Inicio de campaña, escrutinio de libros
calle rioja
Epicentro. Algunos de los asistentes a la cena del premio Fernando Lara de novela hicieron un alto en la Casa de la Provincia para asistir a la inauguración de la pintora Virginia Saldaña
El comienzo de la campaña de las municipales nos cogió en el patio de la Montería del Alcázar. En el escenario de esa novela de Juan Rey, 1369, sobre Pedro I (el Cruel o el Justiciero… últimamente el destino y la disyuntiva de más de un Pedro) en la que como decía Alfredo Valenzuela en la mesa número 16 hay media docena de Juegos de Tronos. El Sevilla jugaba en Turín y el premio Fernando Lara lo ganaba el autor de los Futbolísimos, Roberto Santiago. Dice que el segundo apellido de su pseudónimo, Havertz, no es un guiño al futbolista del Chelsea, sino a un profesor de Literatura. El acto se inició con la lectura de un fragmento de Adiós, pequeño, la novela con la que Máximo Huerta, Pipino el Breve del Consejo de Ministros, ganó la edición anterior. El escritor de Utiel participó ayer en la Estación de las Letras de La Rinconada, la villa natal de Antonio Muñoz, ausente en la noche literaria no por un gesto joseantoniano ni una licencia de la novela de Tahar ben Jelloum (Oración por el ausente) sino por exigencias de la campaña. La batalla electoral de Sevilla es un duelo ente Tomares y La Rinconada.
"Vamos al mismo sitio", me dice en la puerta de la Casa de la Provincia Lola Pons. Es el mismo lugar donde hace años le presenté su libro Paisaje lingüístico de Sevilla. Con el tiempo se consagró como catedrática, ponente en congresos internacionales y comisaria del año Nebrija, la lengua de la provincia. Yo también iba para el Alcázar, pero antes hice un alto en la antigua sede de la Diputación para asistir a la inauguración de la exposición de Virginia Saldaña. Una pintora excepcional, ayamontina de cuna, bañada por tanto por la luz de Sorolla. La puesta de largo fue un acontecimiento cultural y social.
Una bañista rodeada por nubes. Una estampa que recuerda el grafiti eterno del espigón de Punta del Moral, "¡Buenas olas, David!", el que separa la ría de Ayamonte de la de Isla Cristina, junto al hotel Molón donde se alojaba el Sevilla en tiempos de Caparrós. El equipo que se batía el cobre en Turín, en los dominios de la todopoderosa Juventus, mientras el jurado del Fernando Lara iba descartando candidatos en la recta final del premio. El hijo pequeño del editor de El Pedroso era muy futbolero, incondicional del Espanyol de Barcelona que se juega el ser o no ser frente al eterno rival, al que le basta un punto para proclamarse campeón de Liga. Alfa y omega en la quiniela, palabra que aparece en el papelito que dan a los comensales para invitarles a participar en los pronósticos de la noche literaria.
Una de las novelas, Azules los lirios, parece una canción de Albahaca o un poemario de Daniel Pineda Novo. La ganadora, según su autor, es una novela negra, igual que El libro negro de las horas de Eva García Sáenz de Urturi, el best-seller que reparten por las mesas. La bañista de Virginia Saldaña sería una magnífica portada para una novela. En esa costa que ha novelado Salvador Gutiérrez Solís.
Mariló Montero y Paco Robles reconocen al camarero-jefe del catering y la cena posterior. Se llama Eladio, como el defensa del Barcelona, y fue de la centuria de los armaos de la Macarena. Robles ganó en este mismo escenario el premio Ateneo de Novela. El alcalde le ha pedido que el día de San Fernando hable en nombre de todos los receptores de la medalla. Dos días después de las elecciones. El morbo está servido. Paco Robles completando un cuarteto musical de lujo con Kiko Veneno, Gualberto y José el de la Tomasa. ¿Quién da más? En estos tiempos hay que andar con Pies de Plomo. Paco dice que su medalla es Lola. Paco y Lola, que suenan al artista de Triana, alma de Albahaca, autor de marchas procesionales (una de ellas conmovió al muy cofrade Antonio Banderas), compositor de sevillanas y chirigotero del puente de barcas. Además de la medalla, Paco ha sido abuelo de una nieta y le ha tocado de suplente en las elecciones en el instituto San Isidoro.
De los cuadros de Virginia Saldaña a las novelas del Fernando Lara. En 2006 lo ganó Fernando Sánchez Dragó. Tributo pretérito al valedor de la moción de Ramón Tamames, que escribió una novela en la cárcel de Carabanchel. Virginia vive en Mairena del Aljarafe, localidad donde es concejal de Cultura y Educación Blanca de Pablos, que ha hecho posible esta exposición.
Termina el ágape literario, se forman los corrillos, cómo habrá quedado el Sevilla, dónde pegan sus primeros carteles Muñoz y Sanz, unidos por la fragancia de la ausencia. Jesús Vigorra vuelve a hacer las veces de mantenedor de la ceremonia, se hace raro no verlo junto a Arturo Pérez-Reverte, su socio desde que la muerte de Rafael de Cózar y la mudanza de Juan Eslava Galán disolviera a estos tres tenores del comando Alatriste.
Pinturas y novelas. Eva Díaz Pérez unió ambos territorios en su recreación de la vida de Murillo. Luis Rizo es el que más horas ha pasado pintando en el Alcázar. Antes de Semana Santa, protagonizó una huida a Egipto. A la salida por el patio de Banderas nos espera la visión de la Giralda iluminada. Tanta belleza puede producir el síndrome de la mujer de Lot. Te paraliza. Si hubiera un Nobel de la mirada, la Giralda se llevaría los de Juan Ramón y Severo Ochoa, porque su visión alienta y cura. En la ciudad que aguarda su segunda primavera: pasó la primera, la de la Semana Santa y la Feria, y aguarda ahora a la salida de las carretas para el Domingo de Pentescostés y de elecciones, al santo patrón (sin fiesta) dos días después y al Corpus del 8 de junio. Una ciudad con dos primaveras es una tormenta de verano. Una ciudad que se escribe sola y se lee acompañada. ¿Cómo irá el Sevilla? Empezó la campaña. Hay bibliografía: El disputado voto del señor Cayo, de Miguel Delibes, Vota a Gundisalvo, de Pedro Lazaga (guión de Mingote) o La jornada de un interventor electoral, de Italo Calvino.
En el milenario del reino de Sevilla, uno de sus mentores, Manuel Marchena, sevillano de Brenes (y de Dublín) sí viajó a Turín con su equipo. Y tiene medio billete para Budapest. Paco Robles le hizo un gesto a Eladio: quería repetir el postre. La prórroga fue lo mejor. Y todos a dormir. Los goles fuera de casa ya no valen doble. Horas después el patio de la Montería empezó a llenarse de turistas. Palacio de palacios, es el palimpsesto de la historia de un país que siempre vivió en campaña electoral. Vota a Gundisalvo.
La Casa de la Provincia está separada del Patio de Banderas del Alcázar por la calle Joaquín Romero Murube, tributo al palaciego y hermano de la Soledad de San Lorenzo que fue hasta su muerte en 1969 conservador del Alcázar. Un año antes nacía el ganador de la 28 edición del premio Fernando Lara de novela. Certamen que empieza cuando Rojas-Marcos le pasaba los trastos municipales a Soledad Becerril. La guerra de los Rose en la plaza de San Francisco.
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