Importancia de la psicoterapia: para tener una mente sana
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Cada vez con mayor visibilidad tanto en el ámbito académico como a nivel social, los psicólogos han estado discutidos. Sin embargo, en una realidad como la actual, tratar nuestros demonios internos se ha convertido en una prioridad.
Pacientes habituales del psicólogo
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Antes de hablar de las terapias psicológicas como tal primero aclararemos como son los pacientes. Al fin y al cabo, son parte indispensable en la relación que se establecerá entre ellos y el doctor.
A menudo pensamos en los pacientes de un psicólogo en gente con depresión, anorexia, bulimia, ansiedad, tendencias suicidas…Un cuadro clínico digno de una película triste.
Pero sin embargo la realidad es bien distinta. Suelen ser gente que simplemente está triste, por la pérdida de un ser querido, un divorcio, una mala relación, o simplemente que no está satisfecho con su trayectoria vital
Al lector le anonadaría saber la enorme cantidad de futbolistas, altos directivos o políticos que van a profesionales. Por supuesto es un secreto profesional, en ningún momento se puede decir nada del paciente.
Sería absurdo poner aquí todos los tipos de clientes que suelen tener los profesionales de la mente. Pero uno de los más frecuentes por ejemplo es el que no se comporta de acuerdo con su edad.
Por ejemplo, el paciente anciano es aquel que pese a ser adulto joven ya se encuentra agotado de vivir. No es que se quiera suicidar, es que directamente no pretende mejorar su vida, con sus hombros caídos y mirada gacha.
Luego está el paciente adolescente, uno muy difícil. Este se limita a desobedecer lo que le dice el terapeuta. De esta forma se siente vivo al desafiar a lo que va considerando una voz de autoridad.
Y en cierto modo es una posible evolución del paciente niño. Dícese de aquel que actúa sólo cuando se lo dice el psicólogo. Esto le crea una dependencia y una vida dirigida.
Y por supuesto uno muy cinematográfico, el seductor. Este trata de crear un vínculo sexual y afectivo con el psicoterapeuta. Y tras esta curiosa filia se esconde el miedo a no resolver problemas.
Como vemos, hay todo un mundo de pacientes que acuden a las terapias. El estigma sobre el mismo ya se ha acabado, y la gente va resolviendo sus problemas. La pregunta es ¿y cómo funcionan estas?
Psicoterapias, ¿qué y por qué?
Ya hemos definido cuales suelen ser los pacientes de psicoterapia según los propios psicoterapeutas. Ahora veremos que es una terapia psicológica como tal, que efectos tiene, etc.
Decía Sócrates que era vital conocerse a uno mismo, y eso en gran parte es lo que conlleva la terapia. Una cosa hay que aclarar, y es que no decir la verdad ni procurar sinceramente ayudarse es una pérdida de dinero y tiempo.
Así que una vez tengamos claro lo que queremos hacer, y como queremos ayudarnos, tenemos que empezar este camino. Y es que la terapia no es una sesión mágica, es un camino que seguimos hacia el autoconocimiento.
Al final es un recurso de auto-conocimiento que nos lleva por el existencialismo, por un sendero intransitado. En la terapia nos de-construimos, reflexionamos sobre nosotros, y nos volvemos a construir. Pieza a pieza.
Pensamos en las circunstancias vitales, desde nuestra infancia, nuestro primer beso o incluso la primera vez que conducimos. Y pensar en ellas nos ayuda a ver porqué estamos así, porque necesitamos terapia. Y que queremos cambiar.
Y esto es lo realmente impagable de la psicoterapia, pues estamos en un mundo frenético, donde vamos de casa al trabajo y vivimos para el fin de semana. Necesitamos la introspección, necesitamos saber quiénes somos.
Pero por supuesto no es un ejercicio de mirarse a un espejo interior. El terapeuta ya ha visto gente como nosotros, y sabrá qué hacer para ayudarnos. Como crecer, como reconstruirnos ante la adversidad que estemos superando.
Así que reconstruimos el pilar principal de nuestra vida, que es una verdad sobre la que descansar. Y sobre todo vamos a emprender nuevas formas de ser y estar ante nuestro mundo.
¿Qué consecuencias puede tener la terapia? Una de ellas sería mejorar nuestra productividad. Esa es la razón por la que muchas empresas tienen departamento de psicología propio.
Otra es la vida personal. Desde una terapia de pareja que evite un divorcio inminente hasta simplemente un tratamiento contra la timidez. Incluso los hay especializados en sexo, como los de la disfunción eréctil.
En definitiva, para ordenarnos un poco en el caos en el que vivimos, todos deberíamos tener un psicólogo de cabecera. Alguien que en malos momentos pueda ordenarnos la mente, y dejarnos ser la mejor versión de nosotros mismos.
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