"Javier es muy formal y trabajador; Miguel tiene el carácter de su madre"
Detienen al hermano mayor del autor confeso del crimen, que trabaja de vigilante en el centro de salud del Pumarejo
Una pintada con spray de plata alerta a los transeúntes de León XIII del supuesto escenario del crimen de Marta del Castillo. Hay periodistas y cámaras de televisión haciendo guardia en el dintel de un portal señalado por la macabra ruta de la tragedia que ha conmocionado tanto al barrio como a quienes compartían bloque con Miguel Carcaño, autor confeso del homicidio, y su hermano Javier en el número 78. Akí vive un asesino, reza el grafiti con el que amaneció ayer la fachada del edificio, leyenda que descoloca a unos e indigna a otros. Como a una vecina de la primera planta que mira de reojo el letrero-denuncia y barrunta un "eso habrá que borrarlo, ¿no?".
Quienes compartían rutina con los hermanos Miguel y Javier niegan con rotundidad que fuesen personas conflictivas. Y menos Javier, el mayor de los dos, de unos 40 años y separado de una anterior pareja sentimental, quien fue detenido ayer por la mañana y trasladado a la Jefatura de Blas Infante para ser sometido a un interrogatorio por su presunta implicación en la muerte de la adolescente. "Javier es una persona seria y formal, que se gana la vida trabajando como vigilante en un centro de salud", sostiene Manuel tras la barra del Bar Godi, a la revuelta de León XIII. "Siempre estaba ayudando a su madre, que era vendedora de cupones, llevándola y trayéndola de la ONCE, en la Resolana, y haciéndole los mandaos. Y a su muerte, se hizo cargo de su hermano Miguel llevándoselo a vivir consigo", comentaba este conocido, quien insistía en que "Javier era muy querido por todos en la ONCE".
El arresto de Javier , que trabaja como vigilante de seguridad en el ambulatorio del Pumarejo, responde a una hipótesis simple: de todos los detenidos, es el único que tiene automóvil, lo que le sitúa en el círculo de sospechosos que participó en el traslado del cuerpo de Marta desde la Macarena hasta el puente que conecta la Cartuja y Camas desde el que fue arrojado.
Nada ha trascendido del interrogatorio policial al que fue sometido Javier durante todo el día de ayer, si bien es probable que hoy pase a disposición judicial y sea enviado a prisión hasta que se esclarezcan los hechos independientemente de que niegue su implicación en el caso e insista en que desconocía la participación directa de su hermano menor, Miguel.
Con todo, el de ayer no fue el primer encuentro que Javier ha tenido con la Policía. Al día siguiente de la desaparición de Marta, su tío y portavoz, Javier Casanueva, intercambió unas palabras con él en el dintel de su domicilio en León XIII, adonde acudió con un grupo de amigos de la menor en un primer rastreo de urgencia. Era el 25 de enero. Los familiares de Marta no lograron entrar en la vivienda y se contentaron con la respuesta que les dio el hermano mayor de Miguel, que dijo no saber dónde estaba éste. Las sospechas del padre de Marta hicieron que un agente del grupo de Homicidios acudiera por la tarde a la casa de los hermanos, donde intercambió impresiones con Javier.
Si las opiniones para con Javier eran todas coincidentes, las relativas a Miguel, el autor confeso del crimen, eran a ratos opuestas. Algunos vecinos dicen que es el "digno heredero del difícil carácter que tenía su madre", un "malhumor con una lengua afilada" conocido por todo el vecindario, mientras que otros se refieren a él como un chaval con una infancia "complicada", pero que no presentaba mayores problemas de conducta. Sus vecinos de planta sólo tienen un pero: el ruído por el altísimo volumen al que ponía la música, algo de lo que fue apercibido en varias ocasiones en las reuniones de comunidad a las que asistía, la última en diciembre pasado.
Poco más, que entraba y que salía mucho de su casa en compañía de chicas, generalmente más pequeñas que él , y que al vivir solo y a veces con su hermano, eran habituales las "fiestas y kedadas" en su casa. Hubo incluso quien destacó el "gran" poder de persuasión de Miguel "al implicar a tanta gente y conseguir que estuviesen callados hasta ahora".
La presencia de cámaras, ayer, empujó ya a alguna vecina a asegurar que oyó gritos en la tarde-noche del fatídico 24 de enero, pero la investigación le da la misma credibilidad que a quien dijo haber visto a Marta en el portal de su casa el día de desaparición y que ahora dice haberse equivocado.
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