en mitad del gentío ("cuidado, por favor, no se vayan a caer encima del niño"), con unos veladores que se convirtieron en islas entre una marea humana y que nadie se preocupó antes de retirar y con unos policías locales que deambulaban de un sitio a otro sin poder hacer nada.

Uno recuerda la frase de un viejo comisario de la Policía Nacional cuando se le preguntó cómo era el trabajo de sus agentes para controlar la masa que se movía en Semana Santa. "Pues si mandamos a cuatro policías a un lugar en el que hay 100.000 personas, nos encontraremos con una bulla de 100.004 personas". Y más o menos esa cantidad de gente (exageración sevillanísima incluida) fue la que intentaba ir desde la Avenida de la Constitución hacia la plaza del Salvador pasando por la Plaza de San Francisco. Como no se podía, algunos intentaron ir hacia la Plaza Nueva, convirtiendo la calle Granada en un tapón.

Parte de la masa se fue hacia General Polavieja, donde quedaba poco espacio ya porque los veladores seguían colocados. También los había en la propia plaza de San Francisco. Lo que se terminó montando fue una bulla descomunal plagada de carritos y de niños asustados, con padres algo nerviosos (hay que pensarlo bien antes de venir al centro estos días con un carro, sobre todo si es gemelar). Más de veinte minutos cuesta alcanzar la calle Tetuán. Que tomen nota quienes quieren reducir vallas en Semana Santa. Aunque no se pueda andar, la ciudad está preciosa. El próximo capítulo llega el día 20 con el mapping del río, que dicen que será espectacular.

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