Impulsos: Enemigos al volante

tráfico | la neurología y la seguridad vial

Un estudio constata que la impulsividad es una de las características principales que definen al conductor temerario.

Una joven conduce un vehículo en una concurrida intersección.
Una joven conduce un vehículo en una concurrida intersección. / Juan Carlos Muñoz
Noelia Márquez

24 de abril 2017 - 06:55

La impulsividad y el descontrol emocional son los peores enemigos al volante y para la seguridad vial. Se trata del principal rasgo de la personalidad, en el que están implicados mecanismos neurológicos, que caracteriza al perfil del conductor temerario y que representa un riesgo potencial para la seguridad vial.

Un estudio realizado por el centro privado Crecer (Centro de Rehabilitación de Daño Cerebral), que ha sido presentado recientemente en la 45ª reunión de la Sociedad Internacional de Neuropsicología (INS) en Nueva Orleans (EEUU), constata que "la impulsividad en conductores jóvenes sin experiencia es un factor de riesgo en la carretera", explica el doctor José León Carrión, catedrático en Neuropsicología por la Universidad de Sevilla y director científico en Crecer. El estudio, que ha sido financiado por la Dirección General de Tráfico, se ha basado en un análisis de 270 conductores en distintas provincias, con pérdida parcial o total de puntos.

José Luis Carrión, catedrático Neuropsicología

"La función ejecutiva es esencial para la capacidad de conducir y debería ser testada"

"Muchas personas conducen de manera emocional y, por ejemplo, no soportan bien que alguien les adelante; o, en menor medida, conducen de manera competitiva, lo cual tiene mucho que ver también con el consumo de drogas y bebidas alcohólicas", añade el doctor León Carrión, al aseverar que "el hecho de no tener control emocional provoca muchos accidentes". Con estas conclusiones, el especialista considera que "para poseer el carné de conducir se debería exigir que el conductor sepa controlar sus impulsos, el autocontrol emocional, según lo que hemos visto en el estudio". En la investigación se han analizado las capacidades de los conductores para resolver problemas de manera inmediata y de adaptarse a posibles imprevistos. "Las funciones ejecutivas -capacidad de resolver situaciones imprevistas- son muy útiles cuando se ejercitan como destreza para aprender a conducir", añade. Entre otros datos, el estudio desvela que hasta el 10% de los conductores que han perdido alguno o todos los puntos del carné se habían quedado, con anterioridad, sin la licencia para conducir. El 23% de las personas que pierden puntos están desempleadas; y el 70% son hombres frente al 30% que son mujeres. Ante los resultados del estudio, el doctor León Carrión considera que las "academias o autoescuelas deberían enseñar a resolver problemas mediante, por ejemplo, simuladores". Es más, "los datos indican que las funciones ejecutivas pueden ser un componente esencial en la capacidad de conducir y debería ser testado periódicamente a los conductores", añade el especialista.

Junto a la impulsividad, otro factor que incide en la seguridad de la conducción es la edad. "Las personas mayores tardan más en reaccionar y en muchas ocasiones conducen con miedo, al ser conscientes de sus limitaciones, y por ello es recomendable que conduzcan acompañados; y que se arbitren mecanismos para evitar riesgos", añade el doctor León Carrión. Otros de los elementos que pueden interferir en las capacidades para conducir son los efectos secundarios de medicamentos y la interferencia entre distintos tratamientos. "Sería recomendable que los médicos en los centros de salud, al prescribir medicamentos, orienten al paciente y que incluso propongan que dejen de conducir cuando los efectos afecten a la conducción", propone el especialista. Por ejemplo, una diabetes mal controlada, con episodios de hipoglucemia o hiperglucemia, puede resultar fatal.

"En general los conductores que han perdido puntos ejecutan bastante peor que los que no han perdido puntos según test neuropsicológicos que evalúan las funciones ejecutivas", añade el especialista. El catedrático recuerda que la seguridad vial tiene "un fuerte impacto en la salud y en la economía de las familias, ya que muchas personas sufrirán morbilidad o enfermedad por accidentes de tráfico, y requerirán rehabilitación".

Hasta el 60% de los pacientes atendidos en Crecer, sito en Torneo -centro que está dedicado a la rehabilitación de pacientes con daño cerebral- han sufrido accidentes en las carreteras y el 40% son pacientes que han sufrido un ictus. El doctor recuerda que "las leyes salvan vidas, y el temor a las consecuencias al infringirlas ha demostrado que frena, más que otras campañas, el número de accidentes". Por ejemplo, la obligatoriedad del cinturón de seguridad "supuso, a partir de 1990, un antes y un después en el número de pacientes que atendíamos con daño cerebral a causa de un accidente de tráfico", recuerda el doctor Carrión.

Mediana edad, sin medicación, e integridad neurológica

El perfil del conductor "perfecto" o con cualidades "idóneas" se define por una serie de características: personas que no tienen prisas al conducir, que disfrutan de la conducción y que por lo tanto, no sufren el agarrotamiento que provoca el miedo al volante. Son conductores con experiencia, de mediana edad, es decir entre los 25 y los 60 años, que disfrutan de salud y que, por lo tanto, no dependen de la medicación. Otro de los aspectos destacables de este perfil es la integridad neurológica, es decir, conductores que no sufren lesiones a nivel neurológico que puedan mermar las capacidades a la hora de conducir. El perfil del conductor temerario tiene las características opuestas: personas que dependen de medicamentos que pueden afectar a las capacidades; que conducen de manera emocional e impulsiva, lo que les puede llevar a realizar maniobras arriesgadas, o con problemas de visión, etcétera.

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