Javier Villanueva: "Mi experiencia en Bolivia me hace ahora disfrutar más de la vida"

Javier Villanueva fue detenido hace veinte años en Bolivia, acusado de cometer un atentado contra una fiscal

Fue absuelto, regresó a España en 2008 y ahora se dedica a la asesoría inmobiliaria

Sigue teniendo abierta una demanda internacional por las torturas a las que fue sometido tras su arresto

"Me absolvían o palmaba en Bolivia"

Javier Villanueva recuerda cómo fue su proceso en Bolivia, hace veinte años. / José Luis Montero

Javier Villanueva de Martino (Sevilla, 1976) dice que recuerda su arresto en Bolivia "como si fuera ayer", aunque han pasado veinte años de aquel episodio que estuvo a punto de tenerle treinta años en una prisión boliviana. Lo recuerda pero no le afecta, no tiene ningún trauma y lleva años siendo empresario del sector inmobiliario, trabajando en Madrid y residiendo en Sevilla. Tiene dos pasiones: jugar al tenis y viajar por el mundo. Probablemente este artículo se publique mientras él pasa unos días en Egipto. Eso sí, a Bolivia no ha vuelto.

"Bueno, he estado en muchos sitios, y en algunos países cercanos, como Argentina, que visité al año de estar aquí de vuelta en Sevilla. Me he movido mucho por el mundo en veinte años, sí", explica en una entrevista con este periódico. El sábado 27 de abril se cumplieron dos décadas de su detención en Bolivia, acusado sin prueba alguna de asesinar con un coche bomba a la fiscal Mónica von Borries, en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, donde Villanueva, por entonces un joven inquieto y emprendedor de 27 años, regentaba un restaurante temático dedicado al fútbol.

Javier Villanueva, durante su estancia en la cárcel de Palmasola.
Javier Villanueva, durante su estancia en la cárcel de Palmasola. / EFE

Se inició entonces un largo y complejo proceso judicial, en el que terminó absuelto, aunque estuvo más de año y medio en prisión preventiva en Palmasola, una especie de pueblo cárcel en el que tuvo que convivir con asesinos, narcotraficantes y violadores. Compartió celda, por ejemplo, con Rubén Centellas, conocido como el Descuartizador de Santa Cruz, que mató y despedazó a una profesora con la que coincidió en una fiesta y guardó los pedazos en la nevera. A pesar de su paso por aquella temible cárcel, Villanueva asegura que lo peor de todo fueron las torturas a las que fue sometido tras su detención. "Los 19 ó 20 meses que yo pasé en la cárcel fueron mucho mejores que las ocho o nueve horas de torturas".

Para que confesara el crimen que no cometió, lo asfixiaron cubriéndole la cabeza con bolsas de plástico, le aplicaron descargas eléctricas y le estiraron los brazos en una especie de potro de tortura. "El dolor en los hombros era terrible". Por ello tiene todavía abierta una demanda internacional contra Bolivia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que le lleva el abogado sevillano Alfonso Martínez del Hoyo. La demanda se presentó en 2008 y fue admitida en 2014. "Se pueden hacer una idea del ritmo al que va eso. Hace ya diez años que no hay ninguna novedad, pero bueno, estamos a la espera. Quizás los nietos de mis sobrinos puedan conocer cuál es el fallo".

Imagen de la detención de Javier Villanueva.
Imagen de la detención de Javier Villanueva. / EFE

Villanueva estuvo más de año y medio preso y luego estuvo bajo custodia policial, con dos agentes viviendo en su casa. No pudo volver a Sevilla hasta cuatro años después, el 15 de enero de 2008. Fue entonces cuando se abrazó de nuevo con su abuela, que hoy sigue viva y goza de buena salud a los 94 años. "Ahora empiezo a sentirme libre. Intentaré recuperar en Sevilla un tiempo que nadie me devolverá", dijo a su llegada a la estación de Santa Justa. La foto besando a su padre, Francisco Villanueva, el cirujano que hizo todo lo posible por sacar a su hijo de una cárcel boliviana, fue portada de este diario y de la mayoría de medios locales y nacionales.

Villanueva, durante su arresto domiciliario.
Villanueva, durante su arresto domiciliario. / EFE

Una de las grandes alegrías de aquellos cuatro años de zozobra fue la del final del juicio, cuando lo declararon inocente del asesinato. "Lo recuerdo muy claramente, porque de hecho todavía hay gente que me lo pregunta. Y yo lo hablo con naturalidad. Estaba con mis abogados, con mi familia a la derecha... Y recuerdo las palabras del juez Jaime Cruz. Yo estaba rezando. Acababan de dictar la condena al brasileño (Ricardo Borba, al que sentenciaron a 15 años de cárcel). Y ahora escucho, 'de igual manera'... Claro, yo pienso ahí que al menos son 15 y no 30 años, seguiremos peleando, me digo a mí mismo... Y acto seguido dice 'al no haber encontrado prueba alguna contra Francisco Javier Villanueva'... Eso fue una alegría enorme. Yo estaba más o menos preparado y sabía que ahí no acababa el proceso, de hecho estuve retenido en Bolivia dos años más, pero fue un gran paso. Y los abrazos con mi padre, con Carmen (la mujer de su padre) y con Inma Portalo (periodista española que cubría el caso) fueron muy emocionantes. Cuando me declararon inocente, la sala aplaudió".

Villanueva, a su llegada a Sevilla tras un proceso de cuatro años.
Villanueva, a su llegada a Sevilla tras un proceso de cuatro años. / Antonio Pizarro

Cuenta Villanueva que las presiones a las que sometieron a los jueces fueron enormes y así se lo comentaron algunos de ellos al término del proceso judicial. "El tribunal estaba compuesto por dos jueces profesionales y tres populares. El fallo fue unánime de los cinco. Los dos jueces técnicos sufrieron una persecución brutal y Jaime Cruz en concreto, que era el presidente de la Corte, renunció tras mi caso y se dedicó a ser pastor evangélico, que ya lo era. Años después me volví a encontrar con los jueces populares y me confesaron que habían sufrido unas presiones que yo no podía ni imaginar. Tuve la suerte de que eran cinco personas muy religiosas e íntegras. Lo fácil hubiera sido condenarme".

Sevillano del barrio de Santa Clara, Villanueva pasa su tiempo entre la capital andaluza, donde reside, y Madrid, donde trabaja. Tiene una empresa de asesoría y consultoría inmobiliaria, que se dedica sobre todo a hacer informes de viabilidad de edificios para hoteles u otros proyectos. Ha hecho varias operaciones en el centro de Sevilla, aunque la mayoría del trabajo está en Madrid. "Voy y vengo, me gusta mucho Madrid pero para vivir me parece mucho mejor Sevilla".

Felicidad y emoción tras la declaración de inocencia.
Felicidad y emoción tras la declaración de inocencia. / EFE

Su experiencia en Bolivia le hizo más fuerte y le sirve para disfrutar más de la vida, en el día a día o cuando se junta con su familia. "Lo recuerdo como si fuera ayer desde el punto de vista del suceso y de lo que viví, pero muy en la distancia en el día a día. Tanto yo como mi familia intentamos disfrutar de todo el tiempo que estamos juntos. El orden de los problemas que puede uno tener ya es otro desde entonces. Ahora no me preocupo demasiado por cosas que no tienen ninguna importancia, con todo lo que pasé. Si se me cae una operación inmobiliaria, ya saldrá otra. Soy mucho más feliz así. Siempre lo digo, cuando estás ahí no tienes más remedio que hacerte fuerte". Tiene todos los recortes de prensa guardados, junto con las facturas del caso, por si la Corte Internacional le da la razón y hay alguna posibilidad de reclamarlas.

Su padre, cirujano, se volcó en conseguirle la mejor defensa desde el momento en que tuvo noticias de la detención, que fue en plena Feria de Abril. "Hubo gente que nos apoyó mucho. Gente que le sorprendió gratamente porque no era tan allegada. Y también gente que le falló y pensábamos que no lo haría, claro. Eso es parte de la vida misma. Pero sí, tuve esa suerte y pude defenderme". La familia logró reunir el dinero suficiente para pagar a los abogados y desplazarse a Bolivia en innumerables ocasiones.

Javier Villanueva, en la actualidad.
Javier Villanueva, en la actualidad. / José Luis Montero

También contó con el apoyo del Gobierno español. "Valoramos mucho todas, pero la figura que fue realmente un motor muy importante en el apartado político fue Bernardino León. Mi padre tenía hilo directo con él, que era una persona brillante. Le hemos perdido la pista, creo que dejó la política y bien que hizo. Luego es verdad que vino el ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, y también se implicó mucho la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega".

Hoy, desde la calma, ve noticias como la de Daniel Sancho, el español detenido por asesinato en Tailandia. "Estas cosas pasan, y seguirán pasando. Verse ahí en un país extraño, en el que ni siquiera hablan tu idioma. Tiene que ser un quinario... Afortunadamente, estoy aquí y estoy bien".

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