Infancia robada: Los hijos del maltrato
Los menores víctimas de la violencia hacia sus madres sufren graves secuelas y requieren de una asistencia especializada para prevenir problemas en la madurez.
Ansiedad, depresión, ira, problemas del crecimiento, alteraciones del sueño, retraso en el aprendizaje y del sistema motor, miedo, tristeza, hiperactividad, agresividad y predisposición para delinquir. Sólo son algunas de las nefastas repercusiones que sufren los niños que son testigos de la violencia en el hogar. El daño en los menores, que son víctimas también de las agresiones hacia sus madres, genera una espiral de violencia que perdura generación tras generación. Varios estudios recientes apuntan al riesgo de que estos menores repitan las conductas de los padres agresores en la edad adulta. Mientras que en el caso de las niñas se ha constatado una tendencia a mantener una actitud sumisa, lo que las predispone a convertirse en futuras víctimas.
Un grupo de investigación integrado por dos enfermeras residentes de Pediatría en el Hospital de Valme, Amparo Castillo y Estefanía Delgado, destaca que "una actuación temprana, la ayuda social y psicológica de estos niños puede cambiar la terrible transmisión intergeneracional y la creación de futuros adolescentes incapaces de adaptarse a la sociedad".
El trabajo de estas enfermeras residentes en Pediatría, que ha sido premiado en el VI Congreso para el Estudio de la Violencia contra la Mujeres, revisa las últimas publicaciones científicas sobre los efectos que tiene sobre los niños esta violencia. Entre sus conclusiones, Amparo Castillo y Estefanía Delgado señalan que "es de vital importancia que los profesionales sanitarios estemos alerta en estas situaciones y pongamos especial interés en los niños que han sido testigos de este tipo de maltrato, ya que, como hemos podido comprobar, son muchas las consecuencias y las secuelas que dejan en ellos".
Los hijos aprenden de los padres, imitan y heredan su comportamiento, que a su vez genera angustia cuando está marcado por la agresividad. Al paso de los años, esta herencia se transforma en comportamientos inadecuados. El doctor Jaime Rodríguez Sacristán, reconocido psiquiatra, destaca que "el futuro emocional, los comportamientos y las enfermedades que un niño sufre en la edad adulta están influenciados por las vivencias que tenga desde los 5 a los 18 años". De modo que las agresiones en el hogar y los conflictos de los que son testigos se convierten, en la edad adulta, en un sello peligroso.
"Los conflictos en la familia son situaciones muy preocupantes y especialmente inquietantes, que obligan a atender a los niños", añade Rodríguez Sacristán, para "prevenir". El aprendizaje emocional durante la infancia en un entorno doméstico hostil se convierte "en la raíz de muchos problemas en los niños; que les marca un futuro en el que pueden convertirse en maltratadores; o en las niñas, la disposición a construir un mundo marcado por una mayor facilidad para los problemas". La prevención es crucial mediante una atención psicológica especializada a estos pequeños testigos de los malos tratos.
"Ser testigo de violencia doméstica puede ser tan traumático para el niño como ser víctima directa de abusos físicos o sexuales", según un informe del Grupo de Trabajo de Investigación sobre Infancia Víctima de la Violencia de Género de la Academia Americana de Pediatría. Es un problema de primer orden que se extiende y que afecta de manera muy grave a la infancia. Unicef estimaba ya en 2006 que unos 188.000 menores padecían en España la violencia contra sus madres.
En 2012, según la Macroencuesta de Violencia de Género elaborada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) se estimó que unos 800.000 niños serían testigos de violencia sobre sus madres, el 10% de la población infantil del país. Son algunos de los datos recogidos en el trabajo de investigación de las enfermeras Castillo y Delgado, que insisten en la necesidad de un abordaje especializado de estos casos.
El Instituto Andaluz de la Mujer cuenta, desde hace años, con un programa específico para atender a los hijos de las mujeres que sufren violencia de género. En Sevilla, un equipo formado por tres psicólogas especializadas en estos casos atiende a los menores desde los 6 años hasta los 18 años. Esta asistencia, que reciben los hijos de mujeres maltratadas por sus compañeros sentimentales, está orientada tanto al tratamiento terapéutico individualizado como a la prevención, para eliminar estereotipos sexistas erróneos en estos niños; y prevenir futuros comportamientos violentos.
El Programa de Atención Psicológica a Hijas e Hijos de Mujeres Víctimas de Violencia de Género de la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales está dirigido también a las mujeres, para incidir en su papel protector. La meta es que pasen de ser víctimas a supervivientes.
La Macroencuesta del Observatorio para la violencia de género del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad señala que ya en 2010, más del 70% de las mujeres maltratadas tienen hijos menores de edad que viven expuestos a la violencia, sufriéndola de múltiples formas: el 85% de los hijos fueron testigos de las agresiones a sus madres; y en un 66,6% de los casos también fueron maltratados de manera física y psicológica.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoció el año pasado a estos menores como víctimas del maltrato infantil, ya que estos niños viven en un entorno en el que la violencia es una pauta diaria, que puede afectar a sus relaciones afectivas y personales hasta convertirlas en un modelo negativo de relación.
Según datos del Consejo General del Poder Judicial, sólo el 3,1% de los casos de violencia de género en España terminan con la suspensión del régimen de visitas a los padres que han maltratado a sus mujeres; y apenas en un 5,2% los jueces dictan la retirada de la guarda y custodia a los agresores como medida de cautelar de protección de los menores.
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