La Hispalense aumenta un 180% las ayudas a estudiantes desde 2008

La Universidad de Sevilla repartió 16.900 comidas entre 583 alumnos el pasado curso

El director de formación de Cáritas, Nicolás Martínez, dialoga con el director del Sarus, Álvaro Pereira (de pie).
El director de formación de Cáritas, Nicolás Martínez, dialoga con el director del Sarus, Álvaro Pereira (de pie).
Diego J. Geniz

05 de abril 2014 - 05:03

"La Universidad de Sevilla es un entorno protector frente a la pobreza, pero ya empiezan a sentirse síntomas de que esta situación va a cambiar". Con estas palabras Ana López, directora del Servicio de Atención a la Comunidad Universitaria (SACU), definía el panorama en el que se encuentra la institución académica, que hasta ahora ha podido hacer frente a los efectos de la crisis, una defensa que -según sus palabras- comienza a debilitarse. Las cifras que aportó ayer durante una conferencia impartida en el Servicio de Asistencia Religiosa de la Hispalense (Sarus), en la que también intervino Nicolás Martínez Conde, director de formación y voluntariado de Cáritas Diocesana, avalan esta teoría: aumento de las ayudas extraordinarias a estudiantes en situaciones sobrevenidas, incremento de las comidas gratuitas y descenso de la ocupación en las residencias y colegios mayores.

Lo peor está por llegar. Así podría titularse la intervención que protagonizó ayer la directora del SACU. El nuevo sistema de becas, según Ana López, empeorará la precaria situación en la que viven muchos alumnos. Los datos hablan por si solos. En cuatro cursos el número de ayudas extraordinarias que concede esta institución académica se ha incrementado un 183,3%. Este dinero sirve para paliar la situación que viven muchos universitarios que se han quedado sin recursos económicos por una serie de circunstancias que hayan surgido en el ámbito familiar. En el curso 2008/09 este tipo de medidas sólo alcanzaban las 377, en el curso pasado la cifra se elevó hasta llegar a las 1.068. Estas ayudas tienen una dotación de hasta 500 euros, según las condiciones que presenta el beneficiario.

Otro de los índices que demuestra los efectos que la crisis está provocando en el alumnado de la Hispalense es el de los bonos-comedor, por el que se facilita el almuerzo gratis a los universitarios que reúnan una serie de requisitos. Aunque el número de beneficiarios se ha reducido los últimos años (de 800 en el curso 2008/09 a 583 en 2012/13), Ana López incide en que se ha incrementado considerablemente el número de comidas repartidas. "Antes muchos de los que tenían derecho a esta gratuidad no hacían uso de ellas y había que entregar los bonos a otros estudiantes. Ahora el panorama ha cambiado. Los que obtienen esta ayuda las utilizan al máximo", explica la directora del SACU.

Los datos de los tres últimos cursos constatan esta situación. En 2011 se repartieron 9.660 menús a estudiantes necesitados, una cantidad que en 2012 se elevó a 12.723. El año pasado esta cifra llegó a las 16.900, lo que supone un incremento del 75% en tres años. Este ejercicio se prevé sobrepasar las 20.000.

La comunidad universitaria ha dado la voz de alarma ante este "dramático" aumento, puesto que muchos de los jóvenes que se benefician de los bonos sólo tienen garantizada esa comida al día. Por tal motivo, según adelantó la directora del SACU, ya se plantea proporcionar la cena a estos estudiantes. Debido a que el presupuesto de la Hispalense para tal fin es limitado, la idea con la que ahora se trabaja es la de que se consuma el primer plato y el postre en el almuerzo y guardar en un recipiente el segundo plato, de manera que el alumno pueda llevárselo a casa y garantizar así una segunda comida al día. "Ése es nuestro planteamiento, que lo pondremos en marcha cuando se resuelvan una serie de problemas logísticos", explicó López.

La ocupación de las residencias y colegios mayores constituye otro síntoma de que la crisis dificulta cada vez más la vida de los estudiantes. Antes de que se produjera el desplome económico resultaba complicado hacerse con una plaza en estos centros. La demanda superaba con creces la oferta. A finales de la década pasada esta relación se equilibró. Actualmente son muchas las plazas que se quedan vacías. La bajada de la solicitud en residencias y colegios mayores tiene como respuesta el aumento de los pisos compartidos y la búsqueda de habitaciones en casas de familias ajenas a la del estudiante, opción más económica.

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