Lora queda atrapada en el barro

Un pueblo atrapado en el barro. Las consecuencias del temporal de lluvias en Lora del Río no han desaparecido. Persisten. Y lo más probable es que continúen durante todo el fin de semana, tiempo estimado por el Consistorio de la localidad y los servicios de emergencias para retirar el lodo que inunda diversas calles del pueblo. Los vecinos intentan regresar a sus casas, pero habitarlas es imposible, ya que tendrán que pasar varias semanas hasta que la humedad desaparezca. Cien viviendas siguen anegadas.

Los loreños se han acostumbrado a las botas de agua. En menos de un año han visto cómo el Guadalquivir y el arroyo Churre entraban en sus casas. Ahora la situación es aún peor que en febrero. "El agua baja esta vez muy lentamente. Necesitaremos todo el fin de semana para limpiar de barro las calles", informaba ayer a este periódico uno de los 18 bomberos que desde el martes intervienen en este municipio de la Vega.

Las zonas que ayer aún estaban impracticables eran la Avenida del Castillo, el residencial Virgen de Setefilla y la Alameda del Río, donde las tareas de limpieza comenzarán con toda probabilidad esta tarde. En la Avenida de León XIII se eliminó el lodo ayer. En todas ellas el nivel del agua había bajado, e incluso desaparecido. Pero quedaba lo peor: el barro. Vecinos de la Plaza de la Coronación, como Antonio Casado y Setefilla Moreno, pudieron regresar a sus casas. Siete personas ayudaron a este matrimonio a limpiar su domicilio. Lo único que han recibido del Ayuntamiento son dos sacos de yeso, material para construir un tabique en la puerta y dos vallas sobre las que colocar los muebles para salvaguardarlos del agua. "Nada más", decía este matrimonio que se ha enfrentado en menos de diez meses a la misma situación.

Como ellos, otras 150 familias han tenido que pasar tres noches fuera de sus domicilios. El Ayuntamiento -según confirmaron fuentes municipales- puso a disposición de estos vecinos el polideportivo de la localidad y diversos salones parroquiales, pero la mayoría se realojaron en casas de familiares. Salvo algunos, como Setefilla Durán, que ha dormido todas las noches en un coche. "No aguanto más. Hoy duermo en mi cama, aunque esté mojada", aseguraba esta vecina, que gastó 1.500 euros en amueblar el dormitorio que había perdido en las inundaciones de febrero y que ahora se ha estropeado. No son los únicos desperfectos. Ningún electrodoméstico de su cocina funciona. Las cuentas no le salen. Los siete miembros de su familia están en paro y sólo se mantienen con los 500 euros que ella recibe como prestación social.

El agua deja al descubierto dramas como el de esta mujer. En el residencial Virgen de Setefilla la indignación ha dado paso a la desesperación. Doce familias siguen sin poder entrar en sus casas, algunas de las cuales tienen hasta un metro de agua. Juan Diego Rivero es uno de ellos. Compró la vivienda en 2008 a su primer propietario. No le advirtieron de las condiciones del lugar, de que era inundable, sólo le dijeron que se trata de una zona "muy tranquila". No podrá regresar a ella hasta después de Navidad. La humedad que se concentra en suelo y paredes hace imposible que allí pueda vivir su hijo de 11 meses. Tendrán que refugiarse "como puedan" en casa de sus suegros.

En el ánimo de todos los desalojados anida un temor común: el agua puede volver. Ya lo ha hecho dos veces este año y lo más probable es que suceda otra vez en el invierno, que todavía no ha comenzado. La mayoría ha perdido la esperanza de que se construya el muro de defensa que se viene prometiendo desde hace siete años. Lo único que piden al Ayuntamiento y la Junta es que los realojen en pisos que no se encuentren en zona inundable.