Intrahistoria de América
Inaugurada la glorieta Americanista Luis Navarro García
El alcalde Juan Espadas inaugura la Glorieta Americanista Luis Navarro
El Archivo de Indias lo dirige Ravina, uno de sus discípulos
sevilla/Glorieta en este caso viene de Gloria. En la que ayer debía sentirse Luis Navarro García rodeado de quienes lo quieren, lo respetan y lo admiran. Sus nietos ya pueden presumir de tener un abuelo con Glorieta. Glorieta Americanista Luis Navarro García, junto al Archivo de Indias. Americanismo es una palabra muy larga para sus nietos Manuel, Miguel, Luis y María del Mar, que asistieron al momento en que el alcalde, Juan Espadas, descorrió la cortina que mostraba los honores del abuelo.
Palabra que esconde un doble amor: una pasión académica a la que Luis Navarro García dedicó una vida entera, rebosante de trabajos, de discípulos, de tesis doctorales; y un amor literal. En su intervención, contó que sólo interrumpía sus largas jornadas de trabajo en el Archivo de Indias para cruzar la avenida y echar en el buzón las cartas a su novia, María del Pópulo Antolín. Remitente en Sevilla (Indias), destinataria en Almendralejo. Un nuevo vínculo entre América y Extremadura, esos dos vocablos unidos por la intuición y la temeridad de hombres como Pizarro, Cortés, Alvarado, Orellana o Cieza de León, que participaron, en palabras de Luis Navarro, "en la más grande, bella y difícil empresa colonizadora de todos los tiempos". El lugar donde se cruzaba con el peruano Guillermo Lohmann, el nicaragüense Molina Argüello, sus maestros Céspedes y Morales Padrón.
La historia se repite. Con veinte años, Luis Navarro García entró por primera vez en el Archivo de Indias de la mano de su maestro, José Antonio Calderón Quijano. Veinte años tenía Manuel Ravina cuando el curso 1970-71 recibió clases de Historia de América de Luis Navarro. "Fue el que me mandó por primera vez a hacer prácticas aquí". El maestro da nombre ahora a la Glorieta; el alumno es el actual director del Archivo de Indias. Un edificio construido en 1785, cuatro años antes de la Revolución Francesa, por Fernando de Herrera, el mismo arquitecto del monasterio del Escorial, que mandó los planos y nunca estuvo presente.
Este homenaje desmiente, en palabras de Navarro García, el aserto de que "nadie es profeta en su tierra".
En un día clave para la historia de España, esta lumbrera de la historia de América valoró que fue un acuerdo por unanimidad de los cinco grupos municipales (PSOE, PP, Ciudadanos, Participa, Izquierda Unida), con el aliento de las que llama "las tres casas-madre del americanismo sevillano", la Universidad Hispalense, el Archivo de Indias y la Escuela de Estudios Hispano-Americanos. Brazos representados por Enriqueta Vila, Adolfo González o Julián Ruiz.
Dos alcaldes de Sevilla estuvieron presentes. Alfredo Sánchez Monteseirín le concedió la medalla de la ciudad. Juan Espadas, amigo de Fernando Navarro, uno de sus hijos, reconoció los méritos del profesor, a quien emplazó en este lugar, "el mejor cahiz de la tierra", en palabras de Antonio Domínguez Ortiz, a colaborar en los dos grandes retos del americanismo sevillano: la recuperación de las Reales Atarazanas y el quinto centenario de la primera circunnavegación (1519-1522) que partió de Sevilla.
En la nueva Glorieta, junto a los leones, estaban colegas del historiador como Manuel Moreno Alonso, antiguos alumnos como Manuel Marchena y, en representación de su padre ya fallecido, Lutgardo García, accesit del premio Adonais y pregonero de la Semana Santa.
Luis Navarro García animó a los jóvenes a meterse en el pecio científico de este edificio, cuya página web es una de las más consultadas en el mundo. Un arsenal de legajos y documentos que le llevó a recorrer todo un continente, "desde Alaska a las regiones magallánicas, desde Puerto Rico y California a las Filipinas". O desplazarse a la frontera norte de México para seguir la pista de los virreyes y también de las historias más modestas en las regiones de Sonora y Sinaloa.
La destinataria de las cartas de un novio enamorado estuvo presente, con sus hijos y nietos. Hubo notable presencia municipal: Juan Carlos Cabrera, Beltrán Pérez, Rafael Belmonte, Francisco Fernández Moraga; amigos de la familia como Ismael Yebra o Joaquín Moeckel. No fueron con Elcano y Magallanes, pero se llaman a sí mismos supervivientes. Son Juan Mora, José del Pozo, Máximo Carmona, Juan Benjumea y Manuel Caballero, cinco jóvenes octogenarios que ayer fueron a arropar a su condiscípulo Luis Navarro García, compañero de la promoción 1948-1953 del instituto San Isidoro que se siguen viendo todos los lunes en el Colegio de Médicos.
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