Joaquín Luque no se presentará a su reelección como rector de la Hispalense

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La noticia sorprende a la comunidad universitaria, que daba por seguro que repetiría otros cuatro años al frente de la institución · La Universidad de Sevilla convoca los comicios para el próximo 23 de febrero.

Joaquín Luque no se presentará a su reelección como rector de la Hispalense
Luis Sánchez Moliní, Sevilla

11 de enero 2012 - 11:43

Todas, absolutamente todas las quinielas universitarias daban por seguro que el rector de la Universidad de Sevilla, Joaquín Luque, optaría a su reelección este año. Todas, absolutamente todas se equivocaron. Pese a que los Estatutos de la Hispalense le permitían optar a cuatro años más de mandato, el rector anunció ayer mediante un comunicado que renuncia a esta posibilidad y que, "tras oír a la mesa del Claustro", ha decidido convocar las elecciones para el próximo 23 de febrero.

La noticia corrió como la pólvora por todos los campus y las fuentes consultadas por este periódico mostraban su sorpresa y se interrogaban por las causas, más conociendo que el control de Luque sobre el Claustro (que es quien elige al rector) era evidente. Oficialmente, Joaquín Luque se va a casa porque "tras casi 12 años en el equipo de gobierno [como director del Secretariado de Nuevas Tecnologías, vicerrector de Infraestructuras y rector], creo llegado el momento de dejar el paso a nuevas ideas, nuevos proyectos y nuevas personas que puedan afrontar con fuerzas renovadas el futuro de nuestra Universidad", según afirma por escrito en un comunicado. Sin embargo, los más críticos no dudan en señalar al fiasco de la paralización de la biblioteca del Prado, con el consiguiente perjuicio económico y de imagen para la Universidad de Sevilla, como la causa que ha provocado una especie de "dimisión encubierta". Probablemente nunca se sepan las últimas razones que han pesado en el alma y la mente de Luque, un brillante ingeniero de 53 años licenciado también en Filosofía que si por algo se caracteriza es por la templanza de ánimo y por su absoluta discreción en los asuntos delicados.

En el capítulo negativo también se encuentra la famosa crisis de los copiones. Algunos medios interpretaron como "barra libre para copiar" una norma que garantizaba el derecho de los alumnos acusados de hacer trampas a terminar el examen por si se demostraba posteriormente su inocencia. La Hispalense estuvo durante días en los telediarios nacionales y en el debate de trazo grueso de la tertulias. No hubo lugar para matices ni razones. Finalmente se retiró la norma.

Cierto es que la paralización del edificio diseñado por Zaha Hadid, que iba a ser la joya de la corona del ambicioso plan de infraestructuras impulsado por Luque, supone un grave problema para la Hispalense. Pero también lo es que la gestión del rector tiene aspectos más que positivos que podían equilibrar la balanza. Paradójicamente, uno de estos aspectos es la continuación del potente plan de infraestructuras que está dotando a la Universidad de espacios modernos y dignos del siglo XXI tras años de hacinamiento y dejadez.

Luque pasará a la historia también por ser el rector que supo llegar a un acuerdo con la Universidad de Málaga para, rompiendo una inercia histórica de enfrentamiento provinciano, montar el proyecto bautizado como Andalucía Tech, que recibió el sello de Campus de Excelencia Internacional (CEI) y que coloca a las dos universidades en la élite española de la educación superior. Un proyecto que va más allá de lo universitario y se convierte en una apuesta estratégica para el desarrollo de calidad y la atracción de talento a Andalucía. Nunca se sabrá del todo hasta que punto la posición de firmeza de Luque fue decisiva en el logro del sello CEI para Andalucía Tech. Un dato: hasta el momento, la Universidad de Sevilla ha captado 21 millones de euros de financiación extra. Serán muchos más.

Finalmente, no hay que olvidar que bajo el liderazgo de Luque se logró la adaptación en tiempo récord de los planes de estudio al Espacio Europeo de Educación Superior (conocido como Plan Bolonia). Cierto es que toda la comunidad universitaria, especialmente los decanos y directores de departamento, se volcó en la tarea con una abnegación casi heroica, pero también lo es que sin la coordinación de Luque difícilmente podría haber llegado a buen puerto.

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