En la UCI del Virgen del Rocío 'libre de Covid': "Un repunte ahora nos haría mucho daño"
Testimonio de dos enfermeras en primera línea del coronavirus
El Virgen del Rocío despidió este fin de semana al único paciente que continuaba en la UCI
Dos enfermeras que llevan meses batallando contra el virus coinciden en la soledad del paciente como lo más duro de su experiencia
Los profesionales de los equipos Covid tanto en planta como en la UCI de los hospitales de la provincia han asistido en casi tres meses a sus peores momentos y los más difíciles de su trayectoria profesional. De lo que se pronosticaba como una gripe se pasó a la mayor crisis sanitaria de los últimos tiempos. Un cambio tan repentino de encuadre que obligó a un volantazo en la gestión política, pero también a un cambio drástico en la estrategia hospitalaria con una reorganización total de espacios y unidades que poco a poco se empiezan a recuperar.
La caída de la presión asistencial es ya un hecho y prueba de ello es que a día de hoy en la UCI del Hospital Virgen del Rocío, el mayor hospital andaluz y de referencia en la provincia, no queden pacientes infectados. Una situación muy aplaudida por los profesionales del centro dedicados a esta enfermedad y que permanecerán en alerta para volver a activar una unidad que queda en reserva por si volviera a hacer falta.
En medio de esta buena noticia, dos enfermeras con más de diez años de experiencia en unidades también muy duras relatan a este periódico las claves de su trabajo en dos equipos que han centrado su batalla contra el coronavirus: la UCI y la planta de hospitalización de los pacientes Covid.
En los más de diez años años que llevan como enfermeras, María José Cabrera y Charo Alcaide han tenido que enfrentarse a infinidad de situaciones derivadas de la enfermedad de sus pacientes, a curaciones que la han llenado de satisfacción y a desenlaces tristes que dejan pesadumbre pero siempre desde la certeza de que se ha hecho todo lo posible por esa persona. El Covid-19 ha introducido una nueva variable que ha impresionado y conmovido a estas dos profesionales, y es la soledad de los enfermos y el miedo a no superar el virus. "El miedo es el mayor sentimiento que he visto en el paciente. Miedo al aislamiento familiar, a la soledad, a la incertidumbre al pronóstico. Es muy duro ver el miedo reflejado en sus caras y el no poder tocarlos y mostrarles tu cariño. Verlos llorar como niños pequeños añorando a su familia sin saber que va a pasar sin saber si van a volver a verlos", relata Cabrera y completa Alcade. "Los pacientes tienen mucho miedo al ingreso en la UCI. Es complicado tener que decirles que no se preocupen porque los vamos a dormir y no van a sentir nada para que cuando despierten ponerlos en situación, orientarlos en el espacio y tiempo y explicarles lo sucedido.Ellos preguntan por sus familias y hay que decirles que no pueden recibir visitas y eso es duro. Nosotros nos convertimos en el único enlace con su familia".
Desde la planta de hospitalización de los enfermos de coronavirus en el Virgen del Rocío, la enfermera Cabrera es una de las profesionales de los once equipos Covid que continúan activos hasta la fecha. Se sumó "sin pensárselo" a este grupo de trabajo desde la unidad de Cuidados Paliativos en la que lleva once años trabajando con pacientes que están al final de la vida. No obstante, su trabajo durante estos dos meses con los enfermos de coronavirus le han marcado hasta el punto de llevarse de esta experiencia un "importante crecimiento personal y profesional" que la marcará "para siempre". "Trabajar con enfermos paliativos es muy duro porque se mueren padres, madres, hijos... y acompañar a las familias en esos momentos es muy complicado, pero me ha resultado muy duro trabajar con el paciente con Covid porque con estos pacientes yo he tenido que trabajar sus miedos,unos miedos que los pasan solos, y la única familia a la que ve es a ti", manifiesta.
De los principios de la pandemia destaca el "miedo a lo desconocido" y el "caos organizativo". No obstante, subraya cómo la normalización de protocolos, la conciencia de lo que era la enfermedad y el trato directo con los contagiados "hizo que nos empezáramos a sentirnos seguros trabajando". Una seguridad que manifiesta haber sentido "de principio a fin" y ante la que, como profesional del equipo que trabaja directamente con pacientes infectados, "nunca han faltado EPIS".
Aunque todo ha pasado "muy rápido" la reconversión de un hospital centrado en la batalla contra el virus también generó miedo entre los profesionales, aunque destaca que siempre han sido conscientes de que eran "cambios necesarios". "Viví los cambios del hospital al principio con un cierto desajuste funcional. Veíamos como nuestras unidades se desmantelaban para organizarlas como unidad Covid y era una situación que nos generaba miedo a lo desconocido, a la incertidumbre, pero eramos conscientes de que esa reconversión era necesaria porque el principal objetivo era actuar, afrontar y enfrentar esta pandemia como fuera. Tengo que reconocer que en el Virgen del Rocío se han hecho esos cambios con un poder organizativo y rigor brutal, formando continuamente a los profesionales y eso ha hecho que tengamos muy buenos resultados", destaca.
Han pasado casi tres meses y la situación ahora es muy distinta, "mucho más tranquila" en palabras de esta profesional, pero una vez asegura han "aprendido a vivir con el virus" el mayor miedo de los sanitarios radica en la aparición de un repunte. "Es el mayor miedo con el que vive para mismo el sanitario. Que un descuido de las medidas de seguridad de contagio trajeran un nuevo repunte. Eso nos haría mucho daño a todos, sobre todo al sistema sanitario, pero sería general a toda la población.
En cuento a su día a día, no pasa por alto la complejidad de trabajar muchas horas con el equipo de protección individual (EPI)."Cuando empezamos a usarlos todo eran dudas y nervios porque se te olvidara algo. La supervisora nos puso un espejo para que nos viéramos mientras nos vestíamos para evitar olvidos. Es una de las cosas que peor llevo. Sientes malestar, maeros, mucho sudor... He llegado a sentir una gran admiración por compañeros de la UCI, que básicamente están con ellos durante todo el turno", afirma.
Precisamente, esa es la unidad coordina Charo Alcaide. Con casi 20 años de experiencia, en Cuidados Intensivos, la enfermera sí cuenta con experiencias profesionales similares –aunque marcando distancias– como las vividas con la Gripe A o el Ébola, para el que también se creó un equipo mutidisciplinar con el servicio de infecciosos y UCI. El "miedo a los desconocido" también fue clave en el desarrollo de su trabajo en los inicios en los que la unidad sufrió una tranformación total tanto física como funcional para mantener los circuitos diferenciados para pacientes Covid y otras patologías. Asegura que ahora el trabajo es más tranquilo, pero no olvida los momentos vividos. "La mayor prevalencia que hemos tenido son 27 camas ocupadas. Ahora no hay ninguna por lo que la situación ha mejorado muchísimo pero estamos a la expectativa de un repunte en el número de casos", afirma.
La enfermera recuerda de esos momentos de la fase más aguda el "esfuerzo físico y mental" de tener que realizar "una gran cantidad de técnicas a muchos pacientes en situaciones similares". No obstante, destaca, y en ello coincide con su compañera en la planta, como el "trabajo en equipo" y "las altas" de los pacientes gratifica todo el trabajo hecho. "Es lo más gratificante, ver a los verdaderos héroes salir de tu unidad y, sobre todo, ver a la gente confinada con tanto rigor", destacan las dos profesionales.
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