Innovación en ruinas, expolio en uno de los edificios pioneros de Abengoa
Un grupo de saqueadores destroza el edificio Soland Center, en Sanlúcar la Mayor, nueve años después de su inauguración como referente de las renovables
Abengoa: un año perdido
El edificio Soland Center, en su día una de las apuestas de Abengoa por la innovación, es hoy un inmueble que pasaría por cualquiera de los edificios devastados de la guerra de Ucrania. O de Sarajevo en su día. Lo único que queda en pie es su estructura, tras un expolio durante los últimos meses en el que un grupo de saqueadores se lo ha llevado todo. O casi todo, porque por el suelo aún quedan archivadores con los proyectos de Abengoa Solar y con un acuerdo de confidencialidad que poco podrá ya cumplirse, pues está a la vista de cualquiera que se acerque por el inmueble.
En las últimas semanas, el edificio ha sido completamente expoliado. Presenta un paisaje apocalíptico. Decenas de personas han acudido con furgonetas para llevarse todo el material que han podido. Han arrancado tuberías, pelado cables de cobre, destrozado muebles, robado extintores, máquinas de aire acondicionado, mangueras, grifos, muebles, planchas aislantes, cristales... Del ascensor no quedan ni las puertas. Sólo en la planta más alta del inmueble quedan dos revestimientos de metal, que dentro de unos días ya no estarán.
Las barandillas de las escaleras han desaparecido. Algunos de los escalones presentan destrozos. Queda algo del revestimiento de la fachada, pero la mayor parte de las planchas están en el suelo. Todo el entorno está cubierto de cristales rotos. Proceden de las cristaleras de la zona interior, que daban a un patio central en el que hoy se acumulan deshechos.
La valla perimetral del que en teoría iba a ser el parque de innovación también ha desaparecido. La han ido cortando metro a metro. Ni la puerta de acceso al recinto permanece. Algunos de los bloques de cristal han caído sobre los cipreses, todavía jóvenes y poco altos, que rodean el edificio. Llama la atención un triciclo de juguete, roto, junto a los restos del inmueble, probablemente abandonado por alguno de los saqueadores.
No hay puertas, cualquiera puede entrar en la construcción y subir las escaleras. Un olor nauseabundo procede de uno de los cuartos de baño. No hay grifos ni agua, pero el retrete sigue en pie. El lavabo ya es historia. Los expoliadores han dejado los espejos. Al menos la tarde del miércoles estaban todavía. En la azotea no quedan máquinas de aire acondicionado ni tuberías, aunque está todo lleno de restos de material aislante. También alguien se ha dejado una palanqueta y es fácil encontrar discos de las máquinas radiales portátiles utilizados por los ladrones.
Durante la visita de este periódico a las ruinas de Soland Center, el pasado miércoles, apareció un camión cargado con otro vehículo más pequeño en el remolque. El conductor dio una vuelta por las inmediaciones, se bajó y echó un vistazo. Al ver al fotógrafo decidió marcharse, probablemente creyendo que se trata de dos policías haciendo una inspección ocular y no de dos periodistas.
Dentro del edificio quedan un par de sillas tiradas por el suelo y una mesa redonda en lo que en su día parece que fue un despacho de algún directivo. Hay calendarios de 2014 esparcidos entre restos de maderas, placas solares, cristales, muebles... Bajo un panel aparece un artilugio con un botón. Parece un botón del pánico oculto bajo una mesa. A unos metros hay un router que los saqueadores se han dejado atrás.
Por el suelo, entre escombros y cristales rotos, aparece de vez en cuando algún mando de aire acondicionado. En las paredes aún permanecen algunos de los carteles del inmueble original, como uno que recomienda mantener una temperatura de 25 grados centígrados. Hay butrones y agujeros en todas las paredes, que los saqueadores han practicado para extraer todo el cobre posible de los cables interiores. Tubos coarrugados y espumas aislantes se acumulan en el suelo junto al resto de desperdicios.
La rampa de entrada al aparcamiento subterráneo también está cubierta de escombros. En el sótano empiezan a acumularse restos, que empapa el agua de la lluvia de estos días. Una excursión al edificio con este tiempo puede resultar peligrosa. Sopla fuerte el viento y uno puede caerse en un mal apoyo, porque apenas queda suelo firme sobre el que pisar. Siempre hay alguna tabla o cristal que cubre la superficie. No hay pared que tape el viento. Sopla fuerte y amenaza tormenta. Si se mira hacia la zona de la central solar se observan unas nubes negras que descargarán por la noche con fuerza sobre la capital andaluza.
Los expoliadores se han llevado prácticamente todos los cables y metales del edificio, pero todavía queda chatarra que reunir, sobre todo en la segunda planta. El miércoles no había nadie, probablemente porque estaba lloviendo, pero fuentes policiales explicaron que días atrás había decenas de personas cargando todo lo que podían en furgonetas.
Inaugurado en 2013
Soland Center está ubicado a las afueras de Sanlúcar la Mayor, muy cerca de la planta solar PS10, la primera central térmica solar comercial de torre central y campo de helióstatos instalada en el mundo. Está al pie de la carretera A-472, a pocos kilómetros del río Guadiamar. Desde esta vía se accede perfectamente a la zona que estaba diseñada como un parque empresarial.
El edificio fue inaugurado por el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, y el de Abengoa, Felipe Benjumea, el 8 de julio de 2013. "La Junta y Abengoa inauguran el 'Aerópolis' de las renovables", fue el titular de la crónica que hizo este periódico sobre la puesta en funcionamiento del parque tecnológico. El nuevo recinto echaba a andar con la inauguración del centro de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) de la multinacional sevillana.
El Soland Center era el primer (y finalmente sería el único) edificio que se levantaría en el parque. Contó con una inversión de 3,2 millones de euros, aportados por la agencia de Innovación y Desarrollo de Andalucía (Idea) con la cofinanciación de los fondos Feder. Además de albergar el centro de investigación de Abengoa, que ocupaba 2.500 de los 3.500 metros cuadrados de superficie útil, también concentraba las oficinas de la Fundación Soland.
Otros expolios
El expolio que ha sufrido este inmueble recuerda al de otros ocurridos en Sevilla. Por ejemplo, la antigua comisaría de la Policía Local en la isla de la Cartuja, que Urbanismo vendió a la constructora Detea y que ésta se encontró en estado ruinoso. Llegó incluso a motivar una denuncia de la empresa contra el Ayuntamiento de Sevilla por este motivo y por el retraso en la entrega del inmueble, que se demoró por más de dos años.
Otro edificio que fue expoliado hasta dejarlo casi en la estructura fue el de las naves de Renfe en San Jerónimo, que ahora han sido reformadas por el Ayuntamiento con dinero de los fondos europeos. El Consistorio pretende abrir a finales de 2022 el centro de innovación ubicado en este edificio, pues el estado de ejecución de los trabajos ya supera el 90%.
Los empresarios de los polígonos industriales ya denunciaron prácticas similares en las naves que se quedaban libres durante la anterior crisis económica. Ocurrió sobre todo en grandes recintos como el polígono El Pino, donde los expoliadores eran capaces de retirar todo lo valioso de un edificio en cuestión de dos o tres días.
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