¿La hepatitis C se puede erradicar? El Macarena, a la caza de pacientes
El equipo de Hepatología del Policlínico trabaja en el cribado poblacional de contagiados sin contacto con el sistema sanitario para eliminar los focos de infección del virus.
Ha recibido la beca Gilead del AEEH con la que invertirán en infraestructura humana
Victoria ha recuperado su energía a las puertas de la jubilación. Fue diagnosticada de Hepatitis C (VHC) en 1991, sólo un par de años después de que se descubriese el virus como tal. Hasta ese momento su infección se calificaba de hepatitis no A no B. Durante casi treinta años ha convivido pacíficamente con él, fue una de los numerosos pacientes que renunció al tratamiento disponible en la época: el interferón.
Los elevados efectos secundarios del fármaco y la escasa probabilidad de curación que ofrecía la llevaron a preferir "dejar el bichito estar y llevarnos bien", relata. Los controles rutinarios mantuvieron el VHC a raya hasta que desarrolló leucemia crónica, "probablemente a consecuencia del mismo". Esta nueva situación la llevó hasta la Doctora Isabel Carmona, responsable de Hepatología del Hospital Virgen Macarena.
Carmona encabeza un plan de microeliminación de hepatitis C centrado en la intervención para optimizar el acceso a la nueva terapia antiviral. Esta combinación de medicamentos orales se lanzó en 2015 y ha supuesto una auténtica "revolución en el manejo" de la infección por su tasa de curación rayana en el 100%, sus nulos efectos secundarios y su corta duración, entre ocho y 12 semanas. "No creo que los médicos de ahora vayamos a conocer otro caso similar en el ejercicio de nuestra profesión", asegura la hepatóloga.
Con la aparición de este antídoto, el Ministerio de Sanidad estableció las bases de un plan nacional de implementación, sin determinar cómo hacerlo, y la OMS añadió el reto de erradicar las hepatitis virales en 2030. Ahí nació el propósito del equipo de Hepatología del Macarena:"encontrar a todos los pacientes infectados para eliminar la infección de nuestro medio".
Los inicios del proyecto consistieron en analizar la base de datos de microbiología y ver qué pacientes habían dado positivo para el VHC. La doctora Carmona explica que muchas personas se "contagiaron mediante transfusiones sanguíneas antes de que se conociera el virus, algo que ya no es una vía de contagio". Los riesgos actuales son las adicción a drogas -por compartir el material de inyección- y las prácticas sexuales entre hombres, porque se ha visto que la transmisión de la infección ahí es mayor.
Otra masa de pacientes "había sido diagnosticada en nuestras consultas y nos dedicamos a localizarlos, comentarles las bondades de la novedosa medicación y a curarlos, ésa es la parte buena del tratamiento". Hasta ahora, el Macarena ha aplicado esta terapia a unos 1.200 pacientes, 180 sólo en lo que va de 2019. Victoria fue una de ellos.
Esta enfermera dudó si sumarse o no al tratamiento. "Al principio estaba reacia", comenta, "mi virus se había estacionado y desconocía la inocuidad de la nueva medicación". Finalmente, "confié en el equipo de la doctora Carmona y ahora se ha negativizado en sangre, ha desaparecido", comenta mientras sonríe. Hace menos de seis meses que su vida ha cambiado radicalmente. Ya no tiene que tomar las precauciones para evitar contagiar a otros que había normalizado. Ha recuperado su carácter dinámico, "estoy hiperactiva", señala feliz.
"No recordaba que era así. El cansancio y la apatía que provoca el VHC y que acusaba aún más la leucemia llegaron a llevarme a veces a un estado depresivo, hacía que estuviese agotada; ahora no paro", comenta. La energía que destila Victoria la ha impulsado a retomar aficiones y este sábado presenta, en Castilblanco, la novela que ha escrito.
Este caso es uno de los más "sencillos" porque la paciente acudió voluntariamente a la consulta. El mayor desafío del proyecto de Carmona consiste en hallar a los infectados. ¿Cuál es el problema? La hepatitis C es asintomática y, además de no sentirse enfermos, la mayoría de quienes la padecen pertenecen a grupos sociales "sin ningún tipo de apego al sistema sanitario", en riesgo de exclusión social, drogadictos, inmigrantes... Esta realidad ha marcado el desarrollo del plan de actuación del equipo, llevándolos a centrarse en dos puntos principales: impartir formación del personal médico ajeno al sector hepatológico en contacto con estos grupo poblacionales y coordinarse con los centros que los albergan (pertenezcan o no al sistema sanitario público), por ser "los focos en los que la prevalencia del virus es mayor y donde hay que ir a buscarlos".
En este último punto ha tenido un papel fundamental la doctora Fernanda Guerra, coordinadora del estudio. Ella ha sido la responsable de contactar e instruir al personal de los centros de tratamiento de adicciones, de inmigrantes, albergues... instituciones que no pertenecen al Servicio Andaluz de Salud (SAS) y que "con su actitud abierta y colaborativa, han sido de una inestimable ayuda" para que el estudio prospere, agradece Guerra. Ahora, en los propios centros "detectan los casos de Hepatitis C con un sencillo test de diagnóstico rápido. "La prueba se efectúa en saliva y, en pocos minutos, desvela si el paciente ha tenido contacto con el virus. En caso de tener una serología positiva, nos lo mandarían al hospital para estudiarlo", añade Isabel Carmona.
Agilizar el proceso de derivación es otro de los objetivos del estudio. La hepatóloga Carmona destaca que, "como no todos los especialistas en Digestivo son hepatólogos, las demoras pueden prolongarse y los pacientes de Hepatitis C suelen acabar dando muchas vueltas". Su meta es conseguir que, por la sencillez del tratamiento, acaben siendo los médicos de Atención Primaria quienes lo prescriban. Mientras tanto, continúan trabajando interniveles en el cribado poblacional. "Cada curado es un logro porque hay que tener en cuenta que la hepatitis C es una enfermedad infecciosa y cada paciente que la sufre, un foco de infección. El único reservorio del virus es el humano". Fernanda Guerra añade que, tras un año de aplicación, el plan está ya "en su segunda vuelta", muchos afectados que se han sometido al tratamiento han sido dados de alta y ya no necesitan seguimiento. Su enfermedad se ha erradicado totalmente.
Pero hay que tener presente que volver a contagiarse es posible porque "pasar el VHC no inmuniza". Las tasas de reinfección están aumentando ya que, dado que tiene curación, "se está perdiendo el miedo a la enfermedad. En Madrid y Barcelona se han dado casos de pacientes que han pasado por la terapia 4 o 5 veces", explica Carmona, que señala que, incluso, está surgiendo el debate ético de si repetir el tratamiento es aceptable, teniendo en cuenta también el gasto público tremendo que supone.
En el terreno económico, hasta ahora el equipo de Hepatología del Macarena se ha estado autofinanciando y, recientemente, la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH) le ha otorgado una beca Gilead de 14.000 euros, financiada por la industria farmacéutica, para conseguir infraestructura humana. "El resto lo hacemos con lo que nos proporciona la sanidad pública", aclara Carmona, "no estamos haciendo nada fuera de la práctica clínica habitual. Sólo hemos solicitado fondos para adquirir los test de diagnóstico rápido".
Aún existen pacientes resignados ante la cronicidad de la hepatitis C por desconocimiento de los nuevos antivirales o por pensar que esa terapia no es para ellos. La doctora Carmona insiste en que todos los contagiados tienen derecho al tratamiento y que, una vez superado, siempre acaban alegrándose de la decisión tomada. Victoria, tras su "estupenda" experiencia, aconseja a quien pueda encontrarse en la misma situación que "acuda al Servicio de Patología del Policlínico" y agradece "la profesionalidad y el afecto de la doctora Carmona y todo su equipo".
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