La ventana
Luis Carlos Peris
Reventa y colas para la traca final
Sevilla/La fiebre de los pisos turísticos y sus elevadas ganancias en relación a los alquileres convencionales está llevando a buena parte de los caseros, especialmente en el centro de Sevilla, a insistir a los inquilinos a que dejen la vivienda de un día para otro o a subirle la renta en cantidades elevadas. También hay propietarios concienciados con la función social de la vivienda que rechazan ganar dinero fácil y mantienen a sus inquilinos con rentas justas porque valoran que estos cumplan y sean respetuosos con el vecindario.
Lo habitual es que no desvelen que quieren el piso para sacarle tres o cuatro veces más renta. La reacción del inquilino suele ser aceptar sin más que tendrá que irse. Pero la realidad es que el afectado dispone de varias opciones para defender sus derechos.
En este reportaje vamos a tratar de desglosar cuáles son esas alternativas a través de varios casos de inquilinos afectados de la zona centro de Sevilla, a los que citaremos con nombres ficticios porque no quieren que se les identifique, y contaremos las recomendaciones del abogado experto en asuntos de vivienda, José Ignacio Aguilar.
La marcha obligada del inquilino del centro tiene otro problema: ya no hay pisos de alquiler asequibles en la zona y este debe irse como mínimo al Aljarafe para pagar un precio módico.
María, vecina de la zona de la Alameda, recibió el aviso del propietario de que tenía que irse del ático con terraza que habita desde antes de 2013, donde tiene también su negocio. No sabía que el contrato de alquiler que firmó en su día podía salvarle la vida. Se quedó tan en shock que asumió la noticia sin leer lo que decía su contrato.
La inmobiliaria le había dicho al casero que en un mes y medio podría vender la vivienda por la demanda que está generando el boom de los pisos turísticos. En el contrato que firmó estaba la clave que le ha permitido aliviar su situación de angustia. Cuando un abogado revisó su contrato de alquiler detectó que por la fecha de la firma no tenía que irse de inmediato de la vivienda. Tenía derecho a quedarse un año más. Y así ha sido.
Gracias al asesoramiento de un abogado, María puede quedarse un año entero más en el piso porque el contrato es anterior al cambio legal de 2013 y puede buscar de forma más sosegada otro lugar donde vivir y trabajar.
Otro caso destacable es el de un edificio entero de viviendas de alquiler del centro que se ha organizado y prepara una defensa conjunta con el asesoramiento de abogados. La alarma saltó cuando la inquilina de una de las viviendas recibió la carta del casero diciendo que tenía que marcharse. Todos los inquilinos sospechan que el propietario quiere los pisos para apartamentos turísticos.
El caso de edificios enteros en esta situación es habitual. Adelaida se tuvo que ir del bloque que habitaba en alquiler en el centro porque el propietario estaba destinando todos a pisos turísticos, 'invitaba' a los pocos inquilinos convencionales que quedaban a marcharse y la convivencia se había hecho insoportable por el ruido y las fiestas que organizaban los turistas. Se oía todo por el patio interior al que daban todas las ventanas.
Algo parecido le pasó a Manuel en su piso de alquiler cercano a la Gavidia. El bloque acabó lleno de viviendas turísticas e incluso el patio interior se acondicionó con mesas y sillas solo para los turistas y era imposible seguir allí.
Silvia, que vive con su marido y dos hijos pequeños en un piso de alquiler del centro, se ha encontrado con que el casero quiere subirle 200 euros el alquiler de un día para otro porque el contrato de 2013 había finalizado. En el bloque donde vive ella, otros inquilinos han tenido que marcharse y esos pisos se han transformado en vivienda turística. El propietario no ha desvelado que quiere ponerlo en alquiler para pisos turísticos. Ha logrado negociar con él que la subida se realice de forma progresiva.
Antonia, que vive en un ático con terraza en el entorno de San Lorenzo, en pleno centro, está feliz con su casero, que le ha dejado seguir en el piso como mínimo otro año más con una renta asequible a pesar de que el contrato de 5 años se había cumplido. Le sube sólo el IPC y le mantiene las condiciones que tenía. Antonia tenía miedo de ser expulsada y este le ha dejado claro que no quiere sumarse a la ola especulativa.
Jaime tuvo que salir de su piso de alquiler por la insistencia del casero y acaba de encontrar uno en el entorno de la Plaza de San Pedro de buen tamaño a un módico precio (600 euros) porque el casero tampoco se ha sumado al boom de los pisos turísticos. Sabe que es algo inusual.
José Ignacio Aguilar, abogado sevillano especializado en temas de vivienda desde que en 1988 luchaba por la defensa de los corrales de vecinos de Triana y San Bernardo, señala que no se puede olvidar “la utilidad social” del arrendamiento de viviendas.
Explica que la seguridad esencial de un contrato de alquiler radica en la duración en el tiempo de ese contrato, por ser el único aspecto que puede dar estabilidad al inquilino, ya que de esa estabilidad depende todo lo demás.
Respecto a las opciones que tiene un inquilino, Aguilar asegura que lo primero es estudiar detalladamente el contrato firmado, e incluso tener constancia de las conversaciones posteriores a la firma de este registradas por voz, por whatsapp o por otra vía para saber si no hay más remedio que irse o se puede decir que no. Las claves del contrato están en la fecha de la firma y en la redacción de las cláusulas.
Lo segundo es revisar en qué fecha puede extinguirse el contrato, según si este es anterior o posterior a la última reforma legal de 2013. Si el inquilino lleva la razón y el casero no atiende a razones, la opción es denunciar en los tribunales, lo que supone cierto tiempo y gastos.
Y lo tercero y fundamental, en opinión de Aguilar, es agruparse en entidades de inquilinos para defender sus derechos. Este tipo de asociaciones o sindicatos de inquilinos están asentados en Europa y ya han llegado a Madrid y Barcelona. Están logrando regular la demanda del mercado, ya que cada vez más la oferta de alquileres en las grandes ciudades se está aglutinando en torno a Sociedades Cotizadas Anónimas de Inversión en el Mercado Inmobiliario (socimi), bancos e inmobiliarias.
“La capacidad de los inquilinos para parar ese golpe y resistirse a esa fatalidad podría retrasar su salida y conectar con un cambio legal que estabilice su situación”, opina el abogado. Aguilar recuerda que la resistencia social y colectiva históricamente ha dado resultado para reequilibrar una situación de desigualdad.
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