Identifican la primera Inmaculada pintada por Murillo en la parroquia de San Vicente de Sevilla
La obra, que hasta hace poco más de un año estaba olvidada en la sacristía, ha sido restaurada y ha recuperado todo su esplendor
¿Es la de San Vicente la primera Inmaculada que pintó Murillo? Eso es lo que defienden dos reputados historiadores del Arte como Ignacio Cano y Antonio Romero. Para lanzar esta aseveración, los investigadores han estado muchos meses estudiando al detalle el cuadro desde distintas perspectivas: documental, formal y técnica. Y no han podido sino llegar a esa conclusión: se trata de una Inmaculada de gran belleza formal y que emana una gran espiritualidad en la que aparecen toda una serie de características que van a acompañar a Murillo de manera recurrente durante toda su trayectoria. La obra estaría realizada en torno al año 1645. La completa investigación ha sido publicada en el último número de la prestigiosa revista especializada Ars Magazine.
Esta Inmaculada ha estado durante muchos años colgada de las paredes de la sacristía del templo parroquial de San Vicente. Ni la altura, ni el estado de conservación deficiente en el que se encontraba, con daños importantes y barnices oxidados, permitían que se pudiera contemplar con detalle, pasando ciertamente desapercibida.
Todo cambió cuando se decide acometer una restauración en la que han participado tres párrocos. El proyecto lo encarga Pedro Arenal. Tras su jubilación, lo retoma Marcelino Manzano, que busca la financiación. El inicio de la intervención se realiza el año en el que Carlos Coloma se hace cargo del templo. El equipo de Gestionarte, con Benjamín Domínguez como conservador-restaurador que dirige los trabajos, realiza un excelente trabajo y devuelve toda la luz y recupera las cualidades y virtudes de la pintura. En ese momento, ya salta a la vista que se trata de una representación de la Inmaculada de una categoría excepcional.
La decisión de colgar el cuadro a los pies de la iglesia es el aldabonazo definitivo que hace que los investigadores se fijen en ella. "Una vez que se ha recuperado se advierte que sus características son deslumbrantes. Llama la atención por sus cualidades técnicas. Al mismo tiempo destapa una serie de interrogantes. Antonio Romero y yo nos fijamos en él. Y el cuadro, además de llamarnos la atención, nos lleva a hacernos una serie de preguntas", señala Ignacio Cano, jefe del departamento de Difusión del Museo de Bellas Artes de Sevilla, gran experto en la obra de Murillo y comisario de alguna de las grandes exposiciones celebradas recientemente por el IV centenario.
Después de un tiempo reposando la visión del cuadro, Ignacio Cano y Antonio Romero coinciden en que es necesario estudiarlo detenidamente y de manera científica. Se ponen en contacto con el párroco, Carlos Coloma; y con el restaurador, Benjamín Domínguez, y comienza la tarea.
Afrontan este reto desde el análisis documental, para abundar en la historia de esta pintura; el estudio técnico, para conocer sus características materiales; y el examen formal, que les permite hacer una confrontación con otras obras. "Lo estudiamos a fondo con radiografías, análisis de pigmentos... buscamos información en los archivos de la parroquia y en los inventarios; lo comparamos con la obra de Murillo y otros autores y llegamos a la conclusión de que es una obra de sus primeros años. Que sepamos es la primera Inmaculada que pinta, en torno a 1645", incide Ignacio Cano.
Los estudios radiológicos realizados revelan una pincelada y una manera de construir la obra muy similar a la desarrollada por Murillo antes de los años 50 del siglo XVII. Habría que situar a esta Inmaculada junto a otras obras del pintor, como la Virgen del Rosario con Santo Domingo, que se conserva en el Palacio Arzobispal de Sevilla; o la Sagrada Familia del Museo de Estocolmo.
El maestro Juan del Castillo
Hasta este momento, la Inmaculada de San Vicente era considerada una obra anónima del XVII que se identificaba como obra de Juan del Castillo, maestro de Murillo. Ignacio Cano y Antonio Romero descartan esta hipótesis tras haber podido analizar la pintura con sumo detalle: "Se ve que es un Murillo que ya está caminando solo. Si bien recuerda en aspectos formales a Juan del Castillo, técnicamente es muy superior". El naturalismo o la maestría a la hora de jugar con las luces, los colores o la manera de componer, serían claves. "Murillo es un pintor en constante evolución, pero a lo largo de su carrera existen una serie de constantes y recursos que retoma y repite", añade Cano.
Aunque esté realizada por Murillo, en la Inmaculada de San Vicente concentra rasgos de toda la pintura sevillana de los grandes maestros del primer tercio del XVII, como Roelas, Zurbarán o Juan del Castillo. "Ha absorbido lo mejor de todos ellos y lo ha reflejado en su obra. Esta Inmaculada es un punto de partida en todo lo que va a desarrollar después, como el tratamiento de los tejidos o la manera de construir el rostro", incide Ignacio Cano.
Las dudas sobre la procedencia
Una de las claves que no ha podido ser resuelta durante todos estos meses de estudio es la procedencia del cuadro. Poco se sabe. En la parroquia no existen contratos, ni está reflejada en los libros de fábrica o inventarios. No hay datos anterior al año 1840, aproximadamente.
"Es posible que sea una donación de un particular. Es lo más realista. Muchas familias nobles y mercaderes contribuyeron a la parroquia de San Vicente a lo largo de la historia. Desconocemos el origen, pero esto es lo más probable".
Gracias a una excelente restauración y una seria, completa y rigurosa investigación, la Parroquia de San Vicente puede presumir de este tesoro: la primera Inmaculada realizada por el pintor de las Inmaculada.
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