"Llegó la burbuja... y nos fuimos a hacer puñetas"
Más de una veintena de personas de 18 familias residen desde el jueves en el bloque ocupado en la calle Lumbreras.
Juan Gómez García tiene 60 años, "40 de ellos cotizados". Pidió una excedencia en la empresa en la que trabajaba para dedicarse con su mujer y su hija mayor a gestionar una franquicia de una inmobiliaria. Pero llegó la burbuja. "Y nos fuimos a hacer puñetas", dice, a gritos, desde el balcón del edificio de la calle Lumbreras en el que se metió a vivir junto con más de 20 personas el pasado jueves.
Aún no dejan pasar a la prensa al interior del edificio, bautizado ahora como la corrala La Ilusión y con la fachada repleta de carteles con lemas como Derecho a techo, Dación en pago o Stop desahucios. Sus nuevos inquilinos se excusan, pero están todavía organizándose y tienen miedo a que los desalojen inmediatamente. Por eso, la entrevista ha de hacerse a voces, con el periodista en la calle y el entrevistado en el balcón. "Lo siento, lo estamos haciendo así con todos".
Juan Gómez sigue contando que cuando cerró la inmobiliaria que había montado con su familia intentó volver a la empresa pero ya no fue readmitido. Tuvo derecho a paro, pero su mujer y su hija no porque eran autónomas. Ahora cobra los 426 euros de la ayuda a desempleados sin derecho a paro. Esa cantidad es el único ingreso de la familia. No pudo hacer frente al pago de la hipoteca y consiguió entregar su casa mediante la dación en pago. "Ahora vivimos de alquiler y es mi hermana quien me lo paga con sus ahorros. Siempre he estado trabajando, lo he hecho en distintos sectores, he sido barman, comercial y administrativo y si me llaman para vender mostachones allá que voy".
Por eso quiere dejar claro que ni él ni ninguno de los ocupantes de la corrala son "pordioseros" ni piden "limosna". "Aspiramos a quedarnos aquí con un alquiler social, no a que nos den las viviendas", explica desde el balcón que comparte con Juan Torres, portavoz de la corrala. Prefieren que los llamen realojados que okupas porque ninguno responde al perfil medio de este colectivo. Son los rostros de la crisis, trabajadores que se vieron afectados por la situación económica del país. "Éramos de la clase media y ahora no lo somos. Yo llegué a vivir en casas de amigos, pero aquí hay gente que ha estado durmiendo en coches abandonados o en la calle", explica Torres.
Por el momento hay más de una veintena de personas viviendo en el edificio, que pertenece a una inmobiliaria que ahora no tiene actividad. "¿Que cómo nos metimos? Sabíamos que estaba vacío porque hay gente que se encarga de señalar las casas vacías de la ciudad. Hay muchísimas y algunas están marcadas con señales". El jueves ocuparon el bloque y el sábado lo hicieron público, coincidiendo con la manifestación contra los desahucios que acabó con incidentes y la detención de cinco personas, entre ellas una cámara de televisión que cubría la protesta. Su versión difiere mucho de la oficial dada por la Policía y la Delegación del Gobierno. Niegan que nadie de la manifestación atacara con piedras o palos a los agentes.
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